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El chocolate premium podría ayudar a cambiar el rumbo de la devastadora deforestación en Haití

Categorías: Caribe, Haití, Alimento, Ambiente, Medios ciudadanos
Secado de cacao en Grande Riviere du Nord. Foto de Nick Hobgood. CC 2.0. [1]

Secado de cacao en Grande Riviere du Nord. Foto de Nick Hobgood. CC 2.0.

Esta publicación de Meg Wilcox [2] apareció originalmente  [3]en Ensia.com [4], una revista que destaca soluciones medioambientales internacionales en acción, y se republica aquí como parte de un acuerdo de intercambio de contenidos. 

Cuando un pequeño productor de chocolate en Quebec ganó un premio de oro [5] en un concurso internacional de chocolate por una barra hecha con granos de cacao haitiano, sacudió al sector que se especializa en este alimento. Los granos de cacao habían estado en el mercado por menos de un año y nunca antes una barra de chocolate haitiano había recibido un premio similar.  

Haití produce menos del 1% del cacao del mundo. Pero actualmente, los protagonistas de la industria están intentado colocar a esta nación caribeña entre los productores de chocolate de calidad, a la vez que ayudan a los agricultores pobres a alcanzar una mejor calidad de vida y a frenar las fuerzas que han hecho de Haití un paisaje lunar. Con una increíble deforestación del 98%, Haití es un desastre medioambiental, vulnerable a devastadoras inundaciones y deslizamientos.

Los esfuerzos para conectar a agricultores de cacao pobres con consumidores dispuestos a pagar más de 8 dólares por una sola barra de chocolate son parte de un movimiento mucho más extenso dentro del desarrollo de la comunidad para combatir la pobreza global y proteger los recursos naturales a través del acceso a este tipo de mercados especializados.

¿Pero pueden estos esfuerzos marcar una diferencia en el abordaje de las causas de la degradación ambiental? ¿Y pueden hacerlo a un nivel que transforme las economías rurales que luchan por salir adelante?

Reforestando Haití con cultivos arbóreos

La causa de la deforestación en Haití se halla en su extrema miseria. El ingreso per cápita sólo fue de 828 dólares en el 2015, y dos tercios de los haitianos son agricultores que únicamente subsisten. La gran mayoría prepara su comida con carbón vegetal. La producción de carbón vegetal exacerba la deforestación, lo cual lleva a la erosión del suelo, pérdida de tierras para sembrar y un círculo vicioso de pobreza.

Se estima que en Haití un 50% de la capa superior del suelo se ha desgastado, destruyendo las tierras de cultivo y contribuyendo a la pérdida de cosechas que alcanzaron el 70 por ciento [6] en algunos lugares como consecuencia de la extrema sequía de este año.

El cacao es el fruto de un árbol que crece bien en sistemas agroforestales, es por esto que Ralph Denize de FOMIN (Fondo de Inversión Multilateral) dice: “El cacao es uno de los mejores cultivos que pueden utilizarse para reforestar el país».

Cocoteros, árboles de pana, mango y aguacate se erigen para ofrecer su sombra a los árboles de cacao más pequeños, alimentar a los agricultores y cobijar a las aves y otros animales. Los campos de cacao son unos de los pocos lugares de Haití que aún tienen árboles en pie.  

“Mientras el mercado permanezca estable y los agricultores puedan depender de él, esos árboles vivirán al menos por 40 años más», agrega Emily Stone, fundadora de Uncommon Cacao.

Actualmente, cerca de 20.000 pequeños productores siembran cacao como cultivo comercial en dos regiones de Haití, que llevan el nombre de «jardines criollos». Pero «jardín» es un nombre poco apropiado, porque esta vegetación enmarañada que ocupa un acre (media hectárea) en tamaño, forma bosques en miniatura.

De hecho, los sembríos de cacao son uno de los pocos lugares en Haití con árboles aún en pie, según Patrick Dessources de Root Capital [7], que financia pequeños negocios agrícolas y está asociado a FOMIN y otros grupos para reconstruir la industria del cacao en Haití.

Hoy en día, Haití exporta anualmente 4.400 toneladas de cacao, una caída importante de las 22.000 toneladas que exportaba en la década de 1960, menos que la vecina República Dominicana, con una exportación de 77.000 toneladas en el 2014.

