Este articulo de Jane Arraf originalmente apareció en PRI.org el 19 julio de 2016, y es republicado aquí, como parte de un acuerdo de intercambio de contenidos.
Es fácil creer, cuando estas en los pantanos del sur de Iraq, que la civilización empezó allá.
Los destellos de la luz solar en las cañas de pescar semejan el rápido movimiento de las garzas, al mismo tiempo que las mujeres se deslizan a través del agua en largos barcos de madera. Los humedales abarcan miles de millas cuadradas en medio del desierto. Algunos estudiantes de historia antigua,creen que los pantanos, forrados con cañas, llenos de peces y pájaros, son los lugares bíblicos del Jardín del Edén.
El 17 de junio, el organismo cultural de la ONU, UNESCO, agregó a los pantanos y a las antiguas ciudades sumerias que alguna vez florecieron entre ellos, en su lista de Patrimonio de la Humanidad. El listado reconoce el rol de aquellas zonas en el desarrollo humano; además de su único ecosistema. También incluye tres capitales sumerias, entre ellas Ur, que se cree fue el lugar de nacimiento del profeta Abraham, venerado por cristianos, judíos y musulmanes.
Esta región fue el corazón de la antigua Mesopotamia, donde las primeras ciudades conocidas del mundo se originaron cerca de los ríos Tigris y Éufrates. Las tablas de arcilla sumerias de más de 5,000 años atrás retratan casas arqueadas construidas de caña — de la misma manera que se siguen construyendo al día de hoy.
A pesar que los pantanos han sobrevivido por miles de años; han tenido un golpe reciente en las últimas décadas. Los gobiernos iraquíes, desde que en 1950 se empezó a drenar parte de los pantanos para expandir la agricultura y la extracción del petroleo. En 1980, en la guerra con Irán, Saddam Hussein aceleró su destrucción para que los pantanos no pudieran servir como refugio para los combatientes. Una década después, Saddam castigó a los chiítas del sur, por un levantamiento fallido, llevando sus hogares a estas zonas.
Los pantanos continúan siendo una de las áreas más pobres de Iraq. Los residentes viven en pequeñas islas flotantes, pescan, cuidan a búfalos de agua y recogen cañas. Casi no hay cuidado a la salud y tampoco escuelas.
Sin embargo, desde que Saddam fue depuesto en el 2003, han habido esfuerzos para restaurar el daño en los ecosistemas de los pantanos.
El iraqui estadounidense, Azzam Alwash y Nature, el grupo que fundó, han establecido un campo ecológico en el corazón de los pantanos. Los visitantes pueden estar en unas modernas casas de caña, pasear en botes, y tomar desayuno de crema de agua de búfalo y pan horneado sobre el fuego de caña. Los pantanos están en un camino principal de las aves migratorias de África. Con las renovadas reservas de agua y peces, los pelícanos, flamencos y cercetas pardilla llenan los cielos.
Los pantanos son una de las zonas más seguras de Iraq, justo a pocas horas de Basra, pero llegan muy pocos visitantes extranjeros.
“Tenemos mucho potencial para el turismo arqueológico y para el eco-turismo; lamentablemente esta área de desarrollo se ha atrofiado debido a la dependencia del petróleo” dijo Alwash. “Es nuestra maldición en lo que a mí me concierne”.
Existen aún amenazas para los pantanos — principalmente por las efluvios agrícolas, así como la sequía atribuida por el cambio climático. Turquía y Siria también limitan el flujo de agua a los pantanos con las represas río arriba.
Alwash dice que se siente reivindicado por la lista de la UNESCO. Pero dice también que más importante que el reconocimiento del mundo es el compromiso hecho por el gobierno iraquí para proteger el área.
“Pocos años atrás, las personas me buscaban y se reían de mi diciéndome ¿Por qué quieres restaurar los pantanos? Esto es un pueblo atrasado’ … y ahora todos ellos derepente dicen ‘fantástico, maravilloso’».