Cuando los inmigrantes no encuentran trabajo en España a veces venden cerveza en las calles

Screenshot from the documentary "Road Beers."

Captura de pantalla del documental «Road Beers».

Latas de cervezas vacías y arrugadas siembran de basura el suelo de un barrio de moda en Madrid. El amanecer pronto teñirá el cielo con sus colores rojizos y sin embargo, hay todavía bullicio por el barrio. «Nadie va a la cama en Madrid antes del amanecer», escribió el escritor estadounidense Ernest Hemingway en 1932 sobre la capital de España, y su comentario sigue siendo verdadero ocho décadas después.

Los juerguistas pasean todavía por las calles de piedra irregulares, mientras los hombres que recolectan la basura comienzan su turno de día, limpiando lo que quedó de la última noche de botellón– un término que en España se refiere a la costumbre de beber con amigos al aire libre.

No son los únicos despiertos a estas horas tan tempranas. Los vendedores ambulantes con la esperanza de hacer una última venta, vigilan sus carros de compra llenos de cerveza. Otros caminan por la zona en busca de clientes, las latas de cerveza tintineando en los bolsos en los cuales las transportan. Muchos de ellos son inmigrantes que recurren a la venta ambulante de cerveza cuando no pueden encontrar ningún otro trabajo.

Son escenas que tienen lugar cada fin de semana – y también en algunas noches durante la semana – en Madrid y en otros lugares en toda España. Los jóvenes llenan las plazas de las ciudades para pasárselo bien, y los vendedores ambulantes intentan ganarse algo de dinero, suministrándoles abundante cerveza.

Un documental corto recientemente publicado en Vimeo presenta a los espectadores uno de estos vendedores: Hashem, proveniente de Bangladesh, que cuenta que ha estado vendiendo cerveza en Madrid desde hace cinco años.

Rodado en 2015, «Road Beers» de Dennis Harvey retrata a Hashem mientras vende cerveza durante el día y la noche, trabajando largas horas para enviar dinero a su familia. Hashem cuenta que era miembro de un consejo local en la ciudad en Bangladesh, y explica que ha venido a España luego que empezó la violencia en la ciudad, tras un cambio de gobierno.

Dice que ha buscado otro trabajo, aunque no ha podido encontrar nada. «No me gusta vender cerveza», dice al cineasta, pero «necesito el dinero para enviar a mi familia».

La venta ambulante de cerveza es ilegal y puede acarrear multas de 150 euros (unos 167 dólares) o más. Hashem dice que la policía lo ha multado varias veces, pero no tiene fondos para pagar:

Many times police take [away the beer] and fine, take and fine, so it's very difficult this job.

Muchas veces la policía confisca la cerveza y aplica una multa, confisca y multa, por lo que es muy difícil este trabajo.

Hashem no tiene papeles y dice que espera un día obtener la residencia legal, para que pueda visitar a su familia sin el temor de ser impedido de volver a entrar en España al regreso. Mientras tanto, se mantiene en contacto con su familia por teléfono y Facebook.

Este fenómeno no es nuevo. De hecho, hace seis años entrevisté a dos de esos vendedores provenientes de China, para un artículo publicado en el sitio internacional de noticias Global Post. Un hombre llamado Yu me dijo que sin papeles y sin trabajo regular, no tenía más opción que vender cerveza en las calles para pagar la deuda que había acumulado en la migración a España.

En China, dijo, España era vista como una tierra de oportunidades, no obstante, la realidad no correspondía a sus expectativas esperanzadoras.

Y Liu, una mujer que había dejado a su hijo pequeño en Shanghái, dijo que comenzó a vender cerveza en la calle como último recurso, luego que sus intentos de trabajar como niñera y como vendedora en tiendas de conveniencia resultaron desastrosos. «Me arrepentí desde el primer día que llegué», dijo:

We don’t want to do illegal things. We don’t want to do this, but we’re forced to do this.

No queremos hacer cosas ilegales. No queremos hacer esto, sin embargo, nos vemos obligados a hacerlo.

En ese momento, España estaba hundiéndose en una brutal crisis económica y en 2013, en el auge de la crisis, el desempleo alcanzó casi el 27%. Desde entonces, el país ha ido lentamente alejándose del abismo, aunque la tasa de desempleo sigue siendo una de las más altas en la Unión Europea (aunque el verdadero número de parados sea probablemente menor que el recuento oficial, debido al trabajo sin contrato que no aparece en las estadísticas).

En el primer trimestre del 2016, el desempleo estaba en los 19.81% para las personas de nacionalidad española, según una encuesta sobre la población activa realizada por Instituto Nacional de Estadísticas de España. Para los inmigrantes, quienes representan cerca del 10% de la población de 46,5 millones del país , era del 29,72%. Si se quita la gente proveniente de países de la Unión Europea, los números de desempleados extranjeros se elevan a 33,18%.

En este contexto económico difícil, las autoridades han tomado medidas enérgicas una y otra vez en contra de la venta ambulante de cerveza. Los vendedores, no obstante, no han dejado de salir a la calle para venderla.

Los inmigrantes, sin embargo, no son los únicos que intentan salir adelante con la venta ambulante. El autor de un blog llamado No Tengo Curro (No tengo trabajo) habló con un vendedor ambulante de cerveza español en mayo del 2015 y publicó los consejos del hombre sobre cómo sus compatriotas en el paro, tanto hombres como mujeres, podrían meterse en el negocio. En un comentario al final del post, el bloguero admitió no saber lo que sucedería si una persona, una vez pillada, no pagara la multa. Aunque afirma que hacer algo es mejor que no hacer nada:

No te asustes hombre, no pasa nada, bueno si, que si no te buscas la vida en este país, no comes.

El 2012 en Madrid, el Gobierno regional duplicó el valor de la multa por beber en las calles de 300 a 600 euros, no obstante, los botellones no han desaparecido. El desempleo entre los jóvenes del país ronda a los 45% y los trabajos disponibles en general, son precarios y mal pagados. Comprar una cerveza a un euro de un vendedor ambulante y beberla con amigos en una plaza es mucho más económico que tomar una cerveza en un bar.

Así que, por el momento, beber cerveza en las calle en España continúa en alza.

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