Una plantación cafetalera ayuda a paliar el problema del cáncer cervical en Nicaragua

Maritza Blandón, productora de café de las montañas nicaragüenses, se hizo su primera citología a los 47 años. Dio positivo al cáncer de cuello de útero y recibió tratamiento. Blandón es madre soltera, y si hubiera muerto de cáncer, no tenía a nadie que pudiera ocuparse de sus ocho hijos. Foto: Shuka Kalantari/PRI

Maritza Blandón, productora de café de las montañas nicaragüenses, se hizo su primera citología a los 47 años. Dio positivo al cáncer de cuello de útero y recibió tratamiento. Blandón es madre soltera, y si hubiera muerto de cáncer, no tenía a nadie que pudiera ocuparse de sus ocho hijos. Foto: Shuka Kalantari/PRI.

Este artículo de Shuka Kalantari apareció originalmente en PRI.org el 18 de agosto del 2016, y se publica aquí como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

Maritza Blandón se inclina sobre una fila de jóvenes plantas de café en una hacienda de Matagalpa, en las montañas al norte de Nicaragua. Trabaja junto con un grupo de mujeres que viven aquí con sus hijos. Muchas de ellas se encuentran en la misma situación de Maritza: solas con sus hijos.

«Soy madre y padre para mis hijos», dice mientras escarda cuidadosamente las plantas de café.

Maritza tuvo a sus ocho hijos en casa y nunca había estado antes en un hospital. Hace unos meses, otra cultivadora de café, amiga suya, fue diagnosticada de cáncer cervical. El tumor hizo metástasis en sus intestinos y la mujer murió nueve días antes de que yo conociera a Maritza.

Nicaragua tiene uno de los mayores índices de muertes por cáncer de cuello de útero de toda América. La mayoría de las mujeres como Maritza, que viven en zonas rurales, tienen pocas probabilidades de recibir cuidados médicos.

Datos por país (2009). La tasa de mortalidad según la edad es una técnica utilizada para comparar distintas poblaciones cuando el perfil de su edad es diferente. Fuente: OMS. Gráfico de Kuang Keng Kuek Ser para PRI.

Datos por país (2009). La tasa de mortalidad según la edad es una técnica utilizada para comparar distintas poblaciones cuando el perfil de su edad es diferente. Fuente: OMS. Gráfico de Kuang Keng Kuek Ser para PRI.

A los 47 años, Maritza fue a una clínica y se hizo una citología. Era la primera vez que consultaba con un médico en su vida. El resultado fue positivo en virus del papiloma humano, VPH, lo que representa un alto riesgo de cáncer de cérvix. Recibió tratamiento inmediatamente, y ahora se hace controles regulares. (Nota: Actualmente no existen programas oficiales de vacunación contra el VPH en Nicaragua).

Maritza dice que puede permitirse perder un día de trabajo, pero siendo madre soltera, no puede permitirse el lujo de morir.

Su amiga, Mely Montenegro, cultiva café con ella. Mely insistió en que Maritza se hiciera una citología. Ella misma se la había hecho años antes, y también recibió tratamiento para el VPH. Al igual que en el caso de su amiga, era la primera vez que veía a un médico. Tenía 28 años y era madre soltera de tres hijos.

«Era una perspectiva embarazosa», dice Mely. «Ninguna de nosotras quiere ver a un ginecólogo».

Los trabajadores sanitarios comenzaron a visitar la explotación e insistieron en que las mujeres se acercaran a la clínica y se hicieran exámenes. A Mely no le gustaban estos sanitarios y no tenía la intención de dejarles mirar su vagina. Pero después pensó en sus hijos, que viven en una cabaña de una habitación.

«Si tengo un caso extremo de cáncer, ¿a dónde irían mis hijos?», dice Mely. «¿Con quién los dejaría?. Así que tomé la decisión de ir a la clínica y hacerme las pruebas».

En Nicaragua, hay más muertes por cáncer de cérvix que por cualquier otro tipo de cáncer.

Marcela Cisne quiere cambiar estas cifras. Trabaja con la Fundación Fara, propietaria de la hacienda cafetalera, administra el centro de salud y dirige a los sanitarios. Es un trabajo esencial, porque la mayoría de los cultivadores de café son mujeres.

«Debemos cuidar a las mujeres de la comunidad porque son lo que mantiene a la familia unida» dice Marcela. «Si una mujer muere, se comen a las gallinas, venden al cerdo, la casa se desmorona y la cosecha muere porque nadie la riega. El marido se busca otra mujer y los niños acaban con los abuelos, los tíos o algún vecino. Toda la comunidad se ve afectada. Por eso queremos que esa mujer siga viva».

Marcela afirma que incluso cuando las mujeres nicaragüenses se hacen pruebas, en muchas ocasiones no llegan a conocer los resultados. Los doctores no hacen su seguimiento, o las pacientes deben volver a las montañas antes de que lleguen estos resultados.

Pero según ella, la principal culpable de los altos índices de muertes por cáncer cervical es la cultura machista de Nicaragua. En este país, los hombres tienen varias parejas, lo que disemina el VPH. Pero esos mismos hombres consideran un tabú que sus mujeres consulten con un ginecólogo. Y hay una tasa muy baja de uso de anticonceptivos.

«Cuando ofrecemos condones gratuitos, les decimos: «Deben protegerse al practicar el sexo», y ellas contestan: «Oh, no, mi marido me mataría», cuenta Marcela. «Así que tenemos que explicarles que de alguna forma, sus maridos las están matando. Tenemos que educar a esas mujeres».

En la explotación cafetalera, Mely Montenegro, la mujer que se hizo la prueba y convenció a su amiga de hacerlo, ha comenzado una campaña personal para conseguir que sus amigas se hagan pruebas también.

«Les digo a mis amigas que no se sientan avergonzadas por hacerse una citología», dice Mely, «porque comparado al cáncer cervical, no es nada».

Mely dice que enseñará a sus hijas a hacerse las pruebas preventivas de cáncer cervical cuando tengan la edad. Les explicará que no hay ningún tabú en querer seguir vivas.

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