Dos años sin Gabriel García Márquez, a modo de homenaje

Gabriel García Marquez

El autor a la izquierda, parado, con pantalones crema y camisa de rayas. Al centro, Gabriel García Marquez con los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico. Foto cortesía del autor.

Una mañana de diciembre de 1992 conocí a Gabriel García Márquez. Para ser totalmente correcto ya el Gabo era mi amigo desde mucho antes, gracias a una novia que tuve. De aquel primer amor adolescente solo quedó en mis manos un ejemplar de la primera edición de «Cien años de soledad» que la chica me había obsequiado. Y por supuesto mi mundo no volvió a ser igual.

Pero aquel encuentro al que aludo en la Escuela de Internacional de Cine en San Antonio de los Baños durante el XIV Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en la Habana, Cuba, se trataba del acontecimiento cinematográfico más importante de la región caribeña al cual pudimos asistir gracias a una clase ofrecida en la Universidad de Puerto Rico. Así fue que García Márquez se tropezó con la delegación boricua y que logramos compartir con él. Tal encuentro fue el punto culminante de un viaje que me permitió además ver películas como “El lado oscuro del corazón”, “Cinema Paradiso” y el “Siglo de las luces”, entre otras. Como si lo anterior no fuera suficiente, presencié un recital del poeta Mario Benedetti.

Gabriel García Marquez

De izquierda a derecha, Sergio Ramírez, Jean Francois Fogel y Jaime Abello. Foto del autor.

Por lo anterior, y a dos años del fallecimiento de Gabriel García Márquez (ocurrido el 17 de abril de 2014) comparto con los lectores de Global Voices una selección de las impresiones que compartieron el escritor nicaragüense Sergio Ramírez y el periodista francés Jean François Fogel durante el conversatorio “Recuerdos del idioma: tres amigos de Gabo a dos años de su muerte” que se efectuó en el Teatro Tapia de San Juan, Puerto Rico el pasado 19 de marzo en el marco del Congreso Internacional de la Lengua Española 2016. El evento tuvo como moderador al colombiano Jaime Abello, director general y cofundador de la hoy Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.

En el conversatorio se recordó al Gabo de diferentes maneras, pasando revista sobre diversos aspectos de su vida y personalidad. También se tocaron temas como su gusto por los boleros, la visión que tenía con respecto al poder y su relación con los Estados Unidos, entre otros:

Jaime Abello (JA): García Márquez hizo que el Congreso de la Lengua se hiciera famosísimo cuando en Zacatecas propuso una nueva manera de abordar la ortografía de la lengua, pero además fue una persona que realmente fue un paladín de nuestra lengua y lo hizo abordando su oficio de escritor desde distintas perspectivas. Por supuesto, la que más le conocemos, por la que es más amado y leído es la literatura: sus novelas y sus cuentos. Pero también como lo recordamos aquí hay un oficio de escritor periodístico de más de 51 años, un oficio de guionista de cine y además de eso de educador de contadores de historias y de periodistas.

Sergio Ramírez (SR): Recuerdo al Gabo como un gran conversador. Alguien que se podía sentar contigo después del almuerzo hasta las 7 de la noche y hablando por supuesto de literatura y también de cine, de política, de asuntos privados también y por supuesto de música, de boleros. El Gabo sabía muchísimos boleros así como sabía de memoria muchas poesías de Rubén Darío por ejemplo y cantaba además.

Jean François Fogel (JFF): Yo era periodista y Gabo era amigo de periodistas… Tuve la suerte de coincidir con él en 1977. Yo era un joven periodista y fue generoso, me trató como un viejo profesional y desde ese momento volví a ver el Gabo pero en misiones periodísticas. Recuerdo una vez que estábamos en Nueva York, cuando volvió allí después de tantos años y fuimos a dar un recorrido en Manhattan y nos detuvieron para pedir autógrafos.

JA: De García Márquez podría abarcar muchas facetas: de literatura, periodismo y cine. Podríamos hablar de su interés en la educación y en su decisión de formar escuelas de cine por un lado y de periodismo por el otro. Podríamos mirar muchos temas pero hay uno que es el más polémico y que sigue dividiendo la percepción y opinión sobre el Gabo: su relación con el poder y los poderosos.

SR: A mí me parece que la relación de García Márquez con el poder es esencial en su literatura y su vida. Siempre decía que había tres temas inmortales en la literatura: el amor, la locura y la muerte. Y yo le decía que el poder. El poder es un cuarto elemento esencial en la literatura y él se veía como un personaje metido en esta máquina del poder. Un hombre de la ciénaga colombiana, del pueblo más pobre que de repente y gracias a su literatura y a su creatividad se ve encumbrado y reclamado por los poderosos… Entonces él comienza a estar en esta relación erótica con el poder.

JFF: Es obvio la figura del caudillo era una cosa muy importante en la literatura de García Márquez; es la figura del patriarca en El otoño del Patriarca; es El General en su Laberinto; una figura que lo apasiona. […] Le gustaba la figura del poder; era una formidable materia prima para él. No hay que olvidar que para Gabo, dentro de su obra la que le parece más completa, en la que él ve culminado su talento es El otoño del patriarca. Y si uno la relee se da cuenta de que es una obra de una efectividad y control en la narración absolutamente fenomenal. Y Gabo analizaba la reacción de la gente a través de la manera en que valoraban los distintos libros de su obra. En su biografía lo dice claramente… Gabo tenía la conciencia que El otoño del patriarca, con razón o sin razón, era lo mejor de su obra y técnicamente era formidable…

JA: La pregunta es, si Gabo en un momento dado dice o se le cita valorando de manera especial El amor en los tiempos del cólera por encima de Cien años de soledad. A qué obedece, siendo unas obras tan distintas.

SR: Él creía que su obra maestra era “El amor en los tiempos del cólera”. Una vez hablando sobre esto él decía: “No, es que Cien años de soledad es la fábula pero la novela verdadera mía es El amor en los tiempos del cólera”. Le gustaba los personajes, le gustaba la historia… Me parece que es una opinión muy subjetiva. Yo creo que un escritor por sí mismo no puede valorar cuál es su obra maestra. Yo sé que las dos son obras maestras pero hasta donde van las cosas, en este momento después de su muerte, “Cien años de soledad” sigue estando por encima…

JFF: Una vez me dijo que había releído Cien años de soledad. Entonces yo le dije: ¿Qué tal? Y me responde: “Faltan dos generaciones más”.

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