¿Pueden las viviendas de bajos ingresos de EE. UU. contar con eficiencia energética y ser económicas?

Virginia Supportive Housing's South Bay Apartments provide sixty supportive studio apartments for formerly homeless single adults in Portsmouth, Virginia. VSH installed the 28.29kW solar array to reduce their long term operating costs and display their commitment to responsible building practices. Photo by Flickr user Urban Grid. CC-BY-NC-SA 2.0

Los departamentos de Virginia Supportive Housing (Organización para la Vivienda Asequible de Virginia) ubicados en South Bay, proveen 60 monoambientes de bajo costo para adultos solteros anteriormente sin techo en Portsmouth, del mismo estado. La organización instaló allí un sistema de paneles solares de 28.29 kW para reducir los gastos de funcionamiento a largo plazo y mostrar su compromiso hacia las prácticas de construcción responsables. Imagen del usuario de Flickr Urban Grid. CC-BY-NC-SA 2.0.

Este artículo de Sophia V. Schweitzer fue publicado originalmente en Ensia.com, una revista que destaca las soluciones medioambientales internacionales en acción, y se republica aquí como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

En la ciudad de Ann Arbor, Michigan, al norte de los Estados Unidos, la comisión municipal de la vivienda está terminando las remodelaciones planta por planta del complejo de vivienda pública de cinco pisos llamado Baker Commons con el objetivo de reducir el uso de la energía en al menos un 20 por ciento. En Pittsburgh, a 280 millas aproximadamente (alrededor de 450 kilómetros), el complejo Uptown Lofts —viviendas económicas inauguradas en febrero de 2015 por la organización sin fines de lucro ACTION-Housing Inc. para brindar hogar a jóvenes adultos finalizando la etapa de crianza temporal y a trabajadores de bajos ingresos— está diseñado de forma tal que puede generar suficiente energía renovable para satisfacer o exceder la demanda anual.

Ambos proyectos brindan una vivienda saludable a los residentes gracias a una buena ventilación y temperaturas estables en el interior, lo que al mismo tiempo reduce las facturas de servicios públicos.

«Las renovaciones han mejorado las cosas», dice la residente de Baker Commons, Carolyn Miller, una ex contadora que ahora administra un programa de viandas y despensa de alimentos en el edificio. «El departamento permanece cálido gracias a la eficiencia energética de las ventanas. También he notado que el equipo no hace tanto ruido como antes cuando está en funcionamiento».

Hace tiempo que mejorar la eficiencia energética es una opción —y un ahorro de dinero— para aquellos que pueden afrontar la inversión inicial. Sin embargo, los cerca de 5 millones de hogares de los Estados Unidos que necesitan una vivienda para personas de bajos ingresos, usualmente inquilinos en edificios multifamiliares, tienen menos probabilidades que otros de poder pagar o de tener la facultad de realizar cambios que, a largo plazo, les harían ahorrar tanto energía como dinero. Por lo tanto, de manera irónica, ellos pagan usualmente las facturas de energía más caras. Un estudio de 2015 realizado por la asociación sin fines de lucro Energy Efficiency For All (Eficiencia energética para todos) sugiere que la implementación de programas de eficiencia energética en un cierto espectro de tipos de vivienda económica podría resultar en un ahorro rentable de energía de entre 15 y 30 por ciento, lo cual representaría, incluso en las escalas más bajas, una gran disminución del uso y ahorros.

Ahora, ¿quién da el puntapié inicial? Los hogares de bajos ingresos no pueden pagar las mejoras. Igualmente importante es el hecho de que están sujetos a contratos de alquiler y, dependiendo del sistema de calefacción y medición del edificio, pueden no tener control directo sobre las facturas de energía. Además, las mejoras necesarias para lograr un ahorro rentable de energía varían ampliamente según la antigüedad y el estado de los edificios, por lo que construir o remodelar para lograr eficiencia energética requiere de una asesoría caso por caso con especialistas en sistemas de energía para edificios.

Las nuevas tendencias en remodelación de viviendas de bajos ingresos para una eficiencia energética, los diseños novedosos de las nuevas viviendas de bajos ingresos de eficiencia energética y las innovaciones en materia de finanzas, colaboración y políticas están comenzando a cambiar el panorama.

