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Una vigilia en San Francisco por las víctimas del tiroteo en Orlando promete enfrentar el odio con más amor

Categorías: Norteamérica, Estados Unidos, LGBTQI+, Medios ciudadanos, The Bridge
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Miles se reunieron en San Francisco para rendir homenaje a las víctimas del tiroteo masivo del 12 de junio en el club nocturno Pulse en Orlando, Florida. FOTO: Tim Redmond, 48hills.org, usado con permiso.

Como muchos otros, me desperté el lunes y escuché las noticias del tiroteo en Orlando. Escuché las palabras «club», «tiroteo» y el nombre del tirador.

No sé si algún día podré describir la magnitud del dolor, ira y frustración que siento cada vez que un ataque ocurre de manos de un individuo de nombre musulmán. Es como recibir puñetazos en la barriga repetidas veces, sin tiempo para respirar. Quiero estar de duelo como parte de una comunidad, pero en vez de ello, me siento temerosa hasta cuando lloro las muertes. Siento miedo de las repercusiones que esto tendrá en las personas que nada tienen que ver con el incidente —personas que están tan alejadas de la mentalidad del atacante que ellas también son blancos de este tipo de violencia. He visto y vivido de todo, y también lo han hecho mi familia y amigos. Desde ser ‘de alto riesgo’ hasta ‘daño colateral’, lo hemos escuchado y vivido. Se nos dijo que quejarnos nos convierte en idealistas, y que no deberíamos ‘jugar el papel de víctimas’. Así que en vez de ello, lo usamos como leña para bromas morbosas. Nunca ayuda.

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Un asistente a la vigilia en San Francisco por las víctimas del tiroteo masivo en el club nocturno Pulse de Orlando.  FOTO: Sana Saleem.

A medida que las noticias del ataque se desarrollaban, los comentarios iban llegando. ¿Cómo comparto mis condolencias? ¿Qué sería apropiado viniendo de una mujer paquistaní musulmana como yo? La primera idea que me vino a la mente fue: ¿por qué demonios este lunático tuvo acceso a armas? Pero si publicaba eso me iban a decir que estaba poniendo pretextos para el extremismo religioso. Si condenaba el extremismo religioso, me dirían que me disculpara por los pecados de otros. Si me disculpaba por los pecados de otros, me dirían que estaba complaciendo la Islamofobia. Si no decía nada, me dirían que soy complaciente también.

Con los labios sellados, de duelo y frustrada, salí de casa para unirme a los miles que se congregaron en las calles de San Francisco. El estado de ánimo en Castro, el corazón del movimiento LGBT, era vívidamente colorido, pero solemne.

Estuve parada junto a miles de otros, mientras una persona después de otra expresaba su miedo, su dolor. Ellos hablaron de saber cómo se siente ser odiado y marginado. Pero sobre todas las cosas, aún en su duelo, cada uno de ellos se mantuvo firme en contra de tomar como blanco a otra comunidad. «No en nuestro nombre», dijeron. Cada uno de los oradores se comprometió a no dejar que el incidente fuera usado para acosar más a los musulmanes en Estados Unidos y alrededor del mundo.

Vi a un hombre mayor que rompió a llorar, sosteniendo su cabeza entre sus manos mientras que su pareja cantaba «Lo superaremos» en su oído para tranquilizarlo. Vi a gente tomada de las manos, encendiendo velas y abrazando a extraños. En la multitud de miles, cada uno de nosotros tenía una historia, una reacción, y era correcto compartirla. Era correcto ser quien soy, estar en mi lugar y no forzarme a demostrar mi valía antes de que se me permitiera estar de duelo como cualquier otra persona. Vi a gente prometer que responderían a este odio asesino con más amor, hasta con más aceptación, y con mucha más compasión.

La noche del lunes vi a una ciudad como ninguna. Ah, San Francisco, aún de luto eres impresionante, valiente y comprometida más allá de la convicción.

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‘… aún en su luto cada uno de ellos se mantuvo firme contra acosar a otra comunidad. «No en nuestro nombre,» ellos dijeron.’ FOTO: Sana Saleem.