Activista de medios sirio: ‘Es terrible y aterrador, Alepo se ha convertido en una ciudad del terror’

Gnaid, center, with his newborn daughter . Used with permission.

Gnaid, en el centro, con su hija recién nacida y su familia. Utilizada con permiso.

«¡Alepo vive y no morirá!»

Esto es lo que el video-periodista Gnaid escribió en Facebook al anunciar el nacimiento de su segunda hija, el jueves, 24 de noviembre de 2016.

Gnaid trabaja para el grupo de activistas de medios Aleppo Today que provee noticias diarias, así como con el Aleppo Media Center (AMC) en el este de la ciudad de Alepo, en Siria. Tiene conexión a internet intermitente, vía satélite, y sólo puede comunicarse con Global Voices mediante ésta. Vive con su mujer, su hijo pequeño, su hija recién nacida y dos familiares más.

Ambos niños nacieron y están creciendo bajo el asedio. La semana pasada, Gnaid contó a Global Voices, en una serie de comunicaciones, que las fuerzas del régimen sirio estaban sólo a un par de kilómetros de su casa y que el pánico se había apoderado de los civiles y de los profesionales de medios que aún están en el este de Alepo.

Mientras escribo estas líneas, se informa que las fuerzas que apoyan al presidente Bashar al-Assad controlan la mayor parte del este de Alepo, habiendo hecho rápidos avances en los últimos días bajo la cobertura del bombardeo ruso y el amplio apoyo de tropas respaldadas por Irán. Desde 2012, la ciudad ha estado dividida entre el este de Alepo controlado por los rebeldes y el oeste controlado por el régimen. La primera vez que el régimen lanzó barriles explosivos sobre Alepo fue en diciembre de 2013. Desde entonces, muchas otros tipos de armas han sido utilizadas, desde armas químicas a bombas de racimo, dejando la parte este de la ciudad completamente en ruinas. El régimen impuso entonces un asedio brutal en julio de 2016, y declaró sus intenciones de retomar el este de Alepo en cuestión de meses.

Cuando Gnaid y su familia valoraron la posibilidad de abandonar el este de Alepo, encontraron muchos obstáculos. Ir a la vecina Turquía es difícil, y las zonas de Siria controladas por el régimen son peligrosas para los activistas de medios que temen el arresto, la tortura o incluso la muerte. Gnaid comentó que sólo si se rendía y alzaba un retrato de Assad quizás podría sobrevivir, pero su orgullo y su dignidad no se lo permitirían. Es demasiado humillante para él, explico a Global Voices. Así que Gnaid y su familia decidieron quedarse en el este de Alepo y continuar.

«Esta noche los bombardeos son muy intensos» dijo Gnaid el miércoles, 7 de diciembre. «Es terrible y aterrador, Alepo se ha convertido en una ciudad del terror.» Acusó a la comunidad internacional por su «falta de humanidad»:

My wife and I don’t have passports. We cannot travel, but we could keep ourselves alive here in Aleppo, even during the siege. There has to be a solution now. It’s our right to live in dignity and freedom, just like all people in this world. But unfortunately our voice is not heard over the sound of the weapons! An enormous number of people have lost their houses and are driven away by the violence and the bombs. Maybe our neighborhood will return to the regime. But we will hold on to our land! The shame is on the United Nations and all international organizations who could rescue the wounded but simply refuse to do so!

Mi mujer y yo no tenemos pasaportes. No podemos viajar, pero pudimos mantenernos vivos aquí en Alepo, durante el asedio. Tiene que haber una solución ya. Es nuestro derecho vivir en dignidad y libertad, igual que todo el mundo en este planeta. Pero por desgracia ¡nuestra voz no se oye bajo el sonido de las armas! Un gran número de personas han perdido sus casas y han sido desplazadas por la violencia y las bombas. Quizás nuestro barrio vuelva a ser del régimen. ¡Pero nos aferraremos a nuestra tierra! ¡Vergüenza de las Naciones Unidas y todas las organizaciones internacionales que podrían rescatar a los heridos pero sencillamente se niegan a hacerlo!

Gnaid mandó después otro mensaje:

The situation is terribly difficult. I don’t know what to say. I am looking at the people. I do not want to leave. I do not want to leave Aleppo. I am tired and utterly exhausted. But there is nothing else to do for me than to stay. This is my land. There is nothing else for me than Aleppo. I don’t know what to do anymore. It’s in God’s hands.

La situación es terriblemente difícil. No sé qué decir. Estoy mirando a la gente. No me quiero marchar. No quiero irme de Alepo. Estoy cansado y totalmente exhausto. Pero no tengo otra cosa que hacer más que quedarme. Esta es mi tierra. No hay nada más para mi, sólo Alepo. Ya no sé qué hacer. Está en manos de Dios.

Finalmente, el jueves, 8 de diciembre, Gnaid mandó lo que pensaba sería su último mensaje.

Half an hour ago the fighting started here. There is an enormous panic. Especially with the children. It is very very difficult now. There are rocket attacks by the Syrian Army. Soon there will be a battle now.

Hace media hora empezaron los enfrentamientos aquí. Hay un pánico enorme. Especialmente entre los niños. Es muy muy difícil ahora. El Ejército Sirio está atacando con misiles. Pronto volverá a haber una batalla.

Afortunadamente, consiguió mandar una nota de audio breve a Global Voices en la mañana del martes, 13 de diciembre, diciendo:

We are okay thankfully. We're still waiting to see what's going to happen to us.

Estamos bien, por suerte. Aún esperamos ver lo que nos va a ocurrir.

Mientras tanto, sus colegas en el Aleppo Media Center subieron un video de 360 grados para mostrar la destrucción generalizada en la zona del barrio de Al Shaer, en el este de Alepo.

Para Gnaid y su familia, la comunidad internacional no está haciendo nada para frenar el derramamiento de sangre. La única esperanza ahora, dice, es que él y su familia puedan salir de forma segura a las zonas controladas por la oposición que aún quedan, esperando que los aviones de guerra no sigan a la gente hasta allí eventualmente.

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