Beneficios de la remodelación

Los dueños y los residentes de los edificios podrían ahorrar 3400 millones de dólares por año haciendo renovaciones para la eficiencia energética en viviendas multifamiliares existentes en los Estados Unidos, según un estudio de 2012 realizado por las organizaciones CNT Energy y el Concejo Norteamericano para la Economía Basada en la Eficiencia Energética (ACEEE, por sus siglas en inglés). Sin embargo, mientras eso podría mostrar esas renovaciones como una opción lógica, no es tan simple. Tal como indican Coreina Chan y Jacob Corvidae del grupo de expertos del Instituto Rocky Mountain, mejorar la eficiencia energética en las viviendas de bajos ingresos es «un problema complejo en un campo complicado». Hay muchas partes interesadas involucradas —inquilinos, propietarios, compañías de servicios públicos, acreedores y demás—, cada una con sus propios objetivos. La escala y tamaño de las propiedades también varía mucho, por lo que las renovaciones que tienen sentido en un edificio pueden no tenerlo en otro. Por otro lado, cuando se trata de asuntos tales como las políticas de regulación y las opciones tecnológicas, «el mundo está cambiando rápidamente», dice Chan.

Al mismo tiempo, ese cambio rápido ofrece sus ventajas. Nuevos modelos de negocio y estrategias para fomentar la adopción de remodelaciones que promuevan la eficiencia energética están empezando a surgir gracias, en parte, al trabajo de foros tales como Network for Energy, Water, and Health in Affordable Buildings (Red para la energía, el agua y la salud en edificios económicos)

Además del pensamiento creativo, se necesita también de la ciencia y de los hechos para que los nuevos enfoques sobre la remodelación para la eficiencia energética ganen terreno.

En los foros, las partes que, de otro modo, no hubieran hablado nunca entre sí comparten información y diseñan juntas soluciones tangibles específicas para su contexto local. Los recaudadores de préstamos hipotecarios o los prestamistas, por ejemplo, aprenden a ver los beneficios de las renovaciones al hablar directamente con los propietarios de los edificios. Las compañías de servicios públicos, por citar otro ejemplo, aprenden a calcular mejor las ganancias a largo plazo que pueden acumular si invierten en nuevas tecnologías o si se cambian a un sistema de medición diferente. A través de estas conversaciones, el sector de la vivienda de bajos ingresos deja de ser en parte un caso de beneficencia para pasar a ser más bien un mercado viable con gran potencial económico.

«Los foros son el semillero donde surgen respuestas más fuertes y unificadas para el problema de la energía y la vivienda económica», dice Convidae.

Además del pensamiento creativo, se necesita también de la ciencia y de los hechos para que los nuevos enfoques sobre la remodelación para la eficiencia energética ganen terreno. La organización sin fines de lucro Asociación para la Eficiencia Energética del Noreste (NEEP, por sus siglas en inglés), situada en Lexington, Massachusetts, brinda información local que ayuda a las partes interesadas tales como los propietarios de edificios, las compañías de servicios públicos y los responsables de las políticas a tener una visión a largo plazo. Algunas agencias inmobiliarias invierten en propiedades a más de 20 años al mismo tiempo y pueden, por lo tanto, considerar mejoras de capital con un período de amortización relativamente largo. Esto es lo que sucedió en Michigan, donde la Comisión de Vivienda de Ann Arbor (AAHC, por sus siglas en inglés) se comprometió a que más de 400 unidades de sus viviendas multifamiliares económicas, incluyendo Baker Commons, tengan mayor eficiencia energética. Darren Port, gerente de normativa energética edilicia en la NEEP, dice que la información clara está ayudando a convencer a las compañías de servicios públicos de que acepten también amortizaciones con una perspectiva a largo plazo.

«Invertir en eficiencia tiene para ellos un interés directo», dice Port. «Deben generar más energía dado que la demanda crece, pero es mucho más costoso construir nuevas estaciones que ahorrar energía en servicios ya existentes». Además, debido a que la unidades de vivienda multifamiliar tienden a estar concentradas, los servicios públicos maximizan sus ahorros al dirigirse a ellas en lugar de invertir en viviendas unifamiliares independientes.

