2016: El año en que el Caribe se vio forzado a afrontar su actitud hacia las mujeres

On the International Day for the Elimination of Violence Against Women 2015, performing artists, musicians, and visual artists from the Eastern Caribbean at a UN Women consultation, UNiTE-ed to deepen their engagement in the UN Women MCO Caribbean's social mobilisation programme to address gender-based violence. Photo by UN Women/Sharon Carter-Burke, CC BY-NC-ND 2.0.

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer del 2015, intérpretes, músicos y artistas visuales del Caribe Occidental, en una consulta de ONU Mujeres, se unieron para profundizar su compromiso al programa de movilización social del MCO Caribe de ONU Mujeres para tratar la violencia de género. Foto de ONU Mujeres/Sharon Carter-Burke, CC BY-NC-ND 2.0.

La primera historia regional sobre la que se escribió en el 2016 para Global Voices fue la del criquetista antillano Chris Gayle y su intento de seducción en vivo a la periodista deportiva australiana Melanie McLaughlin. La metedura de pata pública disparó inmediatamente un debate en línea sobre las formas de acoso sexual que enfrentan las mujeres habitualmente, no solo en el trabajo sino en muchos aspectos de su vida diaria, y especialmente las mujeres caribeñas.

El bloguero y profesor universitario Amilcar Sanatan ironizó:

Do not apologise, Chris. […]

No one really wants to address the sexualising of women in public, persistent undermining of their jobs, objectifying of their bodies and undervaluing of their contributions.

Do not apologise, Chris.

Dem people not from the Caribbean!

We do not talk truthfully among ourselves about the line between complimenting and harassment. […] Verbal innuendo and unwanted remarks are part of the culture we do not want to get rid of.

No te disculpes, Chris. […]

En realidad, a nadie le importa la sexualización pública de las mujeres, el socavamiento constante de su trabajo, la cosificación de sus cuerpos y la subestimación de sus aportes.

No te disculpes, Chris.

¡No hagas caso a los caribeños!

No hablamos con franqueza entre nosotros sobre la línea que hay entre el cumplido y el acoso. […] La insinuación verbal y los comentarios no solicitados son parte de la cultura que no queremos cambiar.

El incidente sentó las bases para que salieran muchas historias de la región este año. Luego del asesinato de una tamborilera japonesa durante las celebraciones de Carnaval de Trinidad y Tobago, se hizo palpable la indignación en la red por las declaraciones del alcalde de Puerto España en las que culpaba a la víctima, lo cual llevó a una marcha de protesta que, posteriormente, lo obligó a renunciar.

Tres meses después, el problema del matrimonio infantil (que todavía es legal en Trinidad y Tobago) ocupó el centro de la escena. Los blogueros no podían entender cómo seguían permitiendo esa práctica dentro de la Ley del Matrimonio del país cuando, el año pasado, habían subido la edad de consentimiento sexual de 16 a 18 años. Un argumento especialmente poderoso para poner fin al matrimonio infantil provino de «una hija del Sanatan Dharma” (la organización hindú más importante de Trinidad y Tobago, cuyo secretario general ha luchado por mantener la ley en los libros):

I stand firm in the face of the atrocity that is child marriage and rebuke it without regret. This is not just an issue of age and maturity, but once again, of power.

The policing of women and girls’ bodies by Hindu men has been a plague to this system of belief for hundreds of years. Despite the worship of female deities who are warriors, nurturers and the like, there exists a patriarchal supposition that women and girls must be strictly policed; we are the responsibility of fathers, then husbands, then sons. A single woman on her own is a being to be despised, shunned, hated, feared or conquered. Thus, marriage is seen as the institution that can keep a woman ‘in line’. The fact of child marriages stems from poverty and misconceptions of the ‘evil’ that is female sexuality.

Me mantengo firme frente a la atrocidad que representa el matrimonio infantil y lo rechazo sin vacilación. No se trata solo de una cuestión de edad y madurez sino, una vez más, de poder.

