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Una novela sobre la ‘gente anónima que día a día vive, se enamora, resiste y lucha’ por Siria

Categorías: Europa Occidental, Medio Oriente y Norte de África, España, Siria, Activismo digital, Derechos humanos, Guerra y conflicto, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Política, Protesta, Relaciones internacionales
Leila Nachawati Rego

Leila Nachawati Rego. Foto cortesía de Leila.

La activista y periodista siria-gallega Leila Nachawati Rego [1] le apuesta a contar otras historias; esas historias que no leemos, ni vemos, ni escuchamos. Uno de sus países, y más grandes pasiones, Siria, ha estado inmersa en una guerra cruenta y sanguinaria, pero allí también florecen el amor y la resistencia. Y sobre esto, entre otras cosas, es su primera novela «Cuando la revolución termine.» [2]

Leila (leila_na [3]) conversó via email con Global Voices, otra de sus grandes pasiones y donde también colabora, sobre su nueva novela, la literatura, las identidades, y sus recuerdos de otro Damasco.

Global Voices (GV): Para contar esta historia, ¿qué te permite la literatura que no te ofrecía el periodismo?

Leila Nachawati (LN): Llevo años escribiendo artículos y ensayos sobre Siria y oriente medio, y cuanto más pasaba el tiempo más me parecía que la región no se entiende, se interpreta en claves geostratégicas y religiosas/identitarias. Creo que una novela puede llegar a un público más amplio y hacer que la gente empatice con un contexto que consideran lejano y en realidad no lo es tanto. Las críticas de la novela hasta el momento han destacado el hecho de que la novela muestra cómo era Siria antes de 2011, cómo se vivía, qué se comía, cómo se divertía la gente… y luego qué reivindican a partir de las protestas de 2011, qué reclaman… y eso es importante porque acerca y facilita la empatía, algo que no siempre se da con análisis y coberturas de medios de comunicación de masas.
GV: Tu novela es política, y también es una novela de amor; amor por los hijos, las amistades, amor porCuando la Revolucion Termine las parejas, por los países y sus ciudades. Hace tiempo que lo único que leemos de Siria son historias de muerte, horror y desolación. ¿Qué es lo que no leemos de Siria? ¿Cuáles son esas otras historias que hay que contar?
LN: Leemos a diario historias en las que los protagonistas son los que destruyen (ya sea Asad o ISIS /Daesh, y escuchamos poco a los que resisten, a los que construyen y reconstruyen en un contexto cada vez más difícil. Mi novela es un homenaje a esa gente anónima que día a día vive, se enamora, resiste y lucha por su país, por una sociedad mejor aunque todos los vientos soplen en contra.
GV: Tú eres siria-gallega, ¿cómo has navegado tus identidades?
LN: Creo que quienes vivimos a caballo entre dos culturas tenemos esa doble visión que nos permite ser una especie de puente, de traductores de entornos distintos que en realidad tienen mucho en común. La «distancia media» de la que hablaba Aristóteles.
GV: Cuéntame sobre algunos de tus recuerdos de Damasco.
LN: Damasco para mí es ruido de tornos, de obras sin acabar, de bocinas de coche en el tráfico en hora punta, de olor a arguile de dos manzanas, de cebolla friéndose en mantequilla, de naranjas y jazmín. De sonrisas y miradas cómplices, de silencios que hablan más que cualquier grito, de susurros, de deseo reprimido de cambio.
Leila señala un cartel que pide la libertad del desarrollador de software sirio, Bassel Khartabil. Foto cortesía de Leila.

Leila señala un cartel que pide la libertad del desarrollador de software sirio, Bassel Khartabil. Foto cortesía de Leila.

GV: ¿Cómo te ha influenciado pertenecer a este gran colectivo Global Voices ha tenido en tu vida? Sé que la protagonista de tu novela es colaboradora de GV…
LN: Global Voices marcó un antes y un después en mi vida, me permitió conocer a toda una generación de activistas que me abrió los ojos a unas luchas y deseos de cambio, de justicia social, que parte de lo local y a la vez es muy global, basada en unas redes de solidaridad muy fuertes y unos vínculos que se crean más allá de las diferencias culturales. En la novela, Global Voices marca un punto de inflexión en la trayectoria de la protagonista, que dice: «Antes de 2011, en todos mis viajes a Siria, no había conocido a un solo activista. Conocería a muchos a partir de entonces»