La policía de Japón está espiando a los musulmanes, a pesar de la constitución

Kobe Mosque

Mezquita de Kobe. Imagen del usuario de Flickr Pete Ford. CC BY 2.0.

La policía de Tokio ha controlado las actividades de los musulmanes en Japón, basándose únicamente en su religión, por lo menos desde el 2008. Un caso judicial que ponía en duda la constitucionalidad de este programa de vigilancia fue rechazado recientemente.

El 31 de mayo del 2016, el Tribunal Supremo de Japón rechazó el caso que cuestionaba la legalidad de llevar a cabo vigilancia y hacer perfiles de musulmanes en Japón, aunque la vigilancia basada en la religión o la etnia es por lo general ilegal según la constitución de Japón, que consagra el derecho a la privacidad, la igualdad de protección ante la ley, y la libertad de religión. Esto señala la culminación de varios años de pleitos por el mismo grupo de demandantes en diferentes tribunales, resultando en varias sentencias.

El hecho de que la policía de Tokio estaba vigilando a musulmanes se hizo público por primera vez en el 2010, cuando más de 100 documentos internos del Departamento de Policía Metropolitana se filtraron en línea. Los documentos incluían los nombres, direcciones y otra información personal de musulmanes residentes en Japón. La vigilancia se remontaba varios años antes del 2010, y fue aparentemente motivada por el acuerdo de seguridad para la cumbre del G-8 del 2008 celebrada en Japón.

Según el periódico en inglés Japan Times:

The leak revealed that the police had compiled detailed profiles on 72,000 Muslims, including personal information such as bank account statements, passport details and records of their movements. The leak also showed that police had at times planted cameras inside mosques and used undercover agents to infiltrate Islamic nonprofit organizations and halal grocers and restaurants.

La filtración reveló que la policía había recopilado perfiles detallados de 72.000 musulmanes, incluyendo información personal como extractos de cuentas bancarias, detalles de pasaportes y registros de sus movimientos. La filtración también mostró que la policía en ocasiones había colocado cámaras dentro de mezquitas y utilizado agentes secretos para infiltrarse en organizaciones islámicas sin ánimo de lucro y tiendas y restaurantes halal.

Después de la filtración, 17 de los musulmanes nombrados en los documentos demandaron al gobierno y a la policía para que el espionaje se declarase ilegal. En 2014, el Tribunal del Distrito de Tokio reconoció que la filtración había violado el derecho a la privacidad de los demandantes y les otorgó 90 millones de yenes (unos 900.000 dólares) de indemnización. Sin embargo, el tribunal también falló que la recopilación de información era “necesaria e inevitable” para proteger a Japón contra la amenaza de terrorismo internacional, a pesar de la protección constitucional para la libertad de religión y la igualdad de protección ante la ley.

En el caso judicial de 2014 relacionado con la filtración, los demandantes afirmaron:

The Metropolitan Police Department and the National Police Agency had, as of 31 May, 2008, assessed and digitalized the personal information of ‘roughly 12,677 individuals’ equaling ‘roughly 89 percent of the 14,254 foreign nationals from Muslim countries registered in Tokyo,’ and later, by the time the Hokkaido Toya Lake summit convened in July of that year, had ‘profiled roughly 72,000 individuals from OIC (Organisation of the Islamic Conference) countries (assessment rate of 98 percent).’

El Departamento de Policía Metropolitana y la Agencia de Policía Nacional había, a partir del 31 de mayo de 2008, valorado y digitalizado la información personal de ‘unos 12.677 individuos’ equivalentes a ‘aproximadamente el 89 por ciento de los 14.254 habitantes extranjeros de países musulmanes registrados en Tokio’, y más tarde, cuando la cumbre del Lago Toya de Hokkaido se reunió en julio del mismo año, había ‘perfilado a unos 72.000 individuos de países de la OIC (Organización para la Cooperación Islámica) (el 98 por ciento del total)’.