Existen varios programas que cubren tanto la vivienda pública como la multifamiliar privada, mediante los cuales el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos ofrece fondos a agencias inmobiliarias y propietarios de edificios para que actualicen las viviendas de bajos ingresos. Sin embargo, el dinero es limitado y sigue prioridades estrictas: «Muchos de los edificios viejos presentan riesgos ambientales para la salud tales como el asbesto, el moho o el plomo, que necesitan solucionarse primero», dice Jason Bing del Ecology Center (Centro de ecología), una organización sin fines de lucro que trabaja con la AAHC en Ann Arbor, Michigan, en dos nuevos proyectos de vivienda económica que aspiran a ser casos ejemplares de construcción residencial ecológica y saludable.

En respuesta, muchos gobiernos locales están juntando sus propios fondos para financiar renovaciones de energía en viviendas económicas. Luego de que el Distrito Municipal de Servicios Públicos de Sacramento, en California, lanzara su programa de remodelación residencial para la eficiencia energética en 2010, la agencia inmobiliaria de Sacramento recibió financiamiento para servicios públicos por 1 millón de dólares al comprometerse a completar la rehabilitación de edificios multifamiliares que daría como resultado una reducción del consumo de energía de entre 25 y 30 por ciento.

Los servicios centralizados sin fines de lucro tales como Elevate Energy también están ayudando a promover las renovaciones de unidades existentes de bajos ingresos al explicar a los propietarios, las compañías de servicios públicos, las instituciones financieras y otros potenciales inversores los beneficios no energéticos, es decir, cualquier consecuencia positiva que acompañe la renovación energética más allá del ahorro de energía. Por ejemplo, el creciente confort que obtienen los hogares de bajos ingresos mediante la remodelación reduce el estrés y los vuelve más productivos en el trabajo. Cuando las facturas de servicios públicos son bajas, los residentes se sienten más cómodos para comprar alimentos. Un estudio del año 2000 realizado por la organización Children's Health Watch demuestra que disminuir el peso de los gastos de energía tiene efectos positivos en los niños pequeños. Los residentes también tienden a quedarse en los hogares en lugar de buscar alternativas más económicas, lo que beneficia a los propietarios de los edificios. La estabilidad, a su vez, puede beneficiar a la economía local —por lo que todos ganan.

«La reducción en las facturas de energía no sólo le quita un enorme peso de encima a las personas de bajos ingresos», dice Bing. «Hay una cascada de beneficios en diversos niveles que acompañan la eficiencia energética».

Incentivo y escala

Las nuevas construcciones de vivienda económica también han entrado en una interesante nueva fase gracias a tecnologías, políticas y programas innovadores.

Actualmente, los desarrolladores de viviendas económicas con o sin fines de lucro producen alrededor del 90 por ciento de los proyectos de vivienda de bajos ingresos en los Estados Unidos, aprovechando el crédito fiscal federal para viviendas de bajos ingresos. Algunas agencias de financiamiento para la vivienda controladas a nivel estatal, que otorgan los créditos mediante un sistema de puntuación, usan la naturaleza competitiva de los créditos fiscales —en promedio sólo de un cuarto a un tercio de los proyectos son financiados— para motivar a los desarrolladores a que avancen hacia la eficiencia energética. Una forma de hacer esto es darle prioridad a los constructores que se comprometen a cumplir con los estándares para la certificación de terceros de construcción ecológica. El complejo Uptown Lofts, por ejemplo, recibió créditos fiscales del estado de Pennsylvania en parte por elegir cumplir con el criterio de eficiencia energética de la organización Passive House Institute US.

