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Tras el intento de golpe en Turquía, empiezan las verdaderas batallas

Categorías: Turquía, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Política
Text message attributed to Turkey's president calling citizens onto the streets in defense of their democracy. Widely shared.

Mensaje de texto atribuido al presidente de Turquía llamando a los ciudadanos a las calles en defensa de su democracia. Imagen ampliamente difundida.

Las consecuencias del fallido golpe de estado contra el presidente Recep Tayyip Erdogan y su partido gobernante, AKP (Justicia y Desarrollo), que dejó más de 200 muertos, en su mayoría civiles, y cerca de 1500 heridos, siguen creciendo.

Horas después de que Erdogan describiera el intento como “un regalo de Alá” que ayudará a su gobierno a limpiar el ejército, cerca de 3,000 soldados fueron arrestados, y unos 2,700 jueces destituidos.

A esto le siguió una cacería de brujas, pues más de 8,777 trabajadores, incluidos policías, gobernadores y generales fueron depuestos.

Más recientemente, la Junta de Educación Superior ha pedido la renuncia de todos los decanos de las universidades estatales y privadas en el país, mientras que las licencias de enseñanza de 21,000 profesores y las licencias de transmisión de 24 estaciones de televisión y radio han sido revocadas.

Se han implementado amplias restricciones de viaje en diferentes profesiones, en tanto que exhortaciones públicas para restablecer la pena de muerte han tenido receptividad por parte de la dirigencia.

El peligroso camino al que se ha visto arrastrada la sociedad turca, en la preparación del intento de golpe y su consecuencia inmediata, es de profunda polarización social.

Los críticos del gobierno de Erdogan dicen que no ha llegado ahí accidentalmente.

Llamado a la acción

Funcionarios del gobierno y organizaciones afines al gobierno pidieron a los partidarios que tomaran las calles el 15 de julio para evitar el golpe militar, y una vez que quedó claro que el golpe había fallado, que se quedaran ahí y “celebraran la victoria de la democracia”.

El directorado de Asuntos Religiosos ordenó a los imames en todo el país que convocaran el pueblo a estas celebraciones a la democracia usando los altavoces de las mezquitas.

Un video [1] registra claramente a un imam muy exaltado en Estambul diciendo:

Şimdi gerçek Müslümanlığı gösterme zamanı. Bu bir cihattır! Allah için sokaklara inelim, evde durmayalım. Rabbim hainlere fırsat vermesin.

Ahora es momento de mostrar el verdadero Islam. ¡Esta es una yihad! En nombre de Alá, no nos quedamos en casa y salgamos. Que Dios no dé oportunidad a los traidores.

Todos los ciudadanos de todo el país recibieron el llamado de la «democracia» a través de mensaje de texto, suscrito por el propio Erdogan (imagen superior).

El llamado fue respondido por miles de simpatizantes de AKP, que pudieron usar transporte público gratuito para reunirse en puntos estratégicos de la ciudad.

La extensa cobertura de los medios –funcionando de nuevo por órdenes del estado luego del bloqueo informativo aplicado por los soldados– elogiaba la determinación del pueblo de bloquear el intento antidemocrático de golpe.

Imágenes de la multitud colmando las principales plazas de las ciudades, incluida la plaza Taksim de Estambul y la plaza Kizilay de Ankara, que antes han presenciado reuniones de la oposición que fueron reprimidas por la policía circularon ampliamente.

Image from Yeni Safak. Used with permission.

Imagen de Yeni Safak. Usada con autorización.

Dada la naturaleza implacable de los ataques del gobierno hacia los medios, los manifestantes y figuras de la oposición en el pasado año o más, la narrativa de la democracia promovida por el gobierno le pareció profundamente irónica a algunos que ponen en duda la descripción de quienes rechazaron el golpe como heroicos civiles que enfrentaban a los traidores.

Basado en sus observaciones personales en las calles de Estambul la noche del fallido golpe, el periodista Ali Ergin Demirhan de sendika.org [2] describió las escenas en las calles luego del llamado del gobierno:

Darbeyi durduran şey sokağa çıkan sivil halkın direnişi değildi ve sokağa çıkan sivillerin direnişi de demokrasi için değildi.[…] Başarısızlığa mahkum darbe girişimine karşı sokağa çıkan siviller, bir tarafında kendilerinin diğer tarafında darbecilerin hizalandığı bir direnişte değil, asıl olarak iktidar aygıtları arasındaki çatışmada polise yedeklenmiş bir topluluk olarak çatıştı, kalkan ya da denek olarak öne sürüldü ve yer yer de kurşunlara hedef oldu. […] Bu toplulukların “militanlığını” askerin teslim olduğu, silahları kullanmadığı, tankları sürmediği yerde gördük. O “militanlık” da teslim olmuş erleri linç etmek, gırtlağını kesmek, teslim alınmış tankların üstünde poz vermek şeklinde kayda geçti.

No fue la resistencia de los civiles lo que detuvo el golpe, ni fue su resistencia por la democracia. […] Los civiles que tomaron las calles lucharon como una multitud que se unió a la policía en un conflicto que era esencialmente entre estructuras de poder […]. Los usaron como escudos o los pusieron por delante como conejillos de Indias, y ocasionalmente se convirtieron en blanco de las balas […], Los únicos momentos que presenciamos la ‘militancia’ del pueblo fue cuando los soldados se rindieron con sus pistolas y sus tanques. Esta llamada militancia fue registrada en la forma de linchar rendidos, soldados sin rango, cortando gargantas y posando encima de tanques capturados.

Todavía están por confirmarse las acusaciones de que civiles le cortaron la garganta a un soldado. Aunque material extremadamente gráfico [3] de una multitud celebrando el linchamiento del soldado fue ampliamente difundido y hasta elogiado por algunos, aún no hay evidencia concreta de que hayan ejecutado a este soldado, y no hay una causa oficial de su muerte.

