Campus sangriento: el asesinato de un estudiante enciende las protestas generalizadas en Sudán

Sudanese university student Mohamed Al-Sadiq was shot by suspected security agents at a student protest on April 27, 2016. PHOTO: Al-Tareeq. Used with permission.

Mohamed Al-Sadiq, un universitario del Sudán asesinado por presuntos agentes de seguridad en una protesta estudiantil el 27 de abril de 2016. FOTO: Al-Tareeq. Usada con permiso.

La publicación de este artículo es parte de un acuerdo de colaboración entre Global Voices y Nuba Reports.

Mohamed Al-Sadiq, un estudiante sudanés de 19 años de la Universidad Omdurmán Al-Ahlia en Sudán, iba con mucha prisa. Sin hacer caso a los ruegos de su madre para que comiera algo antes, salió disparado hacia un acto público del campus en la capital económica del país. Era el 27 de abril, día fatídico en el que su madre, Saadia Al-Ahemer, recibiría la noticia de que su hijo había aparecido con disparos cerca del corazón.

«No necesitaron decirme que estaba muerto. Nadie sobrevive a unos disparos en el pecho», dijo Al-Ahemer mientras se retorcía las manos sentada en su humilde hogar de un suburbio de Omdurmán. «Estaba estudiando para sus exámenes en la universidad y pronto iba a pasar al tercer curso».

“No necesitaron decirme que estaba muerto. Nadie sobrevive a unos disparos en el pecho.”

Las protestas estudiantiles estallaron en todos los rincones del país con la participación de al menos diez universidades, como reacción a los disparos de los presuntos agentes de seguridad de Al-Sadiq y también por lo acontecido el 19 de abril, cuando agentes de seguridad y estudiantes afiliados al partido del gobierno acabaron con la vida de Abubakar Al-Sideeg, un estudiante de la Universidad de Kordofán. Al-Sideeg fue asesinado en El-Obeid, al norte de la provincia de Kordofán, después de que él y otros estudiantes afiliados al partido de la oposición intentaran presentar su lista de candidatos a las elecciones de la unión de estudiantes.

Un fórum sobre política que terminó en tragedia

La reunión a la que asistió Al-Sadiq el 27 de abril era un fórum organizado por la Unión de Estudiantes de los Montes Nuba para debatir sobre un ataque contra la secretaria de cultura, llevado a cabo por estudiantes simpatizantes del actual partido gobernante, el Partido del Congreso Nacional (NCP). Cuando no hacía ni media hora que había comenzado el evento, se originaron enfrentamientos entre estudiantes del NCP —apoyados por agentes de seguridad— y estudiantes de Nuba. Los seguidores del NCP iban mejor armados y obligaron a los otros estudiantes a reorganizarse fuera del campus. Según un miembro de la Unión de Estudiantes, Khalid Abdullah*, una vez fuera un hombre armado disparó a Mohamed Al-Sadiq y lo mató.

«Creemos que tenían un objetivo, ya que los primeros disparos iban dirigidos al orador pero fallaron por pocos centímetros», dijo Ahmed Yasin, uno de los líderes de la Unión.

Al-Sadiq era el mayor de cinco hijos. Su padre es un jugador de fútbol profesional retirado y su madre trabaja como «dama del té» haciendo largos turnos en el mercado de Banat para vender té y café. Ninguno de los dos tuvo la oportunidad de ir a la universidad, pero habían decidido que su hijo sí iría. «No solo era mi hijo, también mi esperanza», dice la madre de Al-Sadiq. «He luchado toda mi vida para verle en la universidad, y cuando estuvo dentro seguí luchando para pagar las matrículas». Al-Sadiq había hecho la promesa a su madre de que ayudaría a sus hermanos a alcanzar niveles de educación similares.

«Su madre y yo hemos pasado muchos apuros para educarle», nos cuenta su padre Al-Sadiq «Wee» El-Houli. «Me propuse que estudiara para que pudiera valerse por sí mismo y ser un buen ejemplo para sus hermanos». Impactado por la muerte de su hijo, Weew dice que le costó mucho creer que esto pudiera pasar. «Le pido al gobierno que solo me diga quién mató a mi hijo, y si hay posibilidad de hacer justicia que me lo digan».

En vez de buscar al atacante, las autoridades arrestaron a dos miembros de la Unión Nuba, Kamal Aris y Faris Hussein, quienes intentaron ayudar a Al-Sadiq tras los disparos, dice Yasin. Aris y Hussein se enfrentan a cargos por disturbios y alteración del orden público.

«Conseguimos una orden para que lo soltaran bajo fianza al día siguiente, pero nos la denegaron y alargaron su detención tres días más. Ahora se enfrentan a sentencias de cinco años de prisión», dice un abogado que trabaja en el caso y el cual nos pidió no publicar su nombre mientras no se solucionara. Sudán rectificó hace poco su código criminal con una enmienda que estipula condenas de cinco años de prisión por disturbios. Aris y Hussein han sido liberados, pero se mantienen las acusaciones.