A principios del 2016 el grupo pidió al Tribunal Superior de Japón que fallase sobre la legalidad de la vigilancia. El 31 de mayo, el Tribunal Superior rechazó el caso, sosteniendo la decisión de indemnizar a los musulmanes afectados por la filtración.

En el blog del Centro de los Derechos Constitucionales, Igeta Daisuke, uno de los abogados de los demandantes involucrados en el caso, describió el alcance del programa de vigilancia con más detalle:

Police agents were stationed undercover in mosques all over the country, and the surveillance program extended to almost every other center of Muslim life, from halal shops to what the police bizarrely deemed “Islam-related” organizations that included Doctors Without Borders, UNESCO, and other prominent NGOs.

Agentes de policía se infiltraron en mezquitas por todo el país, y el programa de vigilancia se extendió a casi cualquier otro centro de la vida musulmana, desde tiendas halal hasta lo que la policía consideró de forma extraña organizaciones “relacionadas con el Islam” que incluían Médicos Sin Fronteras, UNESCO, y otras ONG destacadas.

Otros documentos del programa de vigilancia indican que la policía abordaba con regularidad a residentes musulmanes en Japón, pidiéndoles que proporcionasen información y en efecto espiasen a otros miembros de su comunidad. Se dice que esto afectó a sus relaciones con amigos, vecinos y familia, dejando heridas sicológicas.

Sin información del censo disponible, se estima que hay unas 100.000 personas identificadas como musulmanes residiendo en Japón. Algunas de estas personas son ciudadanos japoneses, mientras que otros son estudiantes no japoneses y residentes permanentes con lazos profundos con el país.

El 9 de julio, la Mezquita de Otsuka (Majid) participó en un evento voluntario en un parque en Ikebukuro (en Tokio). Ayudamos a servir 320 platos de curry a unos 150 sin techo. Varios estudiantes universitarios se unieron a nosotros para ayudar también. ¡Gracias a todos los que participaron hoy!

Gracias a la ruta comercial de la Seda, Japón ha estado conectado con regiones del mundo predominantemente musulmanas durante más de mil años. Sin embargo, no fue hasta el final del largo periodo de aislamiento de Japón en el siglo XIX y la abertura del país cuando se empezó a desarrollar una mayor comunidad musulmana local.

Ertugrul fue el primer barco islámico que transportó a musulmanes a Japón en 1890, y el primer contacto oficial entre ellos…

En 1935 se fundó una mezquita en el principal puerto comercial occidental de Kobe. La mezquita de Tokio Camii fue fundada en 1938. Los años de la posguerra han visto a emigrantes llegar desde Bangladesh, Irán, Indonesia y otros países musulmanes. Algunos vienen a estudiar en escuelas japonesas, mientras que otros llegan como trabajadores temporales. Hoy hay mezquitas en todas las regiones del país.

Es difícil decir si las acciones de la Policía Metropolitana y la Asociación de la Policía Nacional indican la actitud de Japón frente a los musulmanes. Por ejemplo, el Gobierno Metropolitano de Tokio lanzó recientemente esta guía dirigida a los viajeros musulmanes:

¡Mira la Guía de Viajeros Musulmanes de Tokio! Dando la bienvenida a visitantes de todas las procedencias y culturas.

En noviembre de 2015, tras los ataques de París, un meme circuló por Internet sobre una lista de supuestas restricciones en Japón que en efecto prohíben la inmigración musulmana. Más tarde, el meme fue desacreditado. A los musulmanes se les permite visitar, residir e incluso convertirse en ciudadanos en Japón. Políticos destacados, incluyendo al Primer Ministro Abe Shinzo, también han recalcado la importancia de la tolerancia. No obstante, el programa de vigilancia de la policía continúa.

Por ahora, la actitud tolerante de Japón hacia el Islam puede que tenga más que ver con el hecho de que hay relativamente pocos musulmanes viviendo en Japón. Es difícil decir si la actitud de la policía hacia los musulmanes es una excepción para la opinión pública japonesa, o un síntoma de un estigma social más profundo.

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