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La líder de una aldea de Indonesia puso fin a la tala ilegal utilizando espías y puestos de control

Categorías: Asia Oriental, Indonesia, Ambiente, Medios ciudadanos, Mujer y género
Hamisah, the first female village leader in the region of western Borneo, rallied her community to end illegal logging there. Credit: Carolyn Beeler

Hamisah, la primera líder femenina de una aldea en Borneo occidental, congregó a su comunidad para acabar con la tala ilegal en la zona. Crédito: Carolyn Beeler.

Este artículo de Carolyn Beeler [1] fue publicado originalmente en PRI.org [2] el 30 de diciembre del 2016. Se republica aquí como parte de una asiociación entre PRI y Global Voices.

Una de las avenidas principales en el distrito de Sedahan Jaya en Borneo occidental es tan sólo una calle de tierra, aunque esto es mejor que el lodazal en el que solía convertirse tras las intensas lluvias.

«La calle era un problema cuando los niños iban a la escuela, volvían con las piernas cubiertas de barro», cuenta Hamisah, una habitante de la aldea. “Esto me parecía muy triste”.

Hamisah, de 43 años, tiene dos hijos y vive en una de las pequeñas casas ubicadas a lo largo de esta calle. Desde su patio, se pueden ver a la distancia algunas de las colinas del parque nacional Gunung Palung, de aproximadamente 400 millas cuadradas.

Las inundaciones provenían de allí, y causaban problemas más graves que piernas embarradas. Muchos de los 900 o más habitantes de la aldea de Hamisah son campesinos y trabajan los campos verdes que se encuentran a los pies del parque.

“Siempre se inundaba cuando los campesinos estaban por cosechar el arroz, así que perdíamos nuestros cultivos”, dice Hamisah.

Hamisah dice que el problema empeoró a causa de la tala ilegal en el parque.

“Debido a la tala ilegal, a algunas de las colinas les quedan pocos árboles, lo que impide que la tierra absorba el agua de la lluvia”, explica. “Esto ocasionaba grandes inundaciones todos los años”.

Una aldea elige a una mujer como líder por primera vez

Hablé con Hamisah en la habitación delantera de su casa de madera, en donde extendió una gruesa alfombra violeta para sentarnos.

Habló con energía, moviendo sus manos y luciendo segura y profesional en el sofocante calor tropical, aún cuando se levantaba de vez en cuando para espantar gallinas de su puerta delantera.

Hamisah no fue a la escuela secundaria, y la gente cuenta que solía ser tímida. Pero las inundaciones y los problemas que estas ocasionaban a su comunidad le impulsaron a salir de su zona de confort.

“Pensé que era el momento de ser valiente y postularme como líder de la aldea”, dice Hamisah.

En el área nunca antes había habido una líder femenina, pero Hamisah contó con un gran apoyo. Conocía a mucha gente gracias a su trabajo como asistente de salud en una clínica local [3], donde ayuda a los pacientes a tomar la medicación para la tuberculosis.

“Tal vez porque soy mujer, soy madre, mucha gente recurría a mí cuando tenían algún problema”, cuenta Hamisah. “Yo escuchaba y trataba de sugerir soluciones. Luego de un tiempo, me empezaron a decir que debería postularme como líder”.

En el 2013, Hamisah se postuló y ganó, convirtiéndose en la líder de Sidorejo en el distrito de Sedahan Jaya.

Hamisah se propuso terminar con la tala ilegal, trabajando primero con las mujeres de la aldea.

Cuenta que, en esa época, sólo un leñador vivía en la aldea, así que decidió explicar a su esposa los riesgos del oficio. Su esposo podría cortarse con la motosierra, le dijo. O podría caerle encima un árbol.

“Mi objetivo era que ella hablara con su esposo sobre esto, y lo incitara a dejar de talar árboles”, cuenta Hamisah.

Funcionó. El leñador dejó su motosierra y consiguió un trabajo en la construcción.

“En otros casos, hablé a las mujeres sobre el futuro de sus hijos, un futuro que incluyera los mismos bosques y la misma fauna con la que ellas crecieron”, dice Hamisah. “Esa es mi estrategia, explicarles a las mujeres por qué tenemos que proteger la aldea”.

Un sistema de puestos de control y espías

Sin embargo, la mayoría de los leñadores que estaban talando los árboles de los bosques que rodean la aldea de Hamisah provenían de otros lugares. Así que una vez que Hamisah tuvo a los locales de su lado, reclutó a algunos de ellos para atrapar a los forasteros que cruzaban la aldea para llegar a los bosques.

Hamisah denominó a sus ayudantes «espías».

Indonesia's shrinking forest area. See the full interactive map on PRI.org. [2]

Disminución del área forestal de Indonesia. Vea el mapa interactivo completo en PRI.org.

Uno de ellos es un comerciante llamado Selamat, que trabaja en un pequeño puesto de comida cerca de la casa de Hamisah.

“Me pidió que le avisara si pasaba alguien llevando una motosierra”, cuenta Selamat parado frente a los bocadillos ofrecidos en su tienda. “Acepté porque quería ayudar”.

Cuando Selamat veía a un leñador, avisaba al siguiente espía en la línea. Un hombre llamado Ridwan, más adelante, detenía el auto y trataba de convencer al leñador o leñadores de que dieran la vuelta y se fueran.

Ridwan recuerda una de las detenciones que realizó en agosto del 2014.

“[El leñador] estaba furioso, me dijo que no quería vender la madera, sólo la necesitaba para construir una casa”, cuenta Ridwan. “Discutió mucho, pero al final se fue”.

De esta manera, la red de espionaje de Hamisah atrapó a cinco leñadores en el primer año y medio en el que ocupó el puesto de líder de la aldea. Ridwan dice que nadie más intentó talar árboles en los alrededores de la aldea, y lo atribuye en gran parte al liderazgo de Hamisah.

“Ella no es como un hombre que se enoja con facilidad, tiene más disciplina”, dice Ridwan. “Es directa y severa, pero es el tipo de líder que logra que la gente coopere, que la sigan”.

Gracias a los esfuerzos por terminar con la tala, la aldea obtuvo atención sanitaria más barata en la clínica donde trabaja Hamisah. (La clínica incentiva la conservación [3] otorgando descuentos a habitantes de aldeas que hayan acabado o disminuido la tala ilegal.)

La aldea de Hamisah es pequeña. Sólo seis leñadores fueron detenidos hasta el momento. Mientras tanto, los bosques de Indonesia desaparecen de forma masiva [4], y esto se debe en gran parte a la tala ilegal. Esta deforestación ha contribuido a que el país sea uno de los mayores emisores de gases invernaderos del mundo.

Hamisah lo sabe, pero asegura estar feliz con lo que ha logrado.

“Y no sólo yo”, dice Hamisah. “Todas las mujeres de la zona se sienten ganadoras por haber logrado detener la tala ilegal”.

Hamisah dice que su experiencia es prueba de que si ella puede hacer un pequeño cambio en su propia comunidad, cualquiera puede lograrlo.

Y esos pequeños cambios pueden marcar la diferencia.