Otros programas de certificación de construcción ecológica han surgido dentro de los planes de otros estados que adjudican los créditos fiscales a los desarrolladores, incluyendo los programas Leadership in Energy and Environmental Design para el desarrollo del vecindario, EarthCraft y Enterprise Green Communities. Todos ellos hacen hincapié en la eficiencia energética; algunos también incluyen materiales duraderos y libres de toxinas además de la conservación del agua o, por ejemplo, infraestructura dentro de la comunidad para el uso de la bicicleta y la caminata. En Minneapolis, Minnesota, una propiedad de ingresos mixtos, The Rose, se inauguró el año pasado y fue diseñada para tener un 75 por ciento de eficiencia energética por encima de lo que exige la normativa, además de haber sido construida tomando como guía los estándares del programa Living Building Challenge. Por otro lado, los fuertes incentivos para la eficiencia energética que la Virginia Housing Development Authority (Autoridad para el Desarrollo de la Vivienda de Virginia) puso en la adjudicación de los créditos fiscales tuvo como resultado la certificación de más de 13,500 departamentos en Virginia bajo los estándares de energía de EarthCraft, donde los hogares están obteniendo un ahorro de energía de 54 dólares por mes en promedio comparado con viviendas similares construidas sin los estándares ecológicos.

Ahora, ¿es más caro construir nuevos edificios de energía eficiente, incluso teniendo a disposición los créditos fiscales? No necesariamente. La inversión inicial se va reduciendo en la medida en que se comprometan numerosos proyectos.

«Nunca puedes decir que una construcción debería costar sólo esto o aquello. Siempre depende de la ubicación y las circunstancias», dice Tim McDonald, un arquitecto acreditado y profesor asociado de la Universidad Temple de Filadelfia, que ha estado involucrado en los esfuerzos por expandir el programa estándar de Passive House. «Pero sí puedes hablar de escalas. La demanda conduce los precios».

McDonald señala el costo de las ventanas de triple vidrio: solían venir de Europa, razón por la que eran costosas, pero ahora se fabrican en los Estados Unidos, lo que reduce los gastos totales de construcción. El compartir ideas y herramientas entre todos los desarrolladores que están aprendiendo sobre las prácticas de construcción para la eficiencia energética también genera una eficiencia de costos, dice McDonald. Es gracias a esta concientización que estados como Pennsylvania han dado inicio a concentraciones mayores de viviendas económicas de consumo nulo o que California ha lanzado un plan de acción en 2015 que requiere que, para el año 2020, todas las viviendas nuevas —sean o no económicas— produzcan tanta energía como la que consuman.

En Ann Arbor, donde la comisión de vivienda tiene una lista de espera de más de 500, se iniciarán las obras esta primavera para un nuevo proyecto de viviendas económicas en el que 20 viejas unidades unifamiliares independientes le darán lugar a 42 unidades de estilo urbano. West Arbor, como se llama el proyecto, se ajustará a los estándares del programa Enterprise Green Communities tal como se especifica en el plan para la adjudicación del crédito fiscal de Michigan.

Aquí también es importante el compartir: la visión del proyecto West Arbor va más allá de ser sólo un edificio ecológico para residentes de bajos ingresos e involucra activamente al resto de la comunidad. Los estudiantes de secundaria están creando videos que sirven como manuales para que los residentes de West Arbor aprendan a usar las tecnologías de eficiencia energética, tales como la calefacción y la ventilación, dentro de sus hogares para mayor confort y ahorro de gastos. Los estudiantes de primaria aprenden sobre el diseño ecológico al trabajar con un arquitecto en los planes para la construcción del centro comunitario West Arbor adaptado al clima. Estas actividades ayudan a los jóvenes a entender qué significan la sustentabilidad, los bajos ingresos y la energía.

«Realmente creemos que, si vamos a hacer cambios a nivel local, tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para conseguir que se involucren tantas partes interesadas como sea posible», dice Bing.

Quizás no haya opción. Del otro lado del tablero, tenemos la construcción residencial y comercial que representa el 41 por ciento del consumo total de energía del país. El 45 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero están relacionadas con la industria de la construcción. Para evitar el peligroso cambio climático, no hay construcción exenta.

Sophia V. Schweitzer es una escritora de asuntos científicos que se focaliza en el cambio climático y el medio ambiente. Su trabajo ha aparecido en numerosas publicaciones incluyendo Yale Environment 360, Pacific Standard, Wired.com, Hakai y Buddhadharma. Es la autora de Big Island Journey y otros libros. 

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