La modesta victoria electoral de una mujer transgénero es un gran triunfo para la comunidad trans de Brasil

Indianara during a protest asking for the ousting of current Brazilian president, Michel Temer | Photo: Indianara Siqueira/Facebook/Used with permission

Indianara durante una protesta que pedía la salida del actual presidente brasileño, Michel Temer | Foto: Indianara Siqueira/Facebook/Usada con permiso

Durante unos cuantos años, Brasil ha encabezado vergonzosamente la lista de casos de asesinatos de personas transgénero. Según un estudio hecho por Transgender Europe, en Brasil, se mata 4 veces más gente transgénero que en el segundo país de la lista (México), y casi 8 veces más que en el tercero (Estados Unidos). Un estudio independiente, organizado de forma anual por un grupo de derechos de los homosexuales en Bahía, calculó que al menos 318 miembros de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, y transexuales (LGBT) fueron asesinados en Brasil en el 2015, de los cuales el 37% –alrededor de 117 personas– eran transgénero.

La esperanza de vida de una persona transgénero que viva en el Brasil del siglo XXI es de 30 años. Para comparar, la esperanza de vida de los brasileños en general es de 75 años. Brasil carece de leyes que protegan al colectivo LGBT de la discriminación. Ni la orientación ni la identidad sexual están incluídas en la definición de delito de odio, y no encontrará usted la opción de marcar ninguna de ellas en un informe policial, haciendo así difícil que activistas u ONG puedan recopilar datos. La vida es especialmente difícil para los transgéneros que se ganan la vida como trabajadores sexuales.

En medio de una realidad tan problemática, una mujer transgénero de 45 años ha ofrecido al mundo un pequeño vistazo de cómo es la vida para los trans de Brasil. Indianara Siqueira fue candidata del partido de izquierdas PSOL en las elecciones municipales del 2 de octubre. Recibió 6.166 votos, quedando así como alternativa al sillón (una de los 6 reemplazos asignados en caso de que la primera opción de los votantes fallezca o deba abandonar su puesto por cualquier motivo) en la legislatura local. Para celebrarlo, así como para invitar a sus votantes a su ceremonia inaugural en enero, Indianara decidió compartir parte de la historia de su vida en su página de Facebook. De momento, su publicación tiene más de 3.100 likes, y ha sido compartida más de 700 veces.

Indianara nació en una ciudad de mediana extensión, Paranaguá, en el estado sur de Paraná, durante la dictadura militar brasileña (1964-1985). Comenzó a hormonarse a los 12 años. A los 16, se fue de la casa de su abuela. Antes de cumplir los 20 ya había sido violada –crimen cometido por oficiales de policía, en la pequeña pensión de São Paulo en la que vivía–.

Indianara detalló las brutales condiciones que ella, y otros como ella, fueron forzados a soportar:

Fui pra Santos,afinal como diz a canção:La miseré est plus légere au soleil (A miséria é mais leve no sol).

Lá dormindo na rua conheci as Travestis putas que me acolheram e me deram um poste onde trabalhar na esquina.De masseira e pizzaiola,me tornei puta.

Quase todos os dias éramos levadas pelo Francês ( Polícia Civil) entre outres,ou Abreu ( PM) entre outros PMs pra delegacia.Apanhavamos por existir.Eramos jogadas no camburão e em viaturas como lixo que não pode nem ser reciclado.Eramos colocadas no muro do coliseu de Santos e tínhamos amoníaco espirrado na cara.Aquilo queimava olho ,mucosa da boca.So que quando eles iam puxar o amoníaco,puxavam também o revólver e se vc corresse eles atiravam.Vc suportava o amoníaco te queimar enquanto eles riam.As vezes faziam vc achar que iam fuzilar todas..Vc aprende o dia do plantão dos teus algozes,mas não pra fugir deles e sim se preparar psicologicamente pra ser torturada por eles.Voce tinha que sobreviver.Mas vc saia pronta pra morrer.

Me fui a Santos, al fin y al cabo, como dice la canción: La miseria es más liviana bajo el sol.

Allí, durmiendo en la calles, conocí a travestís que trabajaban como prostitutas, que me acogieron, y me dieron una farola en la esquina de una calle, donde podía trabajar. De ser panadera y pizzera, pasé a ser puta.