Revitalizando el sector del cacao en Haití

Revivir la industria del cacao en Haití puede ayudar a reforestar el país, pero la clave está en construir una capacidad suficiente para producir los granos de cacao fermentados de alta calidad utilizados por fabricantes de chocolate negro y chocolate premium, como Palette de Bine [8], el ganador del premio. Esos granos se cotizaron a un mayor precio, ayudando a los agricultores a vivir mejor.

Como expresa Denise: «pasar de chocolate no fermentado a fermentado es mantener el valor agregado en el país».

Merviel Chilmise is a cocoa farmer in northern Haiti who sells to PISA, a fermentation facility that produced cocoa beans that went into a chocolate bar that won a gold prize at the 2016 International Chocolate Awards. Photo by Meg Wilcox

Merviel Chilmise es una agricultora de cacao al norte de Haiti que le vende a PISA, una planta de fermentación que produjo los granos de cacao que fueron a las barras de chocolate que ganaron un premio de oro en los 2016 International Chocolate Awards. Foto de Meg Wilcox.

Actualmente, a diferencia del chocolate producido en masa, más del 90% de los granos de cacao haitianos se venden y exportan en crudo y sin procesar debido a que los agricultores cuentan con pocas opciones para llevar a cabo la fermentación. Sólo hay tres plantas de fermentado en el país.

Una de las instalaciones es operada por Produits de Iles S.A, o PISA [9], que produjo los granos fermentados para la barra de chocolate ganadora de Palette de Bine. PISA obtiene los granos de cacao de 1.500 cultivos familiares diseminados al pie de la cadena montañosa Massif de Nord.

PISA le paga a los agricultores el doble de lo que ganarían por los granos no procesados. Esto los motiva a proteger sus árboles de la industria de carbón vegetal. Pierre Daniel Phelizor, un agricultor de cacao por 15 años, dice que, ahora que le vende a PISA, está haciendo «buenos negocios» con sus árboles. Además, Phelizor tiene un vivero donde vende árboles de cacao, pana y mango a otros agricultores.

Uno de los principales clientes de PISA es Taza Chocolate. El primer productor de chocolate especial de Estados Unidos no entró en Haití por altruismo, sino por la calidad del cacao haitiano. «Sabemos que tenemos un buen producto —variedad antigua, buen terroir, orgánico de origen», dice el gerente de recursos de Taza, Jesse Last. «La gente se enamorará del sabor, y esperamos que Haití se beneficie al ganar reconocimiento como fuente de cacao de excelente calidad». Taza se asociará con Whole Foods para comercializar la barra, que comenzó a ser producida este año.

Expandiendo el mercado

PISA necesita más clientes como Taza para hacer crecer sus negocios y expandir su impacto social y medioambiental. El emprendedor haitiano que fundó PISA hace cuatro años como sucursal de la corporación agro-industrial REBO estima que las exportaciones de PISA alcanzarán las 176 toneladas este año, una parte de la capacidad del país.

Stone, quien presentó a Palette de Bine los granos de cacao de alta calidad de PISA, dice que ya ha empezado a suceder.

«Estamos en intentando llegar a un acuerdo con productores de chocolate mucho más importantes que puede que no estén al nivel de Hershey's, pero tienen más poder adquisitivo que los productores de chocolate artesanales», dice. Algunos de ellos son Dandelion, Raaka y Valrhona Chocolate.

A nivel mundial, el mercado de chocolate premium representa menos del 1% de los 98.3 billones de dólares de la industria del chocolate, según Stone. Muy poco, pero va creciendo. Uncommon Cacao, por ejemplo, ha aumentado sus ventas desde siete toneladas en un país en el año 2011 a más de 220 toneladas en cinco países el 2016, y con dos clientes en el 2011 a más de 90 el 2016.

A largo plazo, los mercados carboníferos pueden ayudar a expandir los sistemas agroforestales para el cacao en Haití, dice Elizabeth Teague de Root Capital. El Livelihoods Carbon Fund [10], por ejemplo, reúne su capital de inversores que obtienen beneficios por medio de créditos de carbón a través del Mecanismo del Desarrollo Limpio de las Naciones Unidas o de Verified Carbon Standard [11] (Carbón de Calidad Certificada).

