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Marchas y saqueos aumentan la tensión en diversos puntos de Venezuela

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La crisis económica y la escasez de alimentos han contribuido a un aumento en los saqueos en Venezuela. Fotografía ampliamente compartida en las redes venezolanas dentro de las discusiones sobre la crisis alimentaria y los saqueos del 11 de mayo de 2016.

La crisis económica y la escasez de alimentos han contribuido a un aumento en los saqueos en Venezuela. Fotografía ampliamente compartida en las redes venezolanas dentro de las discusiones sobre la crisis alimentaria y los saqueos del 11 de mayo de 2016.

De acuerdo con informaciones compartidas por las redes venezolanas y los medios locales, ciertas ciudades de Venezuela han sido escenario en los últimos días de tensiones debidas a protestas y saqueos que parecen aumentar en número [1]. Los saqueos, aunque de origen y explicación siempre confusa, pueden ligarse sin embargo a la profunda crisis económica [2] que ha dado un fuerte ascenso en los últimos meses. Al mismo tiempo, las protestas que han tenido lugar el 11 de mayo de 2016 provienen de grupos de oposición que buscan defender el proceso de referendo revocatorio [3] que se puso en marcha en abril de este año.

Uno de los saqueos que tuvo lugar esta semana y que fue comentado en redes tuvo lugar en Mérida, ciudad al oeste del país. Una protesta estudiantil tomó tintes confusos y terminó en el pillaje de una tienda [4].  Algunos usuarios de Twitter compartieron imágenes de los enfrentamientos con la policía, mientras otros condenaron a los saqueadores y a quienes crearon caos:

Sin embargo, buena parte de los usuarios de la ciudad compartieron también fotografías de los enfrentamientos y defendieron a los estudiantes que iniciaron la protesta. En el caso de Mérida, las protestas se dieron a partir del disgusto de la comunidad estudiantil [9] por la carestía en el comedor universitario:

Un día después de las protestas y el saqueo en Mérida tuvieron lugar las manifestaciones convocadas por la oposición. Las marchas, que se dieron también en la capital, tomaron como causa el referendo revocatorio que, se busca, tenga lugar este año. El objetivo de estas manifestaciones es exigir al Consejo Nacional Electoral cumplir los plazos estipulados que, de acuerdo con los organizadores de la recolección de firmas, no han sido respetados [13].

En las imágenes tomadas por los usuarios de Twitter, la Guardia Nacional también está presente:

La escena se repitió en la capital, Caracas, donde de acuerdo con usuarios como GéGé, la Guardia impide el paso de la marcha hasta el Consejo Nacional Electoral, su destino inicial:

Sin embargo, las manifestaciones no son las únicas imágenes que parecen repetirse en varios puntos del país. Saqueos, e intentos de saqueo detenidos por la Guardia Nacional han sido también parte de la información compartida en las redes venezolanas y parecen volverse más numerosas con la agudización de la escasez:

La escasez, el descontento y la crisis económica contadas en primera persona

En su post publicado en Medium [37] y dentro de la categoría Crónicas de la ciudadana preocupada, Aglalia Berlutti hace un recuento personal de lo que muchos deben enfrentar al momento de buscar víveres y abre una ventana a quienes busquen entender a muchos de los que han sido golpeados por los reveses económicos del país [38]. El contraste con las declaraciones gubernamentales [39], que presentan como exageradas las noticias sobre la escasez, sorprende a quienes pasan por estas penurias. Las crisis de seguridad, eléctrica y alimentaria se cruzan, y se hacen sentir entre quienes pasan horas en largas colas para poder tener acceso a bienes de primera necesidad:

En palabras sencillas, para la Ministra de relaciones Interiores la escasez que se sufre en Venezuela es «aparente». […] Leo la noticia mientras me encuentro en una larga fila para comprar aceite de cocina, arroz y azúcar. Hace más de dos horas que el supermercado abrió sus puertas y más de tres desde que espero poder adquirir la ínfima existencia de productos regulados que según el número de mi cédula podré comprar. Me encuentro de pie bajo el sol, agobiada por la temperatura y la usual sensación de incomodidad y humillación que me produce el método de aguardar por horas para comprar algunos alimentos. Es una escena triste y llena de desesperanza: La multitud abrumada e inquieta que llena la calle, algunos con sus niños tomados de la mano, otros desalentados, sentados de cualquier manera sobre el concreto ardiente.

Aglalia comparte también algunas de las opiniones de otras personas que también deben pasar por distintas limitaciones para obtener alimentos a precios regulados. La alternativa a esto la han representado los llamados «bachaqueros [40]«, o revendedores ambulantes que suelen aumentar el costo de los productos, muchas veces por decenas de veces su costo original:

—Yo tuve que pedir los lunes libres en el trabajo porque si no es así, los muchachos no comen —me explica una mujer que espera unos metros por delante en la fila. Me cuenta que es madre de tres (todos menores de edad y cursando primeros grados de primaria) y que no puede darse el lujo de acudir a los llamados «bachaqueros». —No tengo plata [dinero] hija, no me queda otro remedio que venir para acá a esperar. ¿Qué más puede hacer uno? […] —Yo prefiero hacer mi cola. El otro día encontré café, ¡casi veinte veces el precio de verdad! —comenta— No hay forma de alimentarse en este país. Lo que sea que encuentres por tu lado, es tan costoso que tienes que venir a hacer tu cola y aceptar la limosna al gobierno. Así estamos.

El testimonio también da cuenta de la presencia de la Guardia Nacional, que parece tener un lugar fijo en las colas por la compra de productos por el riesgo, cada vez más creciente, de saqueos:

Un grupo de cinco militares con el arma de reglamento bien visible aparecen caminando por la calle y comienzan a custodiar la cola. Uno de ellos vuelve el rostro brillante por el sudor y nos dedica una mirada dura, remota. Han transcurrido casi cuatro horas desde que llegué y todavía no estoy cerca de entrar al supermercado. Un barullo de gritos y forcejeo llena algunos espacios de la calle y una violenta impaciencia caldea el aire. Todos quieren entrar pero la mayoría está consciente que con toda seguridad, el inventario de productos no será suficiente para satisfacer a las casi centenar de personas que esperan. Siento un rápido latigazo de miedo. Recuerdo las narraciones periodísticas sobre saqueos y hechos de violencia.

El testimonio parece ser una narración que puede ser repetida por numerosos venezolanos en distintos puntos del país. Con una escasez creciente y una crisis política como telón de fondo, Venezuela es vista por muchos como un país en la vía del caos. Hay muy pocas respuestas para las preguntas por el futuro y la preocupación es creciente: