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En África muestran cómo el trabajo en equipo y la tecnología pueden terminar con la pesca ilegal

Categorías: Comoras, Corea del Sur, Kenia, Liberia, Mauricio, Mozambique, Seychelles, Tanzania, Alimento, Ambiente, Desarrollo, Medios ciudadanos, Tecnología
Photo courtesy of FISH-i Africa — an endeavor working to halt large-scale illegal fishing. [1]

Fotografía cortesía de FISH-i Africa — una iniciativa que trabaja para acabar con la pesca ilegal a gran escala.

Este artículo de Emma Bryce [2] fue publicado originalmente [3] en Ensia.com [4], una revista que se centra en soluciones actuales de desarrollo sostenible en el ámbito internacional, y se republica en Global Voices como parte de un acuerdo de intercambio de contenidos.

A principios de diciembre del 2012, el buque surcoreano Premier ingresó en las aguas del océano Índico con intención de pescar. Las autoridades de África Occidental sabían que dicho barco había estado pescando ilegalmente en aguas de Liberia antes de dirigirse a las costas del otro extremo del continente. Esto enfureció a los países del Este de África, a quienes no les agradó demasiado recibir a un barco infractor en sus aguas. Kenia, Tanzania, Mauricio, las islas Comores, Mozambique, y las Seychelles rápidamente tomaron medidas contra el buque, prohibiéndole la entrada a sus puