El adiós a Irma Rambaran, una escritora a quien debimos conocer mejor

The gathering at Trinidad's Medulla Gallery to pay tribute to the late, remarkable writer Irma Rambaran. Photo courtesy Bocas Litfest.

La reunión en la Galería Medulla de Trinidad para homenajear a la destacada escritora fallecida Irma Rambaran. Foto cortesía del Festival Literario Bocas.

Cuando vi el nombre de Salman Rushdie en el programa del Festival Literario y Feria de Libros de las Islas Vírgenes de este año, recé por los organizadores del festival. Desde luego, tener como invitado a una celebridad es el sueño de todo festival: un nombre prominente eleva el perfil del evento e incorpora al público no especializado. Pero las luminarias también absorben el oxígeno, la atención y la energía de los organizadores y los medios, y proyectan su larga sombra sobre otros invitados valiosos. Para un festival joven de una isla de 50.000 habitantes, una figura como Rushdie, quien gracias a un edicto religioso emitido por el Ayatollah Khomeini, una exesposa que conduce «Iron Chef» y su propia personalidad mediática ha logrado alcanzar un nivel de celebridad inusual, era demasiado.

Y luego llega la noticia, dos días antes de la apertura del festival el 22 de abril, de que Rushdie había cancelado. Una noticia particularmente desafortunada en vista de que el VI Festival Literario no es gratuito ni barato; aquellos que venían al festival especialmente por la presencia estelar de Rushdie deben estar muy decepcionados. Probablemente sea aún más lamentable el hecho de que éste no sería el plantón más famoso del eminente escritor, pues ¿qué puede ganarle a su retiro del Festival Literario de Jaipur de 2012 tras enterarse de que era el posible objetivo de unos asesinos enviados por algún «don» del submundo?

Al anochecer del día en que se anunció la cancelación de Rushdie para el VI Festival Literario, unas treinta personas nos reunimos en el subsuelo de paredes blancas de la Galería de Arte Medulla, a 800 kilómetros al sudeste de St. Croix en Puerto España, Trinidad, para rendir homenaje a una escritora que, en todo aspecto excepto en la etnia, es opuesta a Rushdie.

La actividad había sido armada rápidamente por los escritores Nicholas Laughlin, quien es también director de programación del Festival Literario Bocas, y Anu Lakhan, e incorporada al programa previo al Bocas, cuya sexta edición se inauguraba el 23 de abril. (Y es ahora, probablemente, el momento oportuno para revelar mi parcialidad hacia el Festival Literario Bocas: soy amiga y seguidora tanto del festival como de sus organizadores).

Para muchos de los presentes esa noche, quizás el aspecto más importante en el que la escritora en cuestión es opuesta a Rushdie es que éste último sigue vivo. Irma Rambaran falleció a fines de febrero de 2016; en silencio, como era su estilo, a los cincuenta y tantos largos. Según la información promocional del evento, era una escritora y periodista ‘cuya obra literaria fue poco publicada pero muy admirada por sus afortunados lectores’.

Trindiadian writer Irma Rambaran in her younger days. She died in February 2016, in her late fifties. Photo from her Facebook page.

La escritora trinitaria Irma Rambaran en su juventud. Foto de su página de Facebook.

Me encontré con Irma varias veces, pero no pertenecía al pequeño círculo que conocía a fondo su trabajo. Tres de las personas que leían sus historias esa noche conocían íntimamente su obra. Nicholas y Anu y la escritora y poetisa Lisa Allen-Agostini habían conocido a Irma en el campus de de San Agustín de la Universidad de las Indias Occidentales (UWI) hace veintitantos años. A pesar de ser varios años mayor que ellos, ‘siempre tenía suficiente tiempo para nosotros’, dijo Nicholas en sus palabras de apertura. ‘Creo que la razón de que no nos diéramos cuenta de la diferencia de edad era que nos trataba como personas comunes que piensan’.

Irma, además, se encontraba entre los escritores que publicaba Nicholas en Prometheus, una pequeña revista literaria que inició cuando estaba en la UWI. Irma le entregaba un paquete de papeles, un día con varios trabajos breves, a veces constaban de uno o dos párrafos, o unas pocas oraciones, que podían o no ser de ficción. Se refería a ellas como viñetas: en la jerga literaria actual, las llamarían «cuentos cortos» o «ficción corta». Recuerda que las leía y pensaba: ‘Guau, sí que sabe lo que hace’.

A lo largo de los años, Irma publicó una buena cantidad de sus creaciones literarias en las revistas y periódicos trinitarios, entre ellos, The New Voices, Caribbean Beat, Anansesem, Newsday y el Trinidad & Tobago Review, aunque la autopromoción no era uno de sus talentos. Trabajó en varios medios de comunicación de Trinidad, incluso en la unidad de televisión del gobierno. Gracias a un ensayo de la académica Kris Rampersad dedicado a Irma, descubrí que en 1990, fue guionista de las series televisivas «Book Talk» y «Cross Country«, un programa de viajes de producción local que mostraba los rincones menos conocidos de Trinidad y Tobago y que, según Rampersad, fue el programa más popular de la televisión en aquel momento.

