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Cómo y dónde corre la sangre de los indígenas de Brasil hoy

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Derecho, Derechos humanos, Medios ciudadanos, Pueblos indígenas
Seguranças impedem a invasão de índios no Palácio do Planalto

Indígenas Munduruku protestan en Brasilia en el 2013 en contra de la construcción de la planta de energía hidroeléctrica en el río Tapajós, ubicado en la región amazónica. Foto: Agencia Brasil/CC-BY 3.0.

Este artículo fue publicado originalmente [1] en el sitio del Instituto Socioambiental. Es publicado aquí mediante una asociación de contenidos.

La violencia y la falta de asistencia de que son víctimas los indígenas en el Brasil siguen siendo muy graves, de acuerdo con el infome Violencia Contra los Pueblos Indígenas en Brasil – Datos del 2015 [2], producido por el Consejo Indigenista Misionero (Cimi) y publicado en setiembre en Brasilia.

Los datos muestran que sólo el año pasado, hubo 87 casos de suicidio entre los indígenas en el país, siendo que más de la mitad (45) ocurrieron en Mato Grosso del Sur. Entre 2000 y 2015, hubo 752 casos sólo en ese estado. El informe registró aún 137 asesinatos de indígenas en 2015 – un cuarto del total (36) en Mato Grosso del Sur.

Casi 600 niños indígenas menores de cinco años murieron en el mismo período, en general, de enfermedades fácilmente tratables como la neumonía, la diarrea y la gastroenteritis. La tasa de mortalidad de los niños hasta un año en el Mato Grosso del Sur, de 26 por cada mil nacidos vivos, es el doble de la media nacional.

La ineficacia del gobierno en la demarcación de las tierras indígenas (IT) y  en la prestación de servicios básicos, como la salud y la educación, es señalado por el informe como la razón principal por la violación sistemática de los derechos.

El Brasil tiene una población indígena cercana a las 900.000 personas, o 0,5% de la población total del país, según datos del Censo del 2010 [3]. Eso hace que Brasil sea el país latinoamericano con el contingente más bajo de indígenas. En compensación, es también el país con el mayor número de grupos étnicos indígenas – 305, también de acuerdo con el censo.

El informe del CIMI es hoy una de las pocas fuentes de información sobre las situaciones de violencia contra los pueblos indígenas en Brasil.

La coordinadora de la investigación, Lúcia Helena Rangel, evalúa: «Este grado de perversidad contra la población indígena proviene de varios lados. Del agricultor, del secuaz, de cualquier ciudadano que se cree en el derecho de matar a un niño», en referencia al asesinato de Víctor Kaingang [4], de dos años, muerto en el regazo de su madre en diciembre del 2015 a la estación de autobuses en la ciudad Imbituba (SC).

«Las muertes físicas, la violencia física, se derivan de la lucha por la tierra, se derivan de la lucha por la demarcación», avalió el fiscal Luciano Maia, coordinador de la 6ª Cámara de Coordinación y Revisión del Ministerio Público Federal, durante el lanzamiento del informe. «Como resultado, no podemos descartar como parte del problema, y al mismo tiempo de una solución, luchar para reconocer para todos los indígenas el derecho a sus tierras de ocupación tradicional», concluyó.

Dos días antes de la publicación del informe, la comunidad indígena guaraní kaiowá de Kurusu Ambá, en Coronel Sapucaia (MS), sufrió el quinto ataque del año. Hombres armados dispararon y colocaran fuego en la zona (lea más [5]). En Brasilia, Elson Canteiro, del pueblo Guarani Kaiowá, destacó la situación de los indígenas en el estado. «Hoy en día vivimos en un momento muy crítico, porque vivimos en un área de recuperación. Estamos sufriendo diariamente con violaciones graves», dijo.

Para Marta Azevedo, experta demógrafa en los pueblos indígenas y ex presidente de la Fundación Nacional del Indio (Funai), falta voluntad política de los organismos oficiales para consolidar los sistemas de información sobre estas poblaciones. «Es absurdo no disponer de cifras oficiales públicas anuales de mortalidad infantil-juvenil y infantil y sobre la mortalidad de causas violentas entre la población indígena», criticó, en entrevista a ISA.

La no demarcación de las tierras es también violencia

La primera parte del informe reúne los casos de violencia contra la herencia indígena, incluyendo los retrasos en la demarcación de las tierras indígenas, las disputas sobre los derechos a la tierra, invasiones, la explotación ilegal de los recursos y daños a la propiedad.

En el 2015, el CIMI registró 18 conflictos relacionados con los derechos territoriales. Una vez más, el campeón fue el estado de Mato Grosso del Sur, con diez registros. También se plantearon 55 casos de invasiones, explotación ilegal de los recursos y daños a la propiedad. La mayor parte (18) estaba en Maranhao, que sigue, en 2016, casos similares (lea más [6]). También se recogieron 52 casos de falta de asistencia en la salud, cuya la mayoría de los cuales estaban en Maranhão, con 11 apariciones.

«Este informe trae, en nuestra evaluación, tres características: la omisión en cuanto a la asistencia de las comunidades y en especial la demarcación de las tierras indígenas; la perversidad en relación a las violencias; la omisión en cuanto a la realidad de la devastación de las zonas indígenas», explica Roberto Liebgott, Coordinador de la Región Sur del CIMI.