Brasil sigue asombrada por la victoria de Rafaela Silva en judo, la cual supuso el primer oro para el anfitrión en los Juegos Olímpicos del 2016. Pero puede que muchos de fuera de Brasil hayan olvidado el abuso racial que sufrió en el 2012 tras ser eliminada de los JJ.OO. de Londres.
Rafaela creció en una familia con pocos recursos en una favela de Río de Janeiro llamada Cidade de Deus, conocida por la película del 2002 [2] Ciudad de Dios. Junto a su hermana mayor, Raquel Silva, se inició en el judo a los 8 años en el Instituto Reação, un proyecto social fundado por el ex-judoca brasileño Flávio Canto, quien logró un bronce en Atenas 2004.
A los 19, Rafaela compitió por primera vez en unos Juegos Olímpicos en Londres. En la ronda de clasificación fue descalificada durante una pelea con la judoca húngara Hedvig Karakas por una maniobra incluida recientemente entre las ilegales por un cambio en las reglas. Abandonó el tatami entre lágrimas. «Fui a mi habitación y cogí el móvil para buscar algo de comodidad, algún mensaje», dijo en una entrevista [3] en enero a Globo Espetacular, un canal de televisión local, solo para abrir su Twitter y ver a otros humillándola racialmente y ofendiéndola.
El sitio web brasileño Sensacionalista [4] recopiló algunos de aquellos tuits (muchos ya fueron borrados).
Rafaela también mostró a los periodistas su cuenta de Twitter [5] cuando un tuit rezaba «el lugar de un mono es la jaula, no las Olimpíadas».
Tras los abusos en 2012, Rafaela estaba dispuesta a dejar el judo. Su entrenador de siempre, Geraldo Bernardes, dijo [6] que por un momento apenas quería salir de casa, por miedo a ser reconocida en las calles de Río de Janeiro y ser atacada verbalmente. Solo tras unos meses de tratamiento sicológico decidió volver sobre sus pasos en 2013, cuando decidió competir en el campeonato mundial de judo, donde ganó en su categoría.
Cuatro años después, tras su reciente victoria, Rafaela concedió una emotiva entrevista, en la que dijo [7]: «Tras la derrota, todos me criticaron. Dijeron que el judo no era para mí, que era una vergüenza para mi familia. Ahora soy campeona olímpica en mi propia casa».