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‘Graffitoures’ muestran otra cara de comunas excluidas y reflexionan sobre la violencia en la «Millagrosa Medellín»

Categorías: Latinoamérica, Colombia, Arte y cultura, Derechos humanos, Educación, Guerra y conflicto, Historia, Ideas, Juventud, Medios ciudadanos
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Vista de Medellín desde la Comuna 13 y sus murales. Foto de Yoav Litvin, publicada previamente en Brooklin Street Art y usada con permiso.

Después de décadas de propuestas de reconciliación y transformación, Medellín se muestra como un espacio que ha dejado su historia oscura en el pasado y está saliendo adelante hacia la construcción de una ciudad incluyente y emprendedora. Proyectos grandes de inclusión social, como sistemas de transporte integrados [2] y parque bibliotecas [3], han cambiado la cara de la ciudad hacia el exterior. Sin embargo, aunque estas innovaciones sean premiadas y comentadas [4] dentro y fuera de Colombia, estas propuestas sociales no se extienden a numerosas partes de la ciudad, que vive más allá fronteras invisibles [5] marcadas por el miedo, la inseguridad y la violencia.

Ubicada en el extremo occidental de la ciudad, la Comuna 13 es una de las comunas más alejadas del centro de la ciudad y los problemas de pobreza, marginalización, discriminación e inseguridad son evidentes y así violencias invisibles y visibles, directas e indirectas siguen presentes en las vidas cotidianas de la ciudadanía. La “milagrosa Medellín” los ha dejado olvidados, y esto ha causado indignación.

Así lo cuenta «Kábala» un trabajador comunitario originario de la comuna, artista del graffiti participante de intervenciones artísticas con participación comunitaria. Estas opiniones se dieron en diálogo con los autores del blog Bitácora, Urbanismo y Derecho [6] acerca del «derecho a la ciudad»:

El derecho a la ciudad en la 13 no se da. No tener derecho de ciudad genera una sensación de abandono y condiciones propicias para la represión. Las consecuencias de esto, son miles de protestas, desorden público y social, muertes, atropellos y corrupción. 

La 13 específicamente ha sido una de las comunas más afectadas por la violencia entre guerrillas, grupos paramilitares y el ejercito nacional del Estado dentro del conflicto armado interno [7] que que ha marcado la historia de Colombia en los últimos 50 años. En el marco de este conflicto se han enfrentado al Estado, por décadas, guerrillas de extrema izquierda y luego grupos paramilitares de extrema derecha, carteles del narcotráfico y bandas criminales. Este conflicto ha pasado por varias etapas en las que se ha intensificado. Un de estos períodos se dio en la década de los 80s, en la que algunas de las partes del conflicto financió su lucha con fondos venidos del narcotráfico.

Así, la 13 ha sido testigo de varias operaciones militares que han marcado a la comuna y que han sido parte de este conflico. Una de ellas fue la Operación Orión, en la que la fuerza armada y los paramilitares trabajaron en conjunto para atacar a sectores de la guerrilla ubicada en la Comuna 13 Según el trabajo del medio Las 2 Orillas [8]:

Al final de los registros, que se llevaron a cabo sin órdenes judiciales, se contaron 355 detenciones arbitrarias a las que se añadieron, según el balance oficial, 39 civiles heridos, siete desaparecidos y tres policías muertos. 

Muchos fueron también víctimas de desapariciones forzadas y de violencias sin discriminación. Así, la comuna 13 se mantuvo bajo el control de los paramilitares durante los siguientes seis años, entre 1998 y 2004. Se tiene la teoría de que hasta 300 jóvenes fueron desaparecidos durante este tiempo de ocupación paramilitar [9] de acuerdo con restos encontrados. Hubo testigos que los cuerpos de los y las jóvenes desaparecidos fueron botados en la escombrera de Medellín, un terreno que da vista hacía la comuna 13. Sin embargo, ninguna investigación formal ha sido abierta. 

Graffitoures que cuentan historias de violencias y buscan sanar en colectivo

A raíz de este pasado y la invisibilidad y exclusion del Estado, colectivos comunitarios, como la Casa Kolacho tejiendo su labor de modo independiente y desde abajo, toman las redes para exigir su representación y toman en sus propias manos el desarrollo y visibilidad que no les ha llegado. Al involucrar a jóvenes y mujeres de la propia comunidad estos trabajos facilitan la convivencia colectiva con el fin de lograr la construcción de un futuro más alegre y más seguro. Entre otras labores comunitarias, es a través del graffiti y los murales que se busca contar historias sobre la comunidad. Para ello se ofrecen graffitoures a la ciudadanía de Medellín y a extranjeros y se narran las historias de la 13 desde la apropiación artística de espacios que son hoy símbolos históricos y políticos de violencias pasadas. Algunos de los murales que hacen parte de los recorridos pueden verse en este video:

Del mismo modo, desde la cuenta en Twitter de la Casa Kolacho pueden seguirse las experiencias de los participantes:

Para Kábala el grafitti es una forma de mirar los períodos de violencia en el pasado y resguardar la memoria. En este video, compartido por Catherine Vieira [15], Kábala y su compañero El Perro narran su visión de la Operación Orión y de las violencias pasadas y presentes. Destacan el papel del arte en la recuperación colectiva y los distintos modos en los que la memoria puede sanarse en colectivo:

El grafiti en la Comuna 13 está haciendo memoria, está contando una historia; y cuenta que no queremos que esos dirigentes que juegan a la guerra estén otra vez, que tienen la guerra como un negocio, que no podemos caer en esa misma historia. Este graffiti es para eso, para hacer memoria y reconocer lo que paso durante esa época entre el 98 y 2004.

Es [también] decirle a la gente que no somos ajenos a lo que pasa acá, y en nosotros está la tarea de decirles a los jóvenes, a los nuevos líderes, que nos tenemos que pensar esta comuna de otra forma.

Aunque, a pesar de todo, las violencias continúen:

Hoy por hoy la comuna 13 es el lugar en Latinoamérica más militarizado. La violencia aquí sigue, solo se transformó el tipo de violencia. Ya no es una violencia de una guerrilla, de política. Es una violencia de [pandillas], de drogas, de plata, de peleas de territorio. La violencia continúa como continúa la violencia en El Poblado, en Castilla; contra mujeres, contra niños, donde no hay educación. Es una enfermedad social […] Contamos esta historia con mucha tristeza, pero hay que tenerla en la memoria. La memoria jamás se puede perder porque cuando voz perdés la memoria tendés a repetir lo que se hizo.