Hay un hombre jubilado de 71 años en Yakutsk que ha pasado los últimos cinco años viviendo en un apartamento inundado. El agua, que casi alcanza sus rodillas, es negra y está helada. Incluso en verano, cuando el clima puede ser bastante cálido en la ciudad, el agua está helada. Valery Tereshchenko, el hombre que vive en este “pantano”, como él lo llama, dice que duerme en botas y con un grueso suéter, para protegerse del frío.
A mediados de mes, informando para el portal de noticias locales News.Ykt.Ru, Maria Alexeeva se reunió con el Sr. Tereshchenko, quien le aceptó una visita a su hogar que ha estado medio inundado durante los últimos cinco años. Hizo que Alexeeva se pusiese una botas impermeables especiales antes de invitarla a entrar.
“Lo más importante es no caerse”, le advierte. “Es bastante profundo en algunas zonas, y el agua está fría como el hielo”.
Tereshchenko ha pasado 15 años trabajando como conductor y luego como mecánico para un parque de automóviles local. La casa en la que ahora habita fue construida en los 70. Tereshchenko se mudó cuando aún era nueva, habiendo llegado a Yakutsk en 1969 desde Irkutsk. Compartía el apartamento con su esposa, Nina, que murió hace dos años, cuando tropezó mientras sufría un infarto y se ahogó en el agua que sigue inundando su hogar hoy. La salud de Tereshchenko tampoco es la mejor. Alexeeva dice que suele toser siempre que se mueve.
Tereshchenko dice que todos sus muebles están constantemente húmedos. “La cama en la que duermo está húmeda”, explica, diciendo que intenta salir del apartamento para estar fuera, para calentarse, aunque su avanzada edad y sus problemas respiratorios hacen que esto sea una hazaña difícil.
El “pantano” interior es más profundo en algunas partes. Caminando por el apartamento, Tereshchenko mide la profundidad del agua en diferentes puntos: 17 centímetros (más de 6 pulgadas) en un sitio, y hasta 25 centímetros (casi 10 pulgadas) en otro. “No te acerques a la ventana”, dice, explicando que el suelo se ha podrido hasta el sótano ahí, dejando una caída de 1,5 metros (5 pies). Para demostrar el peligro, introduce una escoba en la mugre y desaparece por completo hasta el mango.
La inundación comenzó hace cinco años, como consecuencia de la construcción en casas y tiendas cercanas. Desde entonces, las aguas residuales de los nuevos bienes inmuebles han encharcado el apartamento de Tereshchenko.
Fue uno de los vecinos de Tereshchenko quien contactó con News.Ykt.Ru, esperando que la cobertura de los medios locales diese lugar a que la ciudad ayudase al anciano. El vecino también ha estado activo en las redes sociales, intentando reunir apoyos.
Tereshchenko se ha dirigido a las autoridades regionales muchas veces, sin conseguir una reunión directa con Aisen Nikolaev, el alcalde local. Tereshchenko dice que recibe la misma respuesta cada vez que solicita ayuda: no hay otros apartamentos disponibles en este momento. Solía pagar a un servicio privado de bombeo para sacar el agua—una solución temporal. Ahora dice que no se lo puede permitir. Los funcionarios locales dicen que no tienen ningún equipo de bombeo. “Por qué no te vas a quejar a Barack Obama”, le dijeron una vez.
Vitaly Sorochan, un funcionario local, dijo a News.Ykt.Ru que estudiaría la situación y tomaría todas las medidas necesarias, aunque dice que Tereshchenko primero debe apelar a las autoridades él mismo “y traer todos los documentos requeridos”. Igor Tkachenko, un funcionario de viviendas, también prometió abordar las condiciones de vida de Tereshchenko, aunque advirtió a News.Ykt.Ru que algunas personas del vecindario están viviendo ahí sin la inscripción correspondiente.
Por cierto, el año pasado, funcionarios del departamento de viviendas visitaron a Tereshchenko en su hogar. Miraron a su alrededor y le dijeron, “No puedes vivir así, abuelo”. Dice que prometieron buscarle un nuevo alojamiento, aunque solo fuese una habitación en una casa, pero nadie le volvió a llamar.
Hoy, ya no se puede llamar a Valery Tereshchenko; recientemente se le ha caído el teléfono en el agua, y dice que se ha perdido para bien.