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Todos son blanco fácil en la nueva guerra contra el terror de Turquía

Categorías: Medio Oriente y Norte de África, Turquía, Censura, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Política, Protesta
DAVOS-KLOSTERS/SWITZERLAND, 29JAN09 - Recep Tayyip Erdogan, Prime Minister of Turkey, gives a press conference after Erdogan had walk out of the session 'Gaza: The Case for Middle East Peace' at the Annual Meeting 2009 of the World Economic Forum in Davos, Switzerland, January 29, 2009. Copyright by World Economic Forum swiss-image.ch/Photo by Andy Mettler. Permission to reuse.

Recep Tayyip Erdogan, primer ministro de Turquía, en conferencia de prensa después de haber salido de la sesión ‘Gaza: El caso por la paz de Medio Oriente’ en el Encuentro Anual 2009 de Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, 29 de enero de 2009. Derechos reservados de Foro Económico Mundial swiss-image.ch/Foto de Andy Mettler. Con permiso para reproducción.

Al presidente Erdogan le disgustan los que son críticos de sus políticas, su toma de decisiones y su estilo de liderazgo. Pero en lugar de dejar que la gente ejerza su libertad de expresión, el presidente de Turquía los persigue a lo grande.

En la nueva atmósfera exacerbada de temor luego de la sucesión de ataques letales en diferentes partes del país, eso significa que no solamente periodistas, sino también intelectuales y usuarios de medios sociales son vulnerables a la persecución.

El 11 de enero, alrededor de 1,128 intelectuales locales e internacionales de 89 universidades suscribieron una petición [1] pidiendo al gobierno que pusiera fin a la “masacre y matanza” en la suroccidental Anatolia, donde el gobierno está combatiendo a militantes kurdos, y que regresaran a la mesa de negociaciones.

En respuesta, el presidente Recep Tayyip Erdoğan no solamente calificó a los firmantes como “ignorantes” y los acusó de “tración”, sino que también prometió llevalos ante un tribunal.

Entre los firmantes internacionales de la petición estaban Noam Chomsky, David Harway, Slavoj Zizek e Immanuel Wallerstein.

Erdogan arremetió [2]:

Despite all of these facts [human rights violations in the southeast being committed by terrorists and not the state] this crowd, which calls itself academics, accuses the state through a statement. Not only this, they also invite foreigners to monitor developments. This is the mentality of colonialism […]

Hey, you so-called intellectuals! You are not enlightened persons, you are dark. You are nothing like intellectuals. You are ignorant, and dark, not even knowing about the east or the southeast. We know these places just like we know our home addresses!

A pesar de todos estos hechos [violaciones a los derechos humanos en el sureste cometidos por terroristas y no el estado], este grupo, que se llaman intelectuales, acusa al estado a través de una declaración. No solamente esto, también invitan a extranjeros a dar seguimiento a las novedades. Esta es la mentalidad del colonialismo […].

Oigan, ¡ustedes que se dicen intelectuales! No son personas iluminadas, son oscuras. No son para nada intelectuales. Son ignorantes, y oscuros, ni siquiera saben sobre este y sureste. ¡Conocemos esos lugares al igual que conocemos la dirección de nuestras casas!

La reacción del presidente a la petición destaca un aumento gradual de la retórica contra el terror en Turquía que ha respaldado arrestos y acusaciones contra ciudadanos que en la mayoría de países serían considerados ‘inventados’.

El 14 de marzo, Erdogan sugirió escalofriantemente «ampliar la definición» de terrorismo:

Their titles as an MP, an academic, an author, a journalist [3] do not change the fact that they are actually terrorists. An act of terror is successful because of these supporters, these accomplices.

Sus títulos como parlamentario, intelectual, periodista [3] no cambian el hecho de que en realidad son terroristas. Un acto de terror tiene éxito debido a quienes lo apoyan, estos cómplices.

El intelectual de una persona es un terrorista del presidente

Los últimos comentarios de Erdogan llegaron exactamente dos meses después de que los fiscales de Estambul lanzaran [4] la investigación acusando a un grupo de intelectuales de “propaganda terrorista” y de “incitar a la gente al oido, violencia y a infringir la ley” a “insultar las instituciones turcas y a la República Turca”

De un informe [5] de Human Rights Watch de fecha 16 de marzo:

In the latest attack on free speech in Turkey, three academics who signed a peace petition in January 2016 have been jailed by an Istanbul court on suspicion of “making terrorist propaganda.” The three were jailed on March 15, 2016, pending the completion of a criminal investigation.

At least 30 other academics have been dismissed and 27 suspended by their universities pending investigation. The Istanbul prosecutor responsible for terrorism crimes is conducting a criminal investigation into all the academics who signed the petition and many local investigations are taking place.

En el último ataque a la libertad de expresión en Turquía, tres intelectuales que suscribieron una petición de paz en enero de 2016 han sido encarcelados por una corte de Estambul por sospechas de “hacer propaganda terrorista”. Los tres fueron encarcelados el 15 de marzo de 2016, y está pendiente la conclusión de una investigación penal.

Al menos otros 30 intelectuales han sido despedidos y 27 han sido suspendidos por sus universidades mientras dura la investigación. El fiscal de Estambul responsable por delitos de terrorismo está realizando una investigación penal a todos los intelectuales que firmaron la petición y se están llevando a cabo muchas investigaciones locales.

Si se condena a estas personas, enfrentan entre uno y cinco años de prisión.

¡Esto es de locos! Esra Mungan, asistente de cátedra que suscribió «intelectuales por la paz», está en confinamiento solitario en la cárcel.

Política tóxica

Desafortunadamente, aunque muchos están preparados para defender el derecho a la libre expresión de los intelectuales, están también los que están listos para vitorear su persecución.

Sedat Peker, líder criminal condenado con opiniones de derecha, prometió [9] «empaparse en la sangre» de los intelectuales que “correría a raudales”, por ejemplo.

Su declaración llegó poco después de que los tres intelectuales fueron arrestados originalmente con acusaciones de propaganda al terrorismo. Además, un intelectual británico que estaba entre los firmantes internacionales del pedido para poner fin a la violencia fue detenido y luego deportado.

Mientras el escándalo crece, Erdogan ha emitido una amenaza a la suprema corte de Turquía, que resolvió el 25 de febrero [10] que mantener a los dos periodistas en detención antes del juicio fue una violación a sus derechos a la libre expresión.

«Espero que la Corte Constitucional no trate de repetir esto de manera que pondría en duda su existencia y su legitimidad», dijo [11].

Erdogan de Turquía amenaza a la corte por la libertad de los periodistas.

Turquía está ahora virtualmente irreconocible del país que era hace apenas un año. Desde [16] junio de 2015, el país ha visto que seis explosiones han cobrado más de 600 vidas inocentes y herido a más de mil personas.

Esas impactantes estadísticas son en parte el resultado de la dramática desintegración de uno de los mayores logros del gobierno –un casi final al conflicto con los separatistas kurdos– y el respaldo total del estado a abusos de derechos humanos en un momento de crisis.

Mientras su control sobre la política turca se ha visto cada vez más inestable luego de las elecciones sin resultados concluyentes de junio pasado, el partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan está ahora progresando en un clima político de paranoia y antagonismo.

En un clima así, un llamado a la paz se ha vuelto equivalente a un llamado a apoyar la violencia separatista.