Este informe realizado por Meradith Hoddinott se publicó en PRI.org el 30 de setiembre del 2016. Es republicado aquí como parte de un acuerdo para compartir contenidos.
Menkir Tamrath camina sobre una planta de pimientos y tira de sus hojas verde oscuro para revelar docenas de pimientos rojos relucientes en el límite de su huerta.
“Parece que tenemos un puñado de pimientos rojos maduros listos para ser arrancados” dice mientras se frota las manos.
En las próximas semanas, Tamrath cosechará largas filas de pimientos. Luego los secará y los convertirá en mezclas de especias esenciales para la cocina etíope. Tamrat incluye una docena de ingredientes en estas mezclas, enfocándose en el equilibrio entre calor y color mientras logra el sabor.
Tamrath no siempre fue granjero. Creció en un campo de Etiopía en la década de los sesenta. Luego, a principios de los '80, llegó al área de la bahía de San Francisco en California, obtuvo su maestría y comenzó su carrera en gestión de tecnología avanzada. Los platos de su pueblo natal nunca se alejaron de su corazón, pero cuando intentó recrearlos con ingredientes locales, algo faltaba.
“Porque no podía crear el polvo picante de la repisa de los picantes”, explica Tamrath. “Es ensayo y error. ¿Cómo sabes cuál se le parece más?”.
Entonces Tamrath volvió a Etiopía y trajo consigo las semillas necesarias para comenzar una huerta. Llenó su patio con hierbas, vegetales y pimientos, y descubrió que estos sabores frescos lo cambiaban todo.
“Esta hoja se llama koseret», dice Tamrath, sosteniendo un manojo de hierbas disecadas. «Nunca la puedes encontrar. No se utiliza en ninguna otra cocina. Y tiene un sabor inusual característico».
Por decadas, La huerta de Tamrath solo era un proyecto apasionado. Pero cuando su compañía de tecnología se redujo en el 2009, Tamrath vio la oportunidad de cosechar estos sabores etíopes a mayor escala. Se contactó con una huerta local y en el verano ya contaba con 5.000 plantas de pimientos creciendo en suelo californiano.
Una vez que Tamrath tuvo un suministro constante de pimientos, se volcó a libros, artículos y recetas para buscar la mezcla de especias perfecta. Pero cuando comenzó a mezclar los sabores, se dio cuenta que le faltaba el ingrediente secreto principal: ¡el toque de mamá!
“La cocina etíope es algo así como: la mamá de fulano y mengano es conocida por su tal o cual», dice Tamrath con una sonrisa. “Y puede que ella tenga un pequeño secreto que le agregue a la comida, por lo que nunca obtendrás el mismo plato de dos familias que preparan el mismo guisado».
Recurrió a un amigo de su madre que vivía en Oakland en busca de ayuda. También seguía a su suegra por la cocina con anotador en mano cuando ella vino de visita desde Etiopía.
Finalmente, ideó una mezcla de especias que era digna del hogar.
“Incluso llevé algunas muestras a un restaurante en Etiopia», expresa Tamrath. “Sólo para decir: ¿podrían probar esto? ¡Y la dueña no podía creer que fuera producido por un hombre y traído desde EE. UU.!».
Tamrath vende sus especias a restaurantes en el área de la bahía a través de su compañía, Cosecha Eterna. Pero esta temporada, divide su tiempo entre California y Etiopía, donde está incursionando en un nuevo proyecto.
Empezó una huerta en su país natal para cultivar productos occidentales como acelga y kale (vegetales muy difíciles de encontrar en Etiopía). La capital, Addis Ababa, es sede de muchas organizaciones políticas internacionales y Tamrat espera colarse en el floreciente mercado de restaurantes occidentales de alta gama que surgieron allí durante la última década.
Aunque pareciera que Tamrath se siente atraído de vuelta a su tierra, él cree firmemente en ser parte de los dos países.
“Soy lo suficientemente afortunado para decir que tengo dos países», dice. «Y no tengo que elegir uno sobre el otro. Los dos lugares brindan diferentes oportunidades. Creo que debería haber más personas con doble nacionalidad. ¡Al menos, más de una!».