El pro-estatidad Partido Nuevo Progresista (PNP) celebra que su candidato, Ricardo Rosselló Nevares, fue elegido gobernador y que han alcanzado la mayoría en el Congreso, pero la realidad sigue siendo que la participación en estas elecciones alcanzó solamente un 55,09%, de acuerdo a los datos oficiales de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE). Esta cifra es extremadamente baja considerando que tradicionalmente Puerto Rico ha tenido una participación electoral no menor al 75%; los números de este año representan sin lugar a dudas una fuerte baja con respecto al 78,19% alcanzado en las elecciones del año 2012.
Otro punto para considerar es el hecho de que Ricardo Rosselló ganó la elección con solamente 655.626 votos, lo que equivale al 41,76%. Este número es el usualmente utilizado para analizar el porcentaje con el cual un candidato ganó una elección. Tengamos en cuenta que Puerto Rico tiene una población aproximada de 3,5 millones de habitantes, de los cuales unos 2,9 millones estaban registrados para votar. Esto significa, entonces, que el gobernador fue elegido por apenas un poco más del 22% de los votantes registrados, es decir, por aproximadamente un 19% del total de la población; es la primera vez que un candidato a gobernador es elegido para ocupar el cargo con números tan bajos.
Una de las principales hipótesis para explicar esta abstención generalizada es que estas son las primeras elecciones llevadas a cabo por la Junta de Control Fiscal, impuesta por la ley de Supervisión, Gerencia y Estabilización Económica para Puerto Rico conocida como ley PROMESA. Compuesta por siete miembros que no son elegidos, esta junta fue creada por el Congreso de los Estados Unidos -con apoyo de ambas cámaras- y facultada con poderes que claramente superan la ya limitada Constitución de Puerto Rico. Con el propósito de hacer cara a la deuda de $72 mil millones que mantiene el archipiélago, la junta solamente responde al Congreso estadounidense.
Esta situación ha llevado a muchos a preguntarse incluso si valía la pena celebrar elecciones en la isla, dado que la junta tiene control sobre el presupuesto del gobierno, los impuestos y las operaciones que se efectúen.
Es importante también remarcar que puede que algunos de los votantes que se abstuvieron de participar en estas elecciones lo hayan hecho con la convicción de que votar en Puerto Rico significa convalidar un gobierno colonial. Históricamente, esta ha sido la posición largamente sostenida por quienes piden por la independencia puertorriqueña.
Los dos partidos políticos más golpeados por la abstención en las elecciones fueron el Partido Independista Puertorriqueño (PIP) y el Partido del Pueblo Trabajador (PPT). Debido a que la ley electoral en Puerto Rico es algo obsoleta, ambos partidos ahora deben afrontar nuevamente el largo y arduo proceso que implica el juntar firmas para poder ser considerados partidos políticos oficiales con representación y participación en la comisión electoral, como producto de la baja cantidad de votos cosechados en la elección en cuestión -2,13 y 0,34% respectivamente.
Ángel Israel Rivera, profesor de Ciencia Política por la Universidad de Puerto Rico y con propósito de convocar a una reforma en el sistema electoral, escribió lo siguiente para la revista digital 80 Grados:
Bien mirado el problema, las elecciones de 2016 podrían ser un buen momento para iniciar un movimiento masivo de indignados a favor de un CAMBIO en el tipo de sistema electoral que existe en Puerto Rico. Un sistema que es tan injusto y tan limitado que produce bipartidismo o partido único hegemónico y nada más. ¿Por qué? Pues porque la forma de elegir legisladores está prediseñada para excluir de nuestra Asamblea Legislativa a los pequeños partidos y a los candidatos independientes. Un sistema que es tan antidemocrático que en un distrito puede ganar la representación total un partido que sea el más votado con 40%, a pesar de que los demás partidos obtengan, entre todos, un 60%. Es decir, a pesar de que el partido “ganador” sea realmente minoritario. Un sistema que le hace muy difícil a los partidos de minoría, si entraran a la Asamblea Legislativa, promover y afectar la legislación porque el partido mayoritario (sea el PPD o PNP) se cree con el derecho siempre, o casi siempre, a gobernar y legislar mediante caucus partidista.
«Lo sabemos… no será él quien dirija la orquesta»
El fenómeno de la abstención ha cosechado muy pocos comentarios en los principales medios de comunicación, que en los días inmediatamente posteriores a la elección estuvieron ocupados opinando sobre una novedad en estos comicios: los dos candidatos independientes.
Alexandra Lúgaro y Manuel Cidre -ambos candidatos independientes a gobernador- no estaban afiliados a ninguno de los cuatro partidos políticos de Puerto Rico. A pesar de esto, lograron conseguir 11,12% y 5,73% de los votos respectivamente, en gran parte gracias a su uso de las redes sociales durante la campaña y al malestar general que invade a los puertorriqueños en relación a los dos principales partidos políticos que dominan la escena política: El Partido Popular Democrático (PPD) y el Partido Nuevo Progresista (PNP). Considerando que ambos candidatos eran relativamente desconocidos al momento en que anunciaron su candidatura, las cifras son considerables.
Otra razón para explicar la poca atención que recibió la abstención es que los medios estuvieron mayoritariamente enfocados en la victoria de Donald Trump en las elecciones de los Estados Unidos y en las posibles consecuencias para Puerto Rico.
De hecho, incluso comparaciones entre Trump y Ricardo Rosselló fueron hechas desde antes de las elecciones. Ricardo Rosselló es hijo del polémico exgobernador Pedro Rosselló (1993-2000), cuya administración es tristemente célebre por haber contribuido a la considerable deuda de $72 mil millones que ahora enfrenta Puerto Rico.
El periodista Manuel Martínez Maldonado, escribiendo también para 80 Grados, dio su punto de vista un día antes de la elección:
Como Mr. Trump, el señor Rosselló entró mintiendo. Exageró sus destrezas, consiguió un puesto que no se merecía [en la Universidad de Puerto Rico]; ha sido acusado de plagio, de copiarse los supuestos planes que tiene para el país de documentos que ya existían, y repite lo que ya hemos oído antes con adornos banales. …[S]abemos que de salir gobernador no será él quien toque ni pito ni flauta.
Ahora resta esperar a ver si los votantes en Puerto Rico continuarán absteniéndose de participar en futuros comicios o si esto es sólo producto de que el archipiélago todavía esté recuperándose de un año de malas noticias con respecto a su economía y soberanía. Lo único que parece clara es que los próximos cuatro años serán difíciles tanto para la gente de Puerto Rico como para la nueva administración, que no goza de la simpatía de la mayoría de la población.