Y de las cárceles en México, ¿quién habla?

Internos del Reclusorio Norte en la Ciudad de México. Foto del usuario de Flickr Eneas de Troya compartida en términos de licencia Creative Commons 2.0.

Internos del Reclusorio Norte en la Ciudad de México. Foto del usuario de Flickr Eneas de Troya. Usada bajo licencia Creative Commons 2.0.

En junio de 2016 entró en vigor en México una ambiciosa reforma al sistema de justicia identificada como Nuevo Sistema de Justicia Penal (NSJP), que se aprobó desde el año 2008. El aspecto más difundido y conocido del NSJP son los juicios orales y la adopción de un proceso más similar al estadounidense; sin embargo implica también un impacto al sistema penitenciario del que poco o nada se habla en medios de comunicación tradicionales, salvo cuando acontecen sucesos espectaculares como la fuga de «El Chapo» Guzmán, notorio narcotraficante que se ha evadido de centros de reclusión de supuesta máxima seguridad en dos ocasiones.

Las cárceles de México podrían pronto experimentar un cambio en el volumen de internos, ya que con la entrada en vigor del NSJP, se espera que una cantidad importante de personas obtenga su libertad según lo reportado en junio de 2016 por la versión en línea del diario Zócalo de Saltillo:

Unos 50,000 presos federales y locales pronto podrían estar en las calles. Se trata de reos que no han sido sentenciados hasta ahora y que, de acuerdo con la miscelánea para el nuevo sistema penal aprobada ayer por el Senado, tendrán derecho a solicitar su libertad a partir del próximo sábado.

Más allá de los internos actuales, los ingresos a las prisiones en teoría deberían verse disminuidos con la implementación del NSJP, ya que con la reforma solo un puñado de delitos acarrearán prisión preventiva para el imputado, entre ellos, homicidio doloso, genocidio, violación, espionaje, terrorismo y delitos contra la salud (narcotráfico). Los delitos menores, incluyendo a los patrimoniales como el robo y el fraude, no necesariamente implicarán un ingreso a la cárcel por parte del imputado.

Antes de la reforma las personas acusadas por dichos delitos debían permanecer encarceladas (prisión preventiva) durante el juicio, abonando en la saturación de los centros. Ése es uno de los puntos abordados en un trabajo hecho por la organización México Evalúa que el usuario de Twitter René Sánchez Puls compartió a sus seguidores:

Edgar López. Foto del usuario Flickr Edgar Efrén López Ramos, Reclusorio Sur 02. Usada bajo licencia CC 2.0.

Edgar López. Foto del usuario Flickr Edgar Efrén López Ramos, Reclusorio Sur 02. Usada bajo licencia CC 2.0.

La desigualdad en las prisiones es un reflejo del país

Las cárceles mexicanas viven una crisis que refleja la desigualdad cotidiana del país: mientras unos lo tienen todo, otros ni siquiera poseen un espacio para dormir.

A principios de 2016 ocurrió una matanza al interior de un centro de reclusión conocido como Topo Chico que mereció efímera atención mediática. Luis González de Alba, escritor que pasó un tiempo en prisión hace varias décadas, se refirió a dicha atención así en una pieza para la revista Nexos:

Con el escándalo del enfrentamiento de dos pandillas de narcos en el penal de Topo Chico, cerca de Monterrey, y los 49 muertos que dejó el saldo sangriento, se produjo una revisión de las instalaciones y nos informan, con inexplicable alarma y sorpresa, que había irregularidades nunca imaginadas: prisioneros VIP con celdas acondicionadas a su gusto y muebles de recámara, televisores y hasta saunas.

Continúa González de Alba comentando y aportando sobre su experiencia personal en las cárceles:

El grupo dominante vendía el derecho a tener una litera de cemento y no un lugar en el suelo para dormir, alimentos especiales, ya no digamos droga y servicios sexuales. Todo costaba al preso y la autoridad no sólo era tolerante, sino parte de la extorsión a los prisioneros. Me asombra el asombro: así ha sido siempre en las cárceles del país. La novedad es que también ocurra en las de alta seguridad.

Sobre el dominio de grupos de internos al que se refiere de Alba se pronuncian los medios pocas veces, como en esta nota de la revista de negocios Forbes citando a una fuente oficial:

De acuerdo con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el deficiente control en las funciones de autoridad por parte de los servidores públicos dentro de los centros, da lugar a situaciones de autogobierno.

El autogobierno, pero también el hacinamiento y la insalubridad que la sobrepoblación provoca en los centros penitenciarios de México, son temas a los que me referí en una pieza para el portal Mexican Times:

La crisis del sistema penitenciario no es exclusiva de México. El diario El País ha reportado en el pasado acerca de la sobrepoblación que aqueja a los centros de reclusión en Latinoamérica.

Lupita Pitalua es otra de las personas que ha expresado su preocupación por la crisis penitenciaria:

Mientras el NSJP es implementado en su totalidad, el sistema penitenciario mexicano debe salir del olvido en el que se encuentra, a la vez que debe ser reformado o reforzado para cumplir con el mandato constitucional de reinsertar a la sociedad a quien ha delinquido, y no solamente tenerlo en cautiverio para después dejarle salir sin tratamiento alguno.

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