La difícil situación de los Estudiantes Nuba

La Unión de Estudiantes de los Montes Nuba se formó en 2007 por graduados de la región, y tiene representación en gran parte de universidades dentro y fuera de Jartum.

«Nuestras actividades son mayormente culturales, con ellas queremos concienciar a la gente de nuestro rico patrimonio cultural. No somos un cuerpo político ni tampoco damos apoyo a políticos, pero aun así seguimos siendo su objetivo», dice Yasin.

«El evento se supone que debía celebrarse en el club Kiga, encargado del catering para los Estudiantes Nuba en Omdurmán. Los organizadores vieron como se los llevaban detenidos de noche a una comisaría local y eran acusados de desorden público.»

El 4 de junio, las fuerzas de seguridad arrestaron a 14 jóvenes vinculados a la Asociación de Estudiantes de los Montes Nuba tras el intento de celebrar un evento conmemorativo para Al-Sadiq, 40 días después de su muerte. El evento se supone que debía celebrarse en el club Kiga, encargado del catering para la Asociación. Los organizadores vieron como se los llevaban detenidos de noche a una comisaría local y eran acusados de desorden público. Al día siguiente, un tribunal retiró los cargos. «Vamos a celebrar otro evento por Mohamed al-Sadiq. Aquel día fueron arrestados casi todos los que conforman el comité ejecutivo de la Asociación de Estudiantes Nuba, por lo que nadie pudo continuar con el evento», dice Salith, activista y miembro del comité ejecutivo de la asociación.

Los estudiantes sudaneses del área de Darfur afectada por el conflicto están siendo sometidos a investigación, ya que las autoridades los consideran una base de apoyo para los grupos rebeldes.

Mohamed Murjan, un respetado miembro de la coalición y graduado de la Universidad de Al-Neelein, explicó a Nuba Reports que él ha presenciado muchos casos de violencia y discriminación contra estudiantes Nuba. «Hace unos años fui testigo de los golpes y las detenciones violentas de Aris», dice Murjan en un evento celebrado en recuerdo de Al-Sadiq, dos días después del asesinato. «La realidad es que para un estudiante Nuba, ir a la universidad es un cometido imposible porque puedes verte metido en actos violentos. También controlan tu expediente académico y te suspenden todos los años hasta que te cansas de estudiar».

El año pasado, un estudiante fue hospitalizado tras unos golpes que lo llevaron al borde de la muerte en la Universidad de Al-Zaem Al-Azhari. «Había terminado recientemente sus estudios y se encontraba allí ultimando los trámites administrativos para la graduación, cuando fue atacado durante una pelea entre estudiantes. Creían que provenía de Darfur», dice Yasin.

Aunque la Unión de Estudiantes de los Montes Nuba es apolítica, sin haber hecho nada son considerados los seguidores del movimiento rebelde que lucha en el Nilo Azul y en los Montes Nuba. En 2013, el ministro de enseñanza superior publicó un decreto de ley en el que se prohibían las actividades de grupos estudiantiles leales a las formaciones rebeldes, como el Ejército de Liberación del Pueblo del Sudán – Norte (SPLM/A-N).

Desde el año 2011, el gobierno ha intentado derrotar a los rebeldes que lucharon una vez junto a secesionistas del sur y que ahora exigen mayor autonomía en sus remotas regiones fronterizas. El conflicto empezó después de que el gobierno diera marcha atrás a una consulta popular diseñada para dar a la región mayor independencia en materia política, insistiendo en lo que el SPLM-N consideraba un desarme prematuro de sus fuerzas.

«Normalmente vienen a arrestarnos tras una gran pelea. A mí me detuvieron después de los enfrentamientos de Abu-Kershola y Um-Rowaba entre el SPLA-N y el ejército del gobierno. Arrestan a los Nubas sin importarles su afiliación política», dice un maestro de los Montes Nuba que vive y enseña en el sur de la capital, Jartum, y que hizo estas declaraciones aparándose en el anonimato.

Manifestaciones en masa

«La muerte de un estudiante es la muerte de una nación», coreaban los manifestantes que transportaban el cuerpo de Al-Sadiq por la calle Al-Arda, una de las más concurridas de Omdurmán, hasta el cementerio de Hamid Al-Neel. El séquito, compuesto inicialmente por cerca de 100 estudiantes y al que cada vez más se unió la ciudadanía, culminó con la asistencia de grandes multitudes al funeral.

A student protest in Sudan. PHOTO: Sudan Forum. Used with permission.

Una manifestación estudiantil en Sudán. FOTO: Sudan Forum. Usada con permiso.

