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Obtendrá la ciudadanía estadounidense 60 años después de ser adoptada, pero miles aún deben esperar

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Ella Purkiss as a child when she was brought to Dallas as an international adoptee from South Korea. Now she's 62 and will take her oath for US citizenship. Credit: Courtesy of Ella Purkiss

Ella Purkiss de niña, cuando fue llevada a Dallas como adoptada surcoreana. Ahora tiene 62 años y hará el juramento de ciudadanía estadounidense. Crédito: Cortesía de Ella Purkiss.

Este artículo de Maura Ewing [1] fue publicado originalmente en PRI.org [2] el 1 de julio de 2016, y se republica aquí como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

En enero, tras 13 meses en el limbo, se concedió finalmente a Ella Purkiss la prestación de supervivencia por su marido fallecido. Dice que de haber tardado un mes más habría sido desahuciada de su casa remolque en Pahrump (estado de Nevada, EE. UU.).

El próximo viernes, tras vivir 60 años en suelo estadounidense, se le concederá finalmente la ciudadanía.

Purkiss (62 años) fue adoptada de Corea del Sur en 1956 cuando tenía dos años. Vivió durante 60 años pensando que era ciudadana estadounidense (ya que esto fue lo que sus padres adoptivos le contaron). Ha votado en elecciones, formado parte de un jurado y trabajado como electricista profesional y peluquera.

Por tanto, se sorprendió cuando se enteró, dos meses después de que su marido falleciera en 2014, que no era compatible con las prestaciones de Seguridad Social por su estado de ciudadanía. Tal y como contó a PRI en diciembre [3], sus padres adoptivos nunca cumplieron correctamente con los trámites cuando la adoptaron.

Ahora no puede preguntar a sus padres qué sucedió porque ambos fallecieron. Es posible que no entendieran el proceso, o que no quisieran pagar los cargos asociados, especula Purkiss. Independientemente de su motivo, fue abandonada en la oscuridad.

«Si no puedes confiar en tus padres, ¿en quién se supone que vas a confiar?» dice. «Pasé de niña puede que sin techo a adulta puede que sin techo. ¿Cómo me ayuda la adopción?».

Hoy en día, los niños adoptados procedentes de otros países ya no tendrán este problema. Desde que el congreso de EE. UU. aprobara la Ley del Niño Ciudadano [4] en 2001, se ha concedido automáticamente la ciudadanía estadounidense a todos los adoptados internacionales.

La ley se aplicó retroactivamente a todos los adoptados internacionales menores de 18 años en aquel momento, pero no Purkiss, quien era mayor. Los abogados expertos en adopciones estiman que la ley dejó apátridas a unas 15.000 personas.

Purkiss habló con abogados, aunque sin suerte. Intentó trabajar por su cuenta con funcionarios de Seguridad Social e Inmigración, pero se vio envuelta en un ciclo kafkiano de referencias de una agencia gubernamental a otra, y de nuevo vuelta al principio.

Ante la pérdida de su hogar o la posible extradición a un país del que tampoco era ciudadana, en el que no conocía a nadie y cuyo idioma no sabía; se negó a quedarse de brazos cruzados. Habló con los medios y escribió emails pidiendo ayuda a muchos senadores. Sospecha que debido a la presión mediática, el senador estadounidense Dean Heller, de Nevada, la ayudó a facilitar la solicitud. (La oficina de Heller no estaba disponible para realizar comentarios).

Está nerviosa, a la vez que entusiasmada, por hacer su juramento el próximo viernes.

«Espero llegar allí sin perder el control», dice con acento sureño. «En cierto modo me siento como un bebé, es como el principio de una vida que creía estar viviendo, pero todo era mentira».

No todo el mundo se atreve a ser tan valiente con la prensa o con los legisladores como Perkiss. Lisa, asesora para una empresa de Fortune 500 en California y quien fue adoptada de Irán cuando tenía dos años, tiene miedo de perder su trabajo por hacer demasiado ruido. Por la misma razón, pidió que se la identificara en esta historia mediante un seudónimo, uno que ya ha utilizado a priori para reportajes de noticias.

Cuando solicitó el trabajo en 2007, declaró que era ciudadana estadounidense porque así lo creía. No fue hasta pasado un año al solicitar el pasaporte cuando descubrió que no era ciudadana naturalizada.

«La primera reunión con un abogado fue bastante traumática», dice Lisa. «Dijo: «Si quieren podrían extraditarse a Irán»».

«¿Qué haría? No hablo el idioma y no tengo la religión correcta. En aquel momento estaba asustada, no sabía qué hacer».

El abogado le propuso que se casara con un ciudadano estadounidense o que permaneciera en silencio. Optó por la segunda opción.

En noviembre de 2015, la senadora Amy Klobuchar, de Minnesota, presentó una ley [5] para acabar con el vacío y conceder la ciudadanía a adoptados como Perkiss y Lisa.

«Debido a la falta de ciudadanía, se ha rechazado la admisión a universidades y a puestos de trabajo a los adoptados», según escribió Klobuchar en una declaración ofrecida a PRI. «Esta amenaza constante a la vida que conocen es injusta, y por eso trabajo por obtener más apoyos de mis colegas de ambos lados del congreso para mi proyecto de ley».

El proyecto de ley se encuentra en la comisión. Emily Kessel, directora de abogacía del Consorcio Nacional Coreano Americano de Servicios y Educación, dice que muchos legisladores se muestran precavidos a la hora de trabajar con cualquier tema relacionado con la inmigración en un año electoral.

«Creo que hay mucha confusión sobre lo que implica este proyecto, lo que lleva a una reacción visceral hacia este», dice Kessel. «La población implicada es adulta hoy en día. Puede que ese sea el motivo por el que no se le da importancia. Pero cabe recordar que estas personas eran niños (cuando fueron adoptados) y que todos los niños se vuelven adultos».