¿Dónde está la indignación con respecto a los niños explotados de Irán?

Unidentified child workers in Iran. Photo courtesy of International Campaign for Human Rights in Iran

Niños trabajadores sin identificar en Irán. Foto por cortesía de la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán.

El trabajo y la explotación infantil se mantienen como problemas que se encuentran en casi todo el mundo. El problema se centra en la explotación, el tráfico, y la negligencia gubernamental, y presenta un desafío para aquellos que viven en sociedades cerradas y que carecen de transparencia, y sistemas de ayuda social.

La explotación infantil se ha extendido en Irán, y sigue sin ser investigada por las autoridades y el extranjero.

Las actuales realidades geopolíticas en Medio Oriente y la oleada de refugiados, combinada con el amplio fracaso de los gobiernos, han creado la tormenta perfecta para un aumento de la explotación infantil. La localización de Irán, en un callejón rodeado por países sacudidos por la guerra, y flanqueada por la corrupción del estado y la inexistencia de una red de seguridad social, ha exacerbado el problema. Irán ha sido catalogado consistentemente como un país de Nivel 3 de tráfico de personas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. El propio régimen iraní ha estado implicado en la trata de personas y la explotación de niños.

Desafortunadamente, la cuestión del trabajo infantil no es nueva para Irán. Históricamente las familias de bajos ingresos, y que tienen múltiples hijos, han visto a sus niños como fuente de trabajo e ingresos para la familia. En algunos casos, las familias empobrecidas envian a sus niños a otras casas, convirtiéndolos en sirvientes de iraníes más adinerados.

Sin embargo, el problema ha crecido más allá de la cultura y la economía, y ha pasado a ser uno de explotación y negligencia. En una entrevista del 2012 con la radio persa con sede en Ámsterdam, Radio Zamaneh, Ali Akbar Esmailpour, que lidera la Asociación por la Protección de los Derechos de los Niños, señaló la falta de información y responsabilidades como uno de los primeros retos a la hora de abordar este problema:

The only information at hand is the statistics regarding street children, because they are very visible, but this does not give the complete picture.

La única información accesible son las estadísticas con respecto a los niños de las calles, porque ellos son muy visibles, pero esto no nos ofrece toda la verdad.

Esmailpour resaltó que hay un fallo sistemático para poder llevar a cabo el trabajo infantil por parte del Ministerio de Trabajo, afirmando que «a veces los niños trabajan entre 12 y 16 horas en unas muy malas condiciones, sin la más mínima consideración de seguridad o higiene».

Según la ley iraní, el trabajo infantil está prohibido hasta los 15 años, pero todavía hay una «laguna» que promueve la explotación infantil. Muchos niños de menos de 15 años son a menudo empleados en un entorno doméstico, pero no se los reporta como trabajadores, y son expuestos a la explotación y el maltrato. Según un reciente informe publicado por muchas organizaciones de la sociedad civil, un censo del 2011 informó de la existencia de 68.558 niños trabajadores de entre 10 y 14 años, y 696.700 de entre 15 y 18.

“Este es un problema enormemente ignorado e incluso negado por los gobiernos. El trabajo infantil es una de las realidades más indignantes y exige de atención y acción inmediatas», dijo Akbar Yazdi, director de una ONG iraní que ayuda a niños trabajadores, al periódico iraní en inglés, Financial Tribune.

‘Me despierto cada mañana llorando’

La cuestión no se limita al trabajo infantil. Unos 200.000 niños viven en la calle en Irán –aunque la mitad parecen ser niños afganos–. Muchos de ellos se han escapado, huyendo de circunstancias difíciles, o son refugiados de Afganistán o Irak. Los niños refugiados son con frecuencia particularmente vulnerables dentro de la sociedad.

Un artículo de marzo del 2011 del Institute for War and Peace Reporting, una organización independiente que apoya a reporteros locales, periodístas civiles, y activistas de países en crisis, informó que algunos niños afganos eran recogidos por las fuerzas de seguridad y deportados de vuelta a su país. Algunos de esos niños nunca habían estado en Afganistán, y parecían haber sido deportados sin el conocimiento de sus padres.

Abdul Majid, un refiugiado afgano de 12 años, fue enviado solo de vuelta a Afganistán, sin que su familia, que permaneció en Irán, lo supiese. «La policía me pegó», dijo en una entrevista en el campo de refugiados de Ansar, en la provincia de Herat:

They asked me whether I was involved in violent groups. I swore I wasn’t connected with any. They finally deported me after eight days, and sent me to Afghanistan.

Me preguntaron si estaba vinculado con grupos violentos. Yo juré que no lo estaba. Al final me deportaron, después de ocho días, y me enviaron de vuelta a Afganistán.

El caso de Abdul Majid es sólo uno de los cientos de refugiados afganos a los que se les niega consejo legal y que son deportados a su país de origen, algo ilegal, según la ley internacional. Los niños son frecuentemente golpeados cuando están bajo custodia, y se les niega la comida antes de ser enviados a un país en el que no tienen a nadie. Majid, llorando, dijo:

I dream every night that my parents and brothers and sisters are looking for me. I wake up every morning crying.

Sueño cada noche que mis padres y hermanos y hermanas me están buscando. Me despierto cada mañana llorando.

Los niños de Irán, olvidados

Irán es también un centro principal en la trata de personas entre Pakistán, Afganistán, y las Monarquías del Golfo Pérsico. Según las Naciones Unidas, el hecho de que la trata de personas presente un menor riesgo para los criminales que el tráfico de drogas, hace de la práctica «un muy atractivo negocio alternativo a las bandas de tráfico de drogas que controlan las rutas de contrabando del sur» (ver página 4 de la Oficina de la Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Informe sobre Irán).

Según se informa, el régimen iraní también ha procesado a víctimas de tráfico sexual por cometer lo que dice que son «actos ilegales», incluyendo adulterio, a pesar del hecho de que las víctimas suelen estar bajo coacción como resultado directo del tráfico.

Las políticas del gobierno de Irán continúan desafiando las normas y regulaciones internacionales, manifestando una sistemática violación de los derechos de la infancia, y la complicidad del gobierno con el tráfico de personas dentro del país. Aunque el régimen ha dado algunos pasos para detener la trata de personas, su comportamiento y sus regulaciones legales sugieren otra cosa.

Aunque Irán forma parte de la Convención sobre los Derechos de los Niños, sus políticas contrastan alarmantemente con los artículos de la convención, incluyendo aquellos que garantizan la seguridad de los niños que no tienen tutores, y los niños refugiados. Irán no es ahora parte del Protocolo de las Naciones Unidas de la Trata de Personas del 2000, un importante acuerdo internacional centrado en la prevención del tráfico de personas.

La falta de voluntad democrática, y transparencia social han convertido en un desafío para los activistas la tarea de informar sobre este tema, tanto dentro como fuera de Irán. Los periodistas iraníes y activistas infantiles que han tratado de enfrentar este problema se enfrentan no sólo con una increíble falta de cooperación de las autoridades, sino que han sido objeto de amenazas y detenciones por parte de las mismas. Mientras que la mayoría del mundo se centra en las cuestiones internacionales y políticas que rodean al país, los niños de Irán son mayoritariamente invisibles, y olvidados.

Para ver informes sobre el tema en persa, pinchar aquí.

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