Los partidos opositores asistieron al sepelio para sacar rápido provecho de la situación. Unas declaraciones del Partido Nacional Umma, el más grande de la oposición, decían que este asesinato representa una nueva «etapa crítica» para poder plantar cara al partido del gobierno, y afirmaban que «Umma rechaza los actos violentos en las universidades sudanesas suscitados por el partido gobernante, sus estudiantes, las agencias y las milicias que convierten estos centros en lugares donde se cometen actos criminales y violentos, sacándolos de su zona de debate para el conocimiento».

«Pocos se esperaban el torrente de indignación desatado por la muerte de un joven estudiante de la región marginada de los Montes Nuba.»

Pocos se esperaban el torrente de indignación desatado por la muerte de un joven estudiante, especialmente de uno procedente de la región marginada de los Montes Nuba. La muerte de Al-Sadiq provocó el cierre indefinido de su universidad e intensificó la frustración que ya sentían. Al menos diez universidades han hecho estallar sus protestas desde abril, manifestándose en contra de los abusos locales y de la violencia desatada por el gobierno y que este utiliza para controlar la política en las aulas.

La muerte de Al-Sadiq llegó en un momento decisivo en el que los estudiantes de la Universidad de Jartum, la más antigua del país, se encontraban manifestándose en las calles contra la supuesta venta de su campus a un inversor. La campaña «no a la Hermosa», un apelativo referido a la universidad, dio como resultado la detención de docenas de estudiantes y el cierre del campus.

Movimientos estudiantiles y revoluciones

El movimiento estudiantil del Sudán jugó un papel principal en las dos revoluciones del país de 1964 y 1965 para derrocar gobiernos dictatoriales. La revolución de 1964 fue provocada por el asesinato de un estudiante de la Universidad de Jartum, Al-Gorashi, cuyo nombre continúa en el recuerdo de muchas canciones y poemas. Según Wala Salah, la primera mujer presidente de la Unión de Estudiantes de la Universidad de Jartum, «esto explica por qué el régimen actual tiene como objetivo principal intentar acabar con el movimiento de estudiantes.»

Dice Salah que la estrategia del gobierno para controlar la política en los campus empezó en la anterior década de los 90, después de las primeras protestas de estudiantes por los precarios alojamientos en los campus y la repuntada de las tasas. Utilizaron la táctica del «divide y vencerás», por la cual los estudiantes que estaban a favor del gobierno y consiguieron de él las armas obtuvieron otra clase de incentivos.

Desde aquel entonces, docenas de ellos han sido asesinados y ha habido cientos de detenidos. Si bien todos los estudiantes sudaneses se han visto afectados, los de la zona de Darfur y de los Montes Nuba lo han estado aún más, especialmente en lo que al acceso a la educación se refiere. Las protestas en las universidades suelen acabar con su cierre y la suspensión indefinida de la actividad docente, lo que impide a los estudiantes terminar sus estudios.

Abdelrahman Adam, un estudiante de la Universidad de Zalingei en la región centro de Darfur, fue expulsado tres semestres junto con 13 estudiantes por celebrar un fórum de protesta contra la decisión tomada en diciembre de 2015 que prohibía este tipo de celebraciones políticas. Adam dijo que no se habían hecho investigaciones para medir la validez de la suspensión. «Fue un duro golpe para los estudiantes y las familias. Algunas responsabilizan a sus hijos del estigma que representa la cancelación de un grado porque también es cancelar su futuro». Muchas familias del Sudán dependen de sus hijos para salir adelante.

Actualmente, 17 estudiantes de la Universidad de Jartum se enfrentan a varias suspensiones, seis de ellas de manera indefinida. La mayoría se encuentra en régimen de cárcel y docenas más han sido arrestados desde marzo de 2016. No se sabe cuántos permanecerán detenidos.

Al-Sadiq no es el primer estudiante Nuba en ser asesinado por el gobierno, pero su muerte sigue resonando por los rincones de las universidades del Sudán. Y como en las muertes de otros estudiantes acaecidas a lo largo de los años, ha habido muy poca participación pública en las manifestaciones.

«Los estudiantes siguen movilizándose a pesar de las medidas enérgicas del gobierno, pero la gente de la calle no está tan convencida o preparada para luchar y cambiar las cosas como lo haría un estudiante. Es necesaria más labor de divulgación», añade Yasin.

En Ombada, en el interior de la casa donde creció Al-Sadiq, su familia mantiene la esperanza de que su tragedia siga oyéndose en el país. «Quiero que la gente del Sudán permanezca a mi lado. Quiero que me ayuden a resarcirme por la muerte de mi hijo y a hacer justicia», dice su madre.

*Por razones de seguridad, el nombre de esta persona ha sido cambiado.

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