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Los esfuerzos por consolidar la paz en Mali

Categorías: África Subsahariana, Mali, Desarrollo, Gobernabilidad, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos
Image symbolisant la paix

Imagen que simboliza la paz. Foto tomada por el autor y publicada con su permiso.

Una rebelión, un golpe militar y una invasión de militantes islamistas; el 2012 marcó el comienzo de un capítulo sombrío en la historia de Mali. Todo lo que representaba el orden en este país situado en el oeste de África, el cual muchos observadores veían como un modelo de democracia, se derrumbó. La paz que prevaleció en el país se hizo añicos a causa de la rebelión de los Tuareg en el norte. El catastrófico manejo de la rebelión por parte del gobierno en ese momento llevó a un golpe militar con su propia participación en los abusos.

Las consecuencias de este golpe no tardaron en llegar. El caos creado permitió la invasión de dos tercios del país por parte de los rebeldes Tuareg acompañados de grupos yihadistas, quienes, en ocasiones, superaron a los rebeldes Tuareg y los acorralaron en áreas controladas por ellos en las que se imponía la sharia.

Mali dijo adiós a la paz y la estabilidad y, en su lugar, dio la bienvenida a la inestabilidad y a la injusticia. Durante varios meses, las violaciones, los robos y las ejecuciones sumarias se convirtieron en la norma para muchas personas que se encontraban bajo la ocupación de estos grupos armados. Esta era la situación previa hasta que una operación militar en enero del 2013 por parte de la comunidad internacional pusiera fin a su tortura. Después de dicha intervención, se organizaron elecciones, se eligió a un nuevo presidente y se volvió a lanzar el proceso de paz.

Tres años después de la vuelta del orden constitucional, ¿se ha restablecido la paz en Mali?, ¿Es eficaz la justicia, realmente?

La elección del Presidente Ibrahim Boubacar Keita para la dirección ejecutiva en setiembre del 2013 dio esperanzas a los malienses. Estos lo vieron como una señal clara de la vuelta de la estabilidad.

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Ceremonia de investidura del presidente Ibrahim Boubacar Keïta en 2013. De dominio público.

En tanto que se han llevado a cabo estas medidas, debemos advertir que la tan esperada paz llegará a convertirse en realidad lentamente. Aunque varios grupos rebeldes han firmado la paz entre mayo y junio del 2015, existen ciertos problemas con varios signatarios sobre su aplicación e interpretación que han supuesto enormes dificultades.

Así, más de un año después de su firma, aún somos testigos de las protestas en contra de las disposiciones del acuerdo de paz.

Este ha sido, recientemente, el caso de Gao, donde el 12 de julio una protesta de jóvenes en contra de la aplicación de una «autoridad provisional» se silenció de forma violenta por parte del ejército de Mali, dejando cuatro muertos y cerca de 30 heridos.

Además los enfrentamientos entre varios grupos armados no han terminado. Ha habido repetidas escaramuzas entre dichos grupos armados y la alianza independiente Tuareg «Organization of Azawad's Movements» y entre el Gatia (un grupo armado Tuareg cercano al gobierno) sobre el control de la región de Kidal.

Además, debemos añadir la reaparición de movimientos islámicos. Estos habían sido expulsados de las grandes ciudades mediante la intervención militar en el 2013 y se habían refugiado en zonas aisladas, pero se han reorganizado y han lanzado ataques de manera regular contra los campamentos militares. El último ataque del campamento militar de Nampala el 19 de julio tuvo como resultado el fallecimiento de 17 soldados malienses [1].

Lors de l'hommage rendu par la nation aux soldats tombés à Nampala lors de l'attaque terroriste

La nación homenajea a los soldados caídos en Nampala y que fallecieron en el ataque. Foto tomada por el autor y publicada con su permiso.

En un reportaje publicado por el Grupo de Reportajes de Investigación Malilink, entre la firma del acuerdo de paz el 20 de junio del 2014 y el 25 de junio del 2015, Mali ha registrado 191 ataques [2] cometidos por militantes, dejando 385 muertos.

Finalmente, estamos empezando a ver la aparición de un nuevo fenómeno: los conflictos entre comunidades, generalmente entre las poblaciones de Babara y Peulh en la región de Mopti, que han dejado varios muertos. El 27 de agosto del 2016, una nueva escaramuza provocó cinco fallecidos.

En materia de justicia, existen algunas señales positivas por parte de las autoridades, en particular el arresto del Capitán Amadou Haya Sanogo, a la cabeza del golpe militar del 2012, y de varios líderes militares envueltos en el asesinato de los militares denominados como «boinas rojas» así como también el haber llevado a la Corte Penal Internacional al yihadista Ahmad Al-Faq Al-Mahdi [3], cuyo juicio se encuentra actualmente en curso.

Sin embargo, muchos de los crímenes cometidos durante la crisis no se han perseguido ni se han castigado.

Procès de AHMAD AL FAQUI à la CPI

El juicio de Ahmad Al Faqui en la Corte Penal Internacional. De dominio público.

Hemos sido testigos incluso de la liberación, como parte del proceso de paz, de ciertas personas sospechosas de ser autores de violaciones serias de los derechos humanos. Mucha gente ha alzado la voz para denunciar esta situación [4], en especial las organizaciones pro derechos humanos. Según la Federación Internacional de Derechos Humanos:

Pour eux, certaines dispositions de l’accord de paix  à savoir l’amnistie accordée à  certains responsables des groupes armés dont  le juge islamique de Tombouctou,   HOUKA HOUKA AG ALFOUSSEINI,  est une prime à l’injustice.

Para ellos, ciertas disposiciones del acuerdo de paz, concretamente la amnistía que se concedió a ciertos líderes de grupos armados incluyendo el juez islámico de Timbuktu, Houka Houka Ag Alsfousseini, es un apogeo de la injusticia.

Asimismo, muchas personas son víctimas de violaciones, robos, amputaciones y flagelaciones; al mismo tiempo que esperamos que se haga justicia.

Después de estas apreciaciones, es importante recordar que la consolidación de la paz, la justicia y la seguridad en Mali continúa siendo la tarea principal. Se necesita mucha ayuda, teniendo en cuenta que el trabajo es bastante duro.

Conseguir la paz requerirá que los malienses aprendan a perdonar y a dialogar, y que tengan el poder de llevar a cabo su papel regulador. Pero todo esto será difícil sin un involucramiento real por parte de la comunidad internacional.