La idea de que el hombre hindú controle el cuerpo de las mujeres y niñas ha plagado el sistema de creencias durante cientos de años. A pesar del culto a las deidades femeninas que son guerreras, proveedoras y cosas similares, existe una suposición patriarcal de que las mujeres y las niñas deben ser vigiladas y controladas estrictamente; somos la responsabilidad de los padres, luego de los maridos y, finalmente, de los hijos. Una mujer soltera e independiente es objeto de desprecio, rechazo, odio, temor o conquista. Por ello, el matrimonio se considera una institución que mantiene a la mujer ‘a raya’. El matrimonio infantil proviene de la pobreza y la idea errónea del ‘mal’ que representa la sexualidad femenina.

La Fiscalía General ha prometido enfrentar el problema, pero la ley sigue sin derogarse.

En consecuencia, las dificultades que conlleva ser mujer dentro de este espacio cultural abarca a toda la región, y muchas feministas consideran que es una batalla aun más difícil para las mujeres de color.

Sin embargo, las mujeres caribeñas tuvieron la oportunidad de reclamar su poder y su espacio, al menos en línea, al hacerse viral la etiqueta #LifeinLeggings [La vida en leggings] en Facebook y Twitter este año. Creada por dos mujeres de Barbados que querían demostrar hasta qué punto es preocupante en grado de acoso sexual como parte de la cultura del Caribe, la etiqueta ha dado el espacio y el apoyo a las mujeres caribeñas para que compartan sus historias de acoso sexual y violencia de género.

La mayoría de los internautas apoyaron la campaña, aunque un usuario masculino de las redes sociales fue categóricamente castigado por crear la etiqueta #LifeinPants, inspirada en su percepción de que #LifeinLeggings “implicaba a todos los hombres en una atrocidad social”.

La etiqueta #LifeinLeggings ayudó a impulsar la conversación sobre la violencia hacia la mujer que persiste en la región hace mucho tiempo y ponerla como prioridad para el Caribe. A comienzos de diciembre, una joven empleada bancaria de Trinidad y Tobago, Shannon Banfield, fue asesinada, y el hecho provocó una enorme protesta en la cual las mujeres lamentaron su muerte y compartieron los temores por su propia seguridad. La activista Tillah Willah expresó así el desgaste de su género:

I eh have no car. Is walk I walking. Taking taxi. Taking pictures of the car number. Holding keys, a pencil, a shoes, a book. Holding anything like a weapon in case I have to defend myself. I ready to run if any man watch me too hard. I have no more tears to cry for anybody. I have no more tears to cry for myself. I am sick and frigging tired of walking and watching who watching me. Of jumping at the jingle of the zip on my bag because it sounds like footsteps. I am fed up of this shit and when I get scared and mad for men to tell me I am over reacting. Make sure better than cocksure. Better your ego bruised than I end up dead because I tryna be polite. Allyuh like too much statistics. Stop counting and start being accountable. Y'all better tell your boys to watch their conduct. I fed up. We fed up. Paul going to start to pay for all jus now.

No tengo auto. Si hay que caminar, camino. Tomo un taxi. Saco fotos del número del auto. Sostengo las llaves, un lápiz, zapatos, un libro. Cualquier cosa como arma por si tengo que defenderme. Estoy lista para correr si un hombre me mira demasiado. Ya no tengo lágrimas para llorar a nadie. Ya no tengo lágrimas para llorar por mi. Estoy harta y muy cansada de caminar mirando quién me mira. De saltar con el tintineo del cierre del bolso porque suena como pasos. Estoy harta de esta porquería, y cuando me asusto me enoja que los hombres me digan que exagero. Mejor segura que insegura. Prefiero lastimar tu ego que terminar muerta por querer ser amable. A ustedes les gustan las estadísticas. Dejen de contar y empiecen a ser responsables. Mejor díganle a sus hijos varones que cuiden su comportamiento. Estoy harta. Estamos hartas. Ahora, Paul va a empezar a pagar por todos.

El lado positivo es que estas conversaciones tienen lugar ahora; el movimiento para el empoderamiento femenino se fortalece. Tras el asesinato de Banfield, hubo varias protestas, marchas y debates públicos sobre la mejor forma de llevar a cabo el cambio. Hubo un consenso general de que la situación no mejoraría si no se replantea la forma de socializar a los varones caribeños.

Jamaica tiene ahora un diálogo similar, tras la violación de una adolescente y una perturbadora ola de asesinatos domésticos, sobre cómo responde particularmente la policía a los casos de violencia de género.

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