Reabren la montaña más alta de Brasil para una ruta de ecoturismo dirigida por el pueblo Yanomami

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Una expedición sin precedentes a la montaña más elevada de Brasil aspira a preparar una ruta para el ecoturismo. Foto: Guilherme Gnipper/Funai, publicado con su consentimiento.

Esta historia de Marcos Wesley fue publicada originalmente en Medium por el Instituto Socioambiental y se republica aquí como parte de un acuerdo con Global Voices.

Si escalar hasta el Pico da Neblina es ya una experiencia emocionante, ¿imagina un viaje guiado por un chamán yanomami que pasó toda su juventud justo al lado de la montaña?

«Este lugar era nuestro hogar y lo llamábamos Irokae (el aullido del mono guariba)» asegura el chamán yanomami Carlos en su propia lengua mientras señala al bosque, donde vivieron sus familiares en una casa en la que se celebran fiestas y se practican rituales desde hace 60 años.

Alpinistas de todo el mundo conocen el Pico da Neblina. Con una cima de 2995 metros sobre el nivel del mar es la montaña más alta de Brasil. Anidado en el centro de la selva amazónica, estuvo cerrada al público desde el 2003 por recomendación de la oficina de la Fiscalía Federal y por decisión del IBAMA, la agencia medioambiental de Brasil. Algunos alpinistas se frustraron por el cierre del acceso a la montaña, pero los legisladores argumentaron que era necesario para detener la degradación medioambiental de la región y proteger los derechos de los yanomamis.

El proyecto Ecoturismo, desarrollado por los yanomamis con el apoyo del Instituto Socioambiental (ISA) debería poner fin a la restricción de visitas. Emplazado para el 2018, la reapertura de la ruta de senderismo estará programada y dirigida por los propios yanomamis. Su acceso es controlado y allí los turistas serán capaces de saber de la cultura yanomami, disfrutar de su hospitalidad y reforzar su respeto tanto por el Amazonas como por sus habitantes nativos.

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Una montaña en las proximidades de Pico da Neblina. Foto: Guilherme Gnipper/Funai, publicada con su consentimiento.

Este julio marcó el fin del primer paso de la reapertura: una expedición de 32 personas que caminó durante diez días hasta la cima del Yaripo, el nombre que los yanomami le dan a la montaña, para investigar y planificar las condiciones de la ruta. Además de Carlos, otros yanomamis, 16 hombres y dos mujeres (María y Floriza) son parte del equipo. Ellos están entrenándose para monitorear la ruta y actuar como guías, porteros y cocineros y para dirigir el proyecto de ecoturismo que pretenden desarrollar. Representantes de ICMbio (la agencia de conservación brasileña), la oficina de la fiscalía pública) y el ejército brasileño también participaron en la expedición.

Empacando los rastreadores GPS, las cámaras y con mucho interés, los exploradores escucharon las historias del chamán Carlos mientras recorrían la ruta de 36 kilómetros que empieza en la boca del Igarapé Tucano, en la reserva de los indígenas yanomamis, cerca del pueblo São Gabriel da Cachoeira en el estado brasileño del Amazonas.

Tras superar las largas distancias y las dificultades del terreno, el grupo de indígenas señaló los lugares en los que observaban a los animales o sus pistas, los que gozan de agua potable, partes de la ruta que necesitan mejoras y los más adecuados para la construcción de lugares de acampada nocturnos. El equipo también identificó las áreas más sensibles ambientalmente.

La yanomami Maria, de 52 años, hizo historia por ser la primera mujer yanomami en subir a la cima de Yaripo. Su compañera de ruta, la yanomami Floriza, no pudo, sin embargo, terminar el trayecto por respeto y miedo a sus propias tradiciones: el día anterior al que habría alcanzado la cima le llegó el periodo y tuvo que volverse, a su pesar, para no perturbar a los espíritus que viven en la cima. Según la tradición, si hubiese completado su ruta durante la menstruación podría haber puesto en peligro la vida de algún compañero de viaje.

Se espera que el proyecto Ecoturismo Yaripo ofrezca una fuente de ingresos alternativa a los yanomamis que necesitan recursos para comprar productos manufacturados de primera necesidad: herramientas para la agricultura, utensilios de cocina, ropa de cama y vestiduras.

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Un joven yanomami que formó parte de la expedición a Pico da Neblina. Foto: Guilherme Gnipper/Funai, publicada con su consentimiento.

Con la implementación de un proyecto de ecoturismo basado en la comunidad, se espera que 80 yanomamis reciban ingresos por prestar servicios regulares a los visitantes, lo cual beneficiaría indirectamente a 800 personas entre familiares y dependientes.

El desarrollo de la ruta también debería beneficiar a la asociación comunitaria AYRCA de la que forman parte todos los yanomamis.

Cuando Yaripo esté por fin abierta al turismo, las historias del yanomami Carlos y de los suyos cobrarán una nueva vida, y los visitantes de Pico da Neblina las extenderán por el mundo.

El proyecto Ecoturismo Yaripo está buscando colaboradores. Si está interesado en colaborar con esta iniciativa o desea obtener más información, envíe un correo electrónico a marcos@socioambiental.org.

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