Anu Lakhan dio a entender que, tal vez, Irma aprendió sobre el formato de la viñeta del escritor y profesor de escritura creativa Wayne Brown, quien estaba convencido de que aprender a escribir estas instantáneas en palabras, contar una historia de manera clara, concisa y vivaz utilizando sólo el material inmediatamente disponible a los sentidos, era una disciplina fundamental para un escritor incipiente. Probablemente, para la mayoría de los alumnos de Brown, era un ejercicio útil e interesante mas no una forma de expresión que les interesara perfeccionar. A juzgar por las primeras tres o cuatro lecturas de la noche, se trataba de un género en el que Irma se sentía completamente a gusto.

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“Viernes por la mañana” y “Hora de almuerzo”, dos obras sueltas y frescas de apenas poco más de 150 y 130 palabras respectivamente, son casi transgresoras en su economía. A través de la descripción momentos y pequeños gestos que parecen mundanos, aparentemente, Irma logra transmitir todo un mundo de sentimientos. En “Incansable” (de 93 palabras) demuestra una facilidad por el diálogo y una sincronización humorística aguda. “Ojos y sonrisas” es un telegrama de apenas 240 palabras sobre la sensualidad que impregna al carnaval de Trinidad.

Kris Rampersad escribe sobre el talento de Irma para ‘dibujar una satírica analogía de una gran obra de la literatura, o alguna experiencia anecdótica, una idea o incidente humorístico… lo cual nos permite redirigir el foco y verter las energías creativas en dar forma al trabajo que tenemos frente a nosotros, en lugar de desperdiciarla en lamentos’. Dos de las obras del programa sí tienen un hilo narrativo inspirado en acontecimientos actuales, pero no arrancados de los titulares sino tomados cuidadosamente y vueltos a imaginar colocando a los de la periferia en el centro como protagonistas.

Un hombre simple”, quizás el trabajo más conmovedor leído esa noche, imagina los acontecimientos relacionados con el lanzamiento aéreo por error de un fardo de cocaína sobre una aldea pesquera, y muestra el sólido manejo de Irma de los cuentos más largos y un genuino talento por la trama, la organización de los detalles y la exposición ordenada para llegar a una poderosa revelación. “Circular, Drive” es un recuento hilarante y perfectamente afinado de la dramática fuga de prisión de Puerto España del año pasado desde el punto de vista del taxista que terminó llevando a uno de los prófugos.

Irma no era poco complicada (¿qué buen escritor lo es?): Rhoma Spencer, en su prólogo a la lectura de “Rum Shop” [Tienda de rones], hizo alusión a un problema con el alcohol, al igual que Kris Rampersad en su ensayo. Sin embargo, a través de todas las historias leídas esa noche, brillaba una profunda humanidad. “Aunque las tramas que le inserta resultan difíciles o crueles”, dijo Nicholas Laughlin en su charla de apertura, “nunca pensabas que era cruel con sus personajes. Hoy existen escritores de quienes pensamos que son sádicos con lo que hacen pasar a sus personajes. Pero nunca podríamos decir eso de Irma”. Sus personajes se guiaban por una brújula moral cuya aguja oscilaba un poco, pero que generalmente se inclinaba hacia la decencia, y la forma en que retrata a Trinidad es inusualmente delicada. En “Rum Shop”, por ejemplo, el dueño de un bar que estafa a un cliente resulta tener un motivo ulterior compasivo. Hasta el prófugo de “Circular, Drive” tiene algunas cualidades que lo redimen.

Al término de una hora de escuchar la obra de Irma, que se presta especialmente bien para leer en voz alta, el grupo reunido en el subsuelo de la Galería Medulla tomando vino, citando líneas que nos conmovieron y coincidiendo en que Irma, con su habilidad para pintar imágenes con palabras y crear atmósferas, hubiera sido una guionista impresionante, queríamos creer que existía un caché de notas esperando a ser descubierto, un disco duro escondido en algún lado, que tuviera más trabajos de Irma.

Los eventos de marca de los festivales y conferencias son excelentes, pero se dice muchas veces que son las sorpresas, los encuentros fortuitos que tienen lugar en los pasillos e intersticios, los que resultan de mayor valor. Y agrego a la lista las sesiones donde descubres que un escritor cuyo trabajo antes desconocías es verdaderamente brillante. Si Irma Rambaran no hubiese fallecido el febrero pasado, probablemente, el afortunado grupo de esa sala blanca del 20 de abril no hubiese tenido la oportunidad de vivir la experiencia de su obra en conjunto, y conmoverse y entretenerse con su amena escritura. El Festival Literario Bocas aún no empezaba oficialmente, pero quizás ya había tenido lugar una de sus actividades más importantes.

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