Casi cada día, éramos llevadas por «el Francés» (Policía Civil), entre otros, o Abreu (Policía Militar), entre otros policías militares, a la comisaría. Éramos golpeadas por existir. Nos metían en coches y furgonetas de policía como si fuésemos basura que no se puede reciclar. Nos ponían contra el muro del Teatro Coliseo de Santos y nos rociaban amoníaco en la cara. Nos quemaba los ojos, las mucosas de la boca. El caso es que, cuando sacaban el amoníaco, también sacaban las pistolas, y, de intentar correr, te dispararían. Tenías que soportar el ardor del amoníaco mientras ellos se reían. A veces, nos hacían creer que nos fusilarían a todas. [Te] Aprendías los turnos de tus torturadores, pero no cómo escapar de ellos; aprendías a prepararte sicológicamente para ser torturada por ellos. Tienes que sobrevivir. Pero sales de casa preparada para morir.

Indianara se identifica como una mujer transgénero así como una travesti. La palabra travestí en portugués, si bien peyorativa en su origen, ha sido reclamada por la comunidad transgénero en Brasil, y muchas mujeres trans se identifican actualmente como tal.

Ella vivió en Santos durante los años 90, cuando la epidemia del SIDA estaba azotando Brasil. Escribió que, en aquel entonces, «la esperanza de vida de los transvestigêneres [travestis+transgénero en portugués] era de 25 años».

A aids chegou.Santos era conhecida como a capital da AIDS.Disseram que eu morreria de AIDS.

Minha irmã cishetero casada com um PM morreu de Aids.Varias amigas morreram de AIDS.Variios amigos morreram de Aids.Nos chamavam de aidéticos.Nos expulsavam dos bares ,restaurantes e não nos deixavam comer com medo que comtaminassemos os talheres.Nos matavam socialmente aos poucos.Eles tinham prazer nisso.E não tínhamos a quem recorrer.

As vezes nos revoltavamos.A lider da revolta era assassinada.

Ninguém chorava por nós.Ao contrário.Para muitas famílias como é até hoje, é um alívio quando nos matam ou morremos.

Llegó el SIDA. Santos era conocida como la capital del SIDA. Dijeron que yo me moriría de SIDA.

Mi hermana cisgénero, casada con un policía militar, se murió de SIDA. Varios amigos se murieron de SIDA. La gente nos llamaba «los sidéticos». Nos echaban de los bares, de los restaurantes, y no nos dejaban comer por miedo de que contaminásemos los cubiertos. Nos mataban socialmente, poco a poco. Se regocijaban al hacerlo. Y no teníamos a quién recurrir.

A veces nos revelábamos. La líder de la revuelta era asesinada.

Nadie lloraba por nosotros. Al contrario. Para muchas familias, como aún ahora, es un alivio cuando nos matan o morimos.

Indianara during a conference for LGBT rights

Indianara durante una conferencia por los derechos de la LGBT | Foto: Indianara Siqueira/Facebook/Usada con permiso

A través de sus luchas, Indianara se convirtió en activista. En 1996, era parte del grupo de los derechos de los LGBT que luchaba porque los transgénero tuviesen el derecho de escoger su nombre –cosa que no había sido oficialmente concedido en Brasil hasta este mismo año–, así como el derecho de un homosexual de tomar el apellido de su pareja.

También luchó porque las mujeres trans fuesen admitidas en el ala femenina de los hospitales, o, al menos, separadas de los hombres en el ala masculina.

Y cuando alzó la voz en contra del abuso policial contra las personas LGBT que trabajaban en las calles, se convirtió en un objetivo:

Então um dia fui algemada em um poste em Santos enquanto o policial fazia roleta russa na minha cabeça.Eu aterrorizada tremia tanto é chorava.Pensei nos meus irmãos pequenos que dependiam de eu sobreviver nessa porra de vida,pensei nas travestis doentes que dependiam de que eu sobrevivesse. […] Sim,o barulho do tambor do revólver girando me fazia lembrar de quem dependia de mim pra viver um pouco mais,mesmo eu não sabendo se teria essa chance.Mas o barulho aterrozante do revólver me fazia lembrar que eu estava viva ainda.Ou morta,mas ainda sem saber.

