Este poeta disidente dice que las elecciones y el acuerdo nuclear le dan esperanza por Irán

Shahram Rafizadeh was arrested, jailed and tortured after exposing human rights abuses in Iran during the late 1990s. Credit: Matthew Bell

Shahram Rafizadeh fue arrestado, encarcelado y torturado luego de exponer los abusos a los derechos humanos en Irán a fines de los 90. Crédito: Matthew Bell.

Este artículo de Matthew Bell apareció originalmente en PRI.org, el 28 de abril de 2016, y se republica aquí como parte de un acuerdo para compartir contenido.

Las cosas podrían haber resultado muy distintas para Shahram Rafizadeh.

El poeta y periodista de 44 años de edad podría haber terminado muerto, como algunos de sus amigos escritores en Irán. Varios de ellos fueron asesinados en una serie de asesinatos políticos que comenzaron a fines de los noventa.

En lugar de eso, Rafizadeh ahora vive a las afueras de Toronto, donde escribe acerca de la política en Irán para la página Iran Wire y para Radio Farda, la estación de radio en idioma farsi financiada por el gobierno de Estados Unidos, que transmite fuera de Europa del Este.

Él sigue escribiendo poesía. Uno de sus más recientes poemas, afirma, es una severa crítica al supremo líder de Irán, Ayatollah Khamenei. El otro poema, es uno de tipo melancólico acerca de la imposibilidad de ir a casa, intitulado “La primavera de la libertad”.

Rafizadeh escribió este último en 2011, cuando el mundo árabe comenzó a sublevarse en levantamientos populares con el fin de derrocar a los gobernantes autocráticos. Esas protestas le hicieron preguntarse si, exiliados como él, tendrían algún día la libertad de ir a casa.

Con respecto a la libertad de expresión, la República Islámica de Irán se encuentra entre las peores. El país figura en la posición 169, de un total de 180 países, en el índice mundial de libertad de prensa de 2016, publicado por Reporteros sin Fronteras.

Rafizadeh tiene todo el aspecto de un intelectual -lentes, chaqueta de cuero, cigarro. De niño, se levantaba temprano y recitaba poesía persa en voz alta, con lo cual fastidiaba a su papá y a sus hermanos.

En los noventa ganó prestigio en Irán cubriendo los derechos humanos como reportero de un periódico. Pero en su corazón, él aún es un poeta.

“En Irán, si tú quieres escribir poesía, en realidad tú tienes que escribir sobre política“, dice Rafizadeh.

“El gobierno [iraní] se entromete en tu vida privada, sin importar quien seas. Por ello, luego de que comenzaran los asesinatos, decidí escribir poemas políticos”, afirma.

La cadena de asesinatos comenzó en 1998, y una de las primeras víctimas fue un conocido poeta de nombre Mohammad Mokhtari, amigo y mentor de Rafizadeh.

“También fueron asesinados otros intelectuales”, dice. “El régimen iraní estaba asesinando a personas inocentes solo porque se atrevían a pedir cambios y reformas políticas”.

Rafizadeh se las arregló para arrojar luz sobre los asesinatos con sus escritos en las páginas de periódicos pro-reformistas. Pero solo por un tiempo breve.

Eventualmente, Rafizadeh fue arrestado.

“Pasé 86 días en una celda de 1.5 por 2 metros”, dice Rafizadeh. “Y fui torturado”.

Incluso después de que fuera liberado, con un juicio pendiente, dijo que las autoridades amenazaron con dañar a sus hijos si no hacía declaraciones públicas, diciendo que fue tratado bien en prisión y que sus escritos anteriores eran falsos.

Rafizadeh dice que hizo aquello a lo que fue obligado. Pero añade que, “el público iraní sabía quién estaba mintiendo y quién decía la verdad”.

“Además de mí, otros periodistas escribían acerca de la situación de derechos humanos en Irán y tuvimos impacto”, dice Rafizadeh. No obstante, sintió que debía abandonar el país luego de que la corte lo condenara a recibir 20 latigazos y 9 meses en prisión. Escapó a Turquía el 2005. Dos años después, consiguíó asilo en Canadá.

La historia personal de Rafizadeh se detalla en un nuevo libro, titulado “Children of Paradise: The Struggle for the Soul of Iran,” de Laura Secor. Ella realiza una crónica de lo ocurrido a Rafizadeh y a otros activistas de la sociedad civil, escritores y pensadores que tomaron parte de un más grande movimiento reformista, el cual saltara a la fama a fines de los 90.

“El escenario estaba realmente pletórico de gente joven, muy entusiasmada por tomar parte en la construcción de un futuro mejor en Irán”, dice Secor.

“Pero, con lo ocurrido, hay en Irán lo que se podría llamar un ‘estado profundo'”.

El estado profundo, según lo describe Secor, se compone de la línea dura de los cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán, sus agencias de inteligencia y la judicatura. Ninguno de estos actores políticos responde completamente al gobierno electo de Irán. Ello permitió a la línea dura lanzar una campaña brutal en contra de la campaña reformista del entonces presidente Mohammad Khatami y sus partidarios. Las medidas severas comenzaron a fines de los 90 y continuaron hasta principios del nuevo siglo.

“La tragedia de esos años fue que, a fines del segundo periodo de Khatami, muchos iraníes estaban desilusionados. Sentían que habían llevado al poder a esas personas reformistas, pero que los reformistas no pudieron ser muy efectivos”, dice Secor.

“Aun cuando su propia gente -sus propios partidarios [reformistas] eran acosados, encarcelados o amenazados por el aparato de seguridad, los reformistas no fueron capaces de confrontar de manera efectiva ese estado profundo”.

Otro personaje en el libro de Secor es Asieh Amini, quien confrontó al aparato judicial para hacer cumplir la prohibición de lapidar mujeres, acusadas de “ofensas a la castidad”. El capítulo acerca de Amini fue también publicado en the New Yorker.

Muchos intelectuales reformistas iraníes, afirma Secor, llegaron a la conclusión de que, una lucha real por la reforma iba a implicar una batalla política contra el aparato judicial.

“Tú puedes luchar todo lo que quieras por los derechos y las libertades en la escena política, pero si no hay protección judicial de los mismos, eso es un problema fundamental”, dice.

Entonces, ¿la campaña reformista en Irán debería ser optimista?

“Yo veo el comportamiento del electorado iraní como un motivo para ser optimista”, dice Secor.

Los electores en Irán fueron a las urnas en grandes cantidades para la elección parlamentaria de febrero a fin de apoyar candidatos moderados y reformistas, y para bloquear la agenda de la línea dura. Secor dice que esto fue un triunfo del voto estratégico de parte del sector reformista iraní.

A pesar de todos los contratiempos, Secor dice que el espacio de participación política en Irán sigue en disputa. Al mismo tiempo, “Aún hay una sensación de que la gente común tiene derecho a encontrar espacio en el sistema y abrigar algo de esperanza”, dice.

Shahram Rafizadeh dice que un par de cosas le dan esperanza para el futuro.

En primer lugar, menciona el acuerdo nuclear que Irán consiguió con los Estados Unidos. Rafizadeh dice que el acuerdo debe quitar presión de la clase media iraní, la cual ha sufrido por las sanciones económicas. Y en segundo lugar está el sistema electoral.

“Cuando la gente votó por los moderados y los reformistas en la reciente elección parlamentaria, eso fue un acto de resistencia en contra del líder supremo y la línea dura”, dice.

“Y eso es significativo”.

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