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Elecciones presidenciales en Nicaragua, una «democracia sin consenso»

Categorías: Latinoamérica, Nicaragua, Elecciones, Política
Daniel Ortega, presidente electo de Nicaragua por tercera vez consecutiva. Fotografía tomada de Wikimedia Commons. [1]

Daniel Ortega, presidente electo de Nicaragua por tercera vez consecutiva. Fotografía tomada de Wikimedia Commons.

El triunfo del presidente Daniel Ortega [2] en las elecciones de Nicaragua a principios del mes de noviembre de 2016, no significó una gran sorpresa para los observadores  [3]ni para los nicaragüenses. Con estos comicios, que no generaron mayor reacción en los ciudadanos, Ortega se hace de un tercer mandato consecutivo del país centroamericano.

La trayectoria de Daniel Ortega en la historia de Nicaragua es amplia y una de sus raíces más importantes es su liderazgo del Frente Sandinista de Liberación Nacional [4] (FSLN), partido político de izquierda, importante en las últimas décadas en Nicaragua. El FSLN sentó sus bases con la caída del gobierno dictatorial [5] de Atanasio Somoza [6] y luego pasó un periodo de lucha por la permanencia en el poder, amenazada por la Contra [7] Nicaragüense –o contrarrevolución– que fue impulsada fuertemente por el gobierno de los Estados Unidos.

El gobierno de Ortega y sus años recientes al mando no han dejado de generar críticas, en particular en lo referente al funcionamiento democrático del país. La presentación de su esposa [8] como compañera de campaña, y hoy vicepresidenta electa, ha sido uno de los puntos más controvertidos en esta última elección.

Un modo de entender los resultados de las elecciones, las complejidades de la gobernanza nicaragüense y las posibilidades de los años venideros para el país fueron explorados por la investigadora Renée Salmerón, [9] a través del portal Con Distintos Acentos [10]. En el artículo se interpretan cifras y se apunta a referencias, pero más importante aun, se cuestiona el modo como la democracia nicaragüense, en la práctica, no parece reunir en un solo objetivo a sus ciudadanos:

[En] el país continúa vigente lo que refería [el profesor e investigador Andrés] Pérez Baltodano [11], para quien en el país lo que se vive es una «democracia electoral sin consenso social». El martes pasado, La Prensa recordaba que hace diez años se celebró el último debate entre candidatos a la presidencia. A aquel debate no acudió el recién reelecto presidente, quien además desde el año 2008 no comparece ante la asamblea nacional.

Salmerón expone también los modos en los que los discursos políticos, que arrastra referencias del pasado reciente de Nicaragua, no logran comunicarse con la población, ni generar una mayor participación:

La oposición y el gobierno yerran. En el entorno político se ha manifestado cierta tendencia en el discurso de la oposición y algunos analistas sobre la valoración al gobierno. Dicha tendencia tiene que ver con los siguientes factores: El primero, es el que relaciona el contexto político electoral de los 90's con el actual. El segundo, compara al presidente Ortega con el dictador Anastasio Somoza […] El tercero, afirma que existen civiles armados en el norte del país (rebeldes). Y finalmente, un cuarto, es el que asocia la Nica Act (Nicaraguan Investment Conditionality Act) con la política de Estados Unidos en el contexto de la guerra fría. Todo es una reminiscencia del pasado.

Ese discurso no abona el diálogo, y no ha surtido efectos movilizadores en el comportamiento de los ciudadanos.

Y continúa:

Por su parte, el gobierno no ha sabido gobernar para todos, simpatizantes y no simpatizantes. Los ciudadanos incluidos en sus programas sociales, y que integran los gabinetes de poder ciudadano son simpatizantes del FSLN […] en su mayoría. Ello ignora el clivaje histórico sandinismo-antisandinismo […] que existe en el seno de la sociedad y que en la elección se ha manifestado a través de progobierno vs abstención.

Elecciones que no hacen democracias

Uno de los puntos de análisis se apoya en una visión crítica de las elecciones. Para Salmerón y sus referentes, celebrar elecciones no es suficiente para construir una democracia. Las variables son numerosas, las representaciones quedan limitadas; y si las centros de reflexión y de discusión no participan en los debates, la celebración de elecciones corre el riesgo de limitarse a un hecho simbólico con poco significado:

Empero, no solo los candidatos son responsables por no debatir. Ni los medios, ni las universidades reunieron a los candidatos para discutir sobre sus programas de gobierno. No basta con las elecciones. Como sugirió McConnell (2009: 310) se debe reflexionar hasta qué punto la simple celebración «exitosa y regular» de elecciones es suficiente para consolidar una democracia liberal representativa. Todo parece indicar que no es suficiente. Por qué si desde hace meses se habla de una alta aprobación, y ahora el gobierno gana con una mayoría absoluta, continúa la crítica a un maquillaje de las encuestas o una farsa electoral.

Un gobierno en tiempos de paz, un cambio de amigos y de enemigos

Las intervenciones extranjeras y los conflictos armados no desaparecen de las referencias. Sin embargo, los tiempos evolucionan y los retos que se agigantan tienen más que ver con desacuerdos internos que con influencias externas. Para Salmerón, el reto continúa siendo reunir a Nicaragua en un mismo objetivo y superar las limitaciones que deja la ausencia de apoyo de ciertos aliados estratégicos:

El voto duro del FSLN ya ha tenido lo que ha querido: Este partido gobierna en tiempo de paz. No puede alegar más las ideas del “imperialismo” o “el capitalismo salvaje”. No puede evocarse más a los enemigos. Pero además, esta vez no puede citar a los amigos. Hay que decirlo. Dejémonos de tonterías, se acabaron los beneficios producto de la relación con el expresidente Hugo Chávez. El país no es productivo como potencialmente debiera.

La polarización no ha desaparecido. Hay un sector que tiene su espacio en la sociedad. Ello es innegable. Es un reto para el gobierno reivindicarse, corregir los vicios, decir sí a la transparencia, a la inclusión y al verdadero cambio económico social.