El fondo colabora en la financiación de un importante proyecto forestal en Guatemala cuyo objetivo es plantar 5 millones de árboles —cítricos, café, cardamomo y cacao, entre otros—  sobre 4.000 hectáreas. El proyecto busca capturar y  brindar medios de subsistencia sostenibles a pequeños agricultores.

En Perú, Pur Projet [12] ofrece otro modelo. Iniciado en el 2008 por uno de los fundadores de Alter Eco [13], la iniciativa trabaja para restaurar una de las regiones más deforestadas de Perú en el corazón de la amazonia andina. Casi 10.000 pequeños productores de café y cacao repartidos en 21 comunidades están involucrados en el proyecto, que ya ha reforestado cerca de 1 millón de acres (casi 400.000 hectáreas) —un área mayor que Rhode Island.

Distintas iniciativas de restauración de tierras que ven la agro forestación como solución principal han estado adquiriendo cada vez más fuerza desde la COP 21.

Pur Projet está verificado por Carbón de Calidad Certificada y por las normas de Alianza de Clima, Comunidad & Biodiversidad [14] para el mercado de carbón no compensatorio. Los socios del proyecto se encuentran en el proceso de registrar casi 5 millones de acres (2 millones de hectáreas) de tierra, incluyendo tanto el área reforestada como el bosque que la rodea como una Reserva de Biósfera en el Patrimonio Mundial de las Naciones Unidas. Esto ayudará  a proteger los bosques de las presiones del desarrollo y asegurar que siga siendo una cuenca carbonífera.

Actualmente, hay pocas iniciativas como éstas, dice Teague, ya que «los mercados de carbón son considerados poco fiables». Sin embargo, muchas iniciativas de restauración de tierras que ven a la agro forestación como solución principal han estado ganando fuerza desde la COP21. Initiative 20×20 [15], por ejemplo, tiene como objetivo reforestar 20 millones de hectáreas de tierras degradadas en Latinoamérica para el 2020, y considera la agro forestación como un enfoque fundamental.

Detener la deforestación en Haití

Pero la reconstrucción de la industria del cacao en Haití no será suficiente para detener la deforestación. Los haitianos necesitan acceso a fuentes de combustible alternativos y accesibles, como el propano o los hornos solares.

Juan Mejía, codirector de Death by a Thousand Cuts (Muerte por mil cortes), [16] un documental del 2016 sobre un brutal asesinato relacionado con el comercio del carbón en Haití, dice que es el método que la República Dominicana utilizó en las décadas de 1960 y 1970, y que Haití podría hacer lo mismo. Pero, dice, «el gobierno necesita aplicar un plan exhaustivo. No puede ser un puñado de grupos de ayuda trabajando separadamente».

A fin de cuentas, los haitianos necesitan oportunidades económicas. «Nadie quiere implicarse en el negocio del carbón», dice Mejía. «Es un trabajo extenuante por muy poco dinero. La gente dirá: lo hacemos para no robar».

Reconstruir el sector del cacao en Haití y aumentar su capacidad agrícola puede ayudar a proveer esas oportunidades económicas a la vez que el medio ambiente se beneficia.

“Creo que un acceso significativo al mercado para la producción de cacao de forma global puede cambiar la economía», señala Stone. «Cada vez vemos más mercados y productores de chocolate reinventando sus cadenas de abastecimiento de cacao y pensando más profundamente acerca de estas cuestiones».

Y Teague agrega: «Sabemos que los campos agroforestales pueden ayudar a mitigar el cambio climático mientras proveen un hábitat para la biodiversidad local, conservando el suelo y asegurando que los árboles siguen siendo parte del paisaje. ¿Pero cómo podemos esperar que los agricultores que ganan 2 dólares al día se hagan cargo de este trabajo? Como cadenas logísticas y como consumidores necesitamos incentivar prácticas de producción sostenible si queremos detener la deforestación y hacer frente al cambio climático».

Meg Wilcox [2] es gerente de comunicaciones en Ceres, un grupo sin fines de lucro que mobiliza los negocios y el liderazgo de inversores sobre el cambio climático y otros desafíos de sostenibilidad globales. Ella anteriormente ha trabajado en el sector de salud pública y agricultura sostenible en Latinoamérica. Su trabajo fue publicado en el Boston Globe, National Geographic Voices, GreenBiz, y New Solutions.