Entonces, un día fui esposada a un poste en Santos, mientras el policía jugaba a la ruleta rusa [con el arma] en mi cabeza. Estaba aterrorizada, temblando y llorando. Pensé en mis hermanos pequeños que dependían de que yo sobreviviese en esta vida de mierda, pensé en los travestis enfermos que dependían de que yo sobreviviese. […] Sí, el ruído del tambor del arma girando me hacía recordar a los que dependían de mí para vivir un poco más, incluso cuando yo misma no sabía si tendría esa oportunidad. Pero el aterrador sonido del arma me hacía recordar que aún estaba viva. O muerta, pero sin saberlo todavía.

Bajo amenaza, Indianara dividió su tiempo entre Río y São Paulo durante una temporada, trabajando con grupos de apoyo para transgéneros y organizando marchas por los derechos LGBT. Pero mientras se alzaba en una prominente posición en su comunidad, el abuso policial se hizo más fuerte:

Em SP a polícia colocava cocaína no carro das travestis e nas bolsas exigindo 5 mil reais pra não leva-las presas como traficantes.Muitas foram.Tinha a vida destruídas na prisão.Livres ou viravam ladras revoltadas que agrediam inclusive nós ,as amigas como se nos culpassem por não termos passado pelo mesmo.

Muitas foram presas injustamente.Algumas morreram nas prisões.

Nossa tortura tem que ser contada nas audiências públicas sobre tortura sim.

En São Paulo, la policía colocaba cocaína en el coche y los bolsos de las travestis, exigiendo 5.000 reales [más de 1.400€] para no ser apresadas como traficantes. Muchas lo fueron. Sus vidas fueron destruídas en prisión. Una vez libres, se convertían en ladronas furiosas que nos atacaban incluso a nosotras, sus amigas, como culpándonos de no haber pasado por lo mismo.

Muchas fueron encarceladas injustamente. Algunas murieron en prisión.

Nuestra tortura tiene que ser contada en audiencias públicas sobre tortura, sí.

El acoso motivó a muchos en la comunidad transgénero de Brasil a organizarse en una escala mayor. Una conferencia transgénero nacional fue creada, y convertida en un prominente evento anual. Indianara tuvo que dejar Brasil, pero continuó denunciando a la policía. Como ella misma explicó, «las vidas de futuros transvestigêneres dependían» de que ella lo hiciese. Uno de sus proyectos recientes incluye clases preparatorias para tests de acceso a universidades específicamente diseñados para estudiantes trans.

A meme from her campaign says: "Come transform the city"

Un meme de su campaña dice: «Ven a transformar la ciudad» | Foto: Indianara Siqueira/Facebook/Usada con permiso

En 1992, una amiga de Indianara, Kátia Tapety, fue elegida legisladora municipal en el pequeño pueblo de Colônia do Piauí –convirtiéndose en la primera persona trans en ser elegida para una posición política–. En las siguientes elecciones, fue elegida vicealcaldesa.

Veinticuatro años después, la representación de los trasngénero en las oficinas políticas continúa siendo baja, pero las elecciones de este año alcanzaron una cifra récord de candidatos para los cargos. Al menos 80 candidatos se identificaron como trans; seis de ellos fueron elegidos. Para Indianara, que está celebrando su propia victoria en la alternativa al puesto, esto ha sido una victoria:

Passamos um recado:Estamos e ficaremos em todes espaços que nos foram negado.

Essa minha suplência é uma vitória de todes corpos de transvestigeneres que tombaram por mim.Que sobreviveram por mim.Que tombaram ao meu lado.Pelos corpos que poderão dizer : Sim podemos por que elas e eles puderam.

Sou resistência.Sou resiliência.

Hemos enviado un mensaje: estamos y estaremos en todos los espacios que nos han sido negados.

Mi suplencia [al cargo] es una victoria para todos los cuerpos de transvestigêneres que han caído por mí. Que han sobrevivido por mí. Que han caído a mi lado. Por los cuerpos que pueden ahora decir: Sí, podemos porque ellas y ellos pudieron.

Soy resistencia. Soy resiliencia.

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