En sus testimonios, soldados arrestados dijeron que no tenían información sobre el intento de golpe, pues supuestamente fueron informados por sus comandantes de que los desplegaban para un ejercicio militar.

Turquía aplica servicio militar obligatorio en todos los ciudadanos varones después de los 20 años.

Fracturas nacionales

El último comentario de Demirhan advierte de futuros intentos del gobierno de movilizar su base religiosa, en gran parte conservadora, para legitimizar un fin fundamentalmente antidemocrático:

15 Temmuz’da sokağa çıkan Erdoğan-AKP taraftarları, abartılı sunumlarla demokrasi direnişçileri diye bütün AKP tabanına rol model olarak sunuluyor. […] Tabanını “sorun çözülene kadar” sokağa çıkmaya çağıran AKP, fırsattan istifade kendi diktatörlük projesini “halkın aşağıdan hareketine dayanan bir demokratik hamle” olarak topluma dayatma çabasındadır.

Los partidarios de Erdogan-AKP, que tomaron las calles el 15 de julio, son presentados pomposamente como un modelo a seguir por insurgentes de la democracia a todas las bases de AKP. […] AKP, que pide a sus partidarios tomar las calles ‘hasta que el problema se resuelva’, está oportunamente dejando la huella de su propio proyecto dictatorial en la sociedad bajo el disfraz de un movimiento popular ‘de abajo hacia arriba’.

Su relato es sintomático de los temores que albergan muchos turcos seculares, mientras Erdogan empieza el inevitable proceso de fortalecer el control luego del golpe.

Típicamente, sienten en la masiva contrarreacción al golpe una rabia colectiva por parte de los partidarios de AKP que se puede dirigir erróneamente contra cualquier objetivo que se perciba como contrario a Erdogan.

En la misma noche en que supuestamente se salvó la democracia turca, por ejemplo, hubo informes de grupos que intentaron invadir y atacar [4] Gazi en Estambul y Armutlu en Antakya, dos barrios con identidades seculares y de izquierda.

El barrio de Pasakosku en Malatya, predominantemente habitado por minorías alevíes, fue otro punto de tensión social [5], en tanto que se informó que una iglesia protestante en Malatya y una iglesia católica en Trabzon fueron dañadas [6].

También hubo anécdotas [7] sin confirmar que se esparcieron desde las manifestaciones, de que había mujeres que enfrentaron acoso de simpatizantes de AKP por sus “vestimenta inapropiada”.

Esta es nuestra situación…

Pero el mayor riesgo inherente en la masiva movilización de arriba a abajo de partidarios de un gobierno divisivo es que desencadena una contramovilización y, potencialmente, un ciclo sostenido de antagonismo y violencia.

En la noche del intento de golpe en Diyarbakir, la capital administrativa de la asediada región de población kurda del este de Turquía, una persona no identificada presuntamente atacó a la multitud afín al AKP con explosivos caseros arrojados desde un auto.

Afortunadamente, no hubo víctimas, pero el legislador prokurdo Ertugrul Kurkcu, del opositor HDP Partido Democrático Popular, advirtió que las tensiones estaban altas: «El pueblo está ahora armando unidades de autodefensa contra turbas AKP», dijo a [10] Al Jazeera.

Y en Hopa, nueve jóvenes fueron arrestados [11] bajo la causal de “interferir con los opositores del golpe y apoyar el golpe”, luego de un enfrentamiento físico con simpatizantes de AKP.

Arrestan a jóvenes que impidieron que yihadistas atacaran su barrio en Hopa. ¡Erdogan los acusa de un golpe!

En su análisis [15] de las secuelas del intento de golpe, Cihan Tugal, profesor de sociología en la Universidad de California, describió el aumento de las tensiones como parte de un esfuerzo consciente del gobierno puesto en marcha en años recientes:

This new ‘anti-militarist’ mass mobilization in Turkey has been building up (as a counter-revolt) ever since the anti-government Gezi protests in 2013 and is targeting minorities, alcohol consumers, and all kinds of opposition, as well as military personnel. In October 2015, close to 100 pro-Kurdish activists in Ankara were massacred in an ISIS-linked bombing [16]. Witnesses saw police deploying tear-gas against survivors, and blocking ambulances trying to reach the injured. That tragedy is now coupled with mass action against the dead: during the recent anti-coup celebrations, ‘pro-democracy’ masses destroyed a monument [17] to the Ankara victims. There is no question about where the sympathy of these masses lie.

Esta nueva movilización masiva ‘antimilitarista’ en Turquía se ha estado gestando (como contrarrevuelta) desde las protestas contra el gobierno de Gezi en 2013 y tiene como objetivo a minorías, consumidores de alcohol y todo tipo de oposición, así como personal militar. En octubre de 2015, cerca de 100 activistas prokurdos en Ankara fueron masacrados en un bombardeo vinculado a ISIS [16]. Los testigos vieron a la policía lanzando gas lacrimógeno contra los sobrevivientes, y bloqueando a las ambulancias que trataban de llegar a los heridos. La tragedia viene ahora aparejada con acción masiva contra los muertos: durante las recientes celebraciones contra el golpe, masas ‘prodemocracia’ destruyeron un monumento [17] a las víctimas de Ankara. No hay preguntas sobre dónde está la solidaridad de estas masas.

No mucho después de que los seguidores del gobierno estaban en las calles celebrando alegremente la “democracia”, Erdogan anunció un estado de emergencia de tres meses, que concede al gobierno amplios poderes extraconstitucionales al último desafío a su autoridad y visión para el país, y también suspendió [18] el compromiso de Turquía con la Convención Europea de Derechos Humanos.