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Dos jóvenes asesinados se convierten en símbolos trágicos de la continua brutalidad policial en Sri Lanka

Categorías: Asia del Sur, Sri Lanka, Derechos humanos, Gobernabilidad, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Política, Protesta

ssgv [1]Esta publicación [2] escrita por Raisa Wickrematunge apareció originalmente en Groundviews, una galardonada página web de periodismo ciudadano en Sri Lanka. Una versión editada se publica debajo como parte de un acuerdo de intercambio de contenido con Global Voices.

El lunes 24 de octubre y el martes 25 de octubre de 2016, el teléfono móvil del Inspector General de Policía Pujith Jayasundera, que se había hecho público [3] apenas unos meses antes, sonó sin respuesta.

La razón de la llamada era los disparos que recibieron dos jóvenes, Natarajan Kajan de 23 años y Pounraj Sulaskshan de 24, que viajaban en motocicleta cuando la policía les ordenó que se detuvieran en el control de la intersección Kulappidi en Kankesanthurai [4], del distrito Jaffna, Provincia Norte, Sri Lanka.

Cuando no se detuvieron, sonaron los disparos. El portavoz de la policía reconocía que el informe post mortem encontró balas incrustadas [5] en el cuerpo de uno de los motociclistas —incluso cuando la policía trató de alegar que había sido un accidente [6].

El presidente de la Unión de Estudiantes de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Jaffna, K. Rajeevan, habló con el periódico hermano Maatram [7]de como la policía trató de encubrir el accidente inicialmente. Rajeevan dijo que no estaba en Jaffna en el momento, pero que había ido al hospital más adelante.

Mientras que la policía inicialmente pidió que dos estudiantes los acompañaran al hospital para identificar a Kajan y Sulakshan, nunca les enseñaron los cuerpos, dijo Rajeevan. Hasta  la policía declaró que había sido un accidente.

Recién al anochecer la policía le dijo a los padres de Kajan y Sulakshan que había cometido un grave error, reconociendo que había habido disparos. La policía se ofreció a pagar los gastos del funeral, dijo Rajeevan, añadiendo que presionaron a las familias para oficiar los funerales rápido.

Cinco agentes de policía fueron despedidos cuando, gracias al coronel, estos hechos salieron a la luz.

Los primeros informes indicaban que cuando la policía [8] les pidió que se detuvieran los estudiantes aceleraron, y entonces los oficiales abrieron fuego. El conductor de la motocicleta, Sulakshan, recibió varios disparos, perdiendo el control del rodado, que se estrelló contra un parapeto causando serias heridas a Kajan, que murió poco después.

A raíz de las muertes hubo una amplia indignación. Más de 2.000 estudiantes de la Universidad de Jaffna bloquearon la carretera A9, antes de presentar una lista de demandas. Haz click abajo para leer la lista completa:

Texto completo de la declaración de la Unión de Estudiantes de la Facultad de Jaffna sobre el asesinato de dos estudiantes el 20/10/2016

«Si la policía hace esto, ¿de quién tenemos justicia?» preguntó Rajeevan.

Mientras tanto, el presidente de Sri Lanka pidió compensaciones para las familias y para una investigación imparcial:

Me he enterado con pesar de la noticia de la muerte de dos estudiantes de la Universidad de Jaffna. He ordenado compensación y una investigación independiente inmediata.

Esto en sí mismo causó incredulidad entre los usuarios de los medios sociales, dadas las implicaciones:

¿Qué dice de un país que el presidente ejecutivo tenga que ordenar a la policía que haga una investigación imparcial de un crimen?

Kajan y Sulakshan eran estudiantes de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Jaffna —un edificio silencioso y umbrío con un patio abierto. Sulakshan aspiraba a ser actor, participando en un sketch cómico llamado «Ulcer [15]» para  la competicón The 48 Hour Film Project [16] (Proyecto Cinematográfico en 48 Horas).

El día después de los funerales de los dos estudiantes, la ciudad de Jaffna estaba vacía debido a que los ciudadanos declararon un hartal [17](huelga general).

#Jaffna [18] de paro

Pese a esto, el ex-ministro Mervyn Silva dijo que la gente había sido «demasiado rápida al juzgar [21]» a los agentes de policía.

«Yo también pararía en un control si me lo pidieran», dijo a los medios.

La pregunta no dicha fue: si el ex-ministro por alguna razón decidiera no parar, ¿la policía abriría fuego?

En el parlamento, el ministro de Ley y Orden Sagala Ratnayaka leyó la versión de los acontecimientos de la policía, que era que habían disparado a los estudiantes «intentando disparar al aire [22]«.

Para muchos, las acciones de la policía no eran solo cuestionables sino condenables. «La policía actuó irresponsablemente, y esperamos que este incidente pueda ser lógicamente resuelto por los tribunales», dijo el ministro de Diálogo de Coexistencia Nacional y Lenguas Oficiales, Mano Ganesan [23]. Señaló que la policía estaba equipada con motocicletas de 1000 cc, que fácilmente aventajan a la motocicleta que los estudiantes utilizaron.

El ministro del Parlamento para la Alianza Nacional Tamil, M.A. Sumanthiran [24], señaló que fue el conductor de la motocicleta el que recibió el disparo, no el pasajero, indicando que los tiros se dispararon de frente. Esto pudo haber ocurrido si, cuando Kajan y Sulakshan no pararon, los policías frente al control hubieran abierto fuego. «La comunidad estudiantil está indignada. No solo en Jaffna, en todo el país. Incluso las universidades del sur se han unido y expresado su preocupación», añadió.

Este sentimiento resonó entre miembros de la sociedad civil. «Lo que más enferma me pone es que desde el principio la policía ha intentado por todos los medios encubrir o justificar sus actos atroces y negligentes,» dijo la activista Marisa de Silva [25].

«La policía es a quien acude la gente cuando tiene problemas. Confiamos a la policía nuestra seguridad y [los] vemos como [una] fuente de protección. Por eso es tan importante que la policía se gane la confianza de la gente joven. Sin embargo, muchos incidentes que han ocurrido a lo largo de los años han hecho a los jóvenes extremadamente escépticos respecto a la policía como institución», observó Senel Wanniarachchi, miebro del grupo joven Hashtag Generation [26].

¿A quién llamas cuando la policía asesina?

La línea entre la indignación y la violencia pronto se hizo borrosa. En Kilinochchi hubo tensiones entre el público y la policía [32]. En Jaffna al parecer tres jóvenes fueron hospitalizados tras un ataque por asaltantes desconocidos.

El Primer Ministro Wigneswaran pidió calma [33] en un ambiente cada vez más volatil.

Indubitablemente, es importante que se restablezca la calma y que no estalle más violencia. Sin embargo, merece la pena reflexionar sobre las protestas, que se extendieron del norte al sur. No son solo declaraciones de solidaridad –reflejan una verdad de la que pocos están dispuestos a hablar abiertamente.

La violencia policial no está restringida al norte del país –en Weliweriya [34] en 2013, por ejemplo, el ejército disparó contra lugareños protestando por la falta de agua. Llevó tres años [35] para que el magistrado declarara el tiroteo como crimen. En Pasyala en 2014, Subhash Indika Jayasinghe fue muerto a tiros [36] por agentes de la policía, también durante una parada de tráfico. La Comisión Asiática de Derechos Humanos [37] pidió una investigación independiente del incidente. En Divulapitiya, S.M. Kelum Subasinghe, de 19 años, recibió disparos cuando volvía a casa de una boda -aunque, en ese incidente, según se informa [38], había tratado de apuñalar al guardia de policía que le había pedido que detuviera el vehículo.

La Comisión Nacional de Policía, según se informa [39], ha recibido 752 quejas contra la policía en solo tres meses -del 21 de octubre de 2015 a enero del 2016. La mayoría de las quejas muestran parcialidad, abuso de poder e inacción policial -sin embargo, la Comisión tiene las manos atadas, ya que tiene el mandato de actuar solo en asuntos internos, no en violaciones de derechos humanos.

La razón de que las protestas tengan tanto alcance es que la brutalidad policial es un fenómeno que se siente por todo Sri Lanka, durante paradas de tráfico y durante interrogatorios [40]. En ese sentido, Kajan y Sulakshan se han convertido en trágicos símbolos de un problema más amplio que todavía debe afrontarse.

Esta publicación [2] escrita por Raisa Wickrematunge apareció originalmente en Groundviews, una galardonada página web de periodismo ciudadano en Sri Lanka. Esta versión editada es publicada en Global Voices como parte de un acuerdo de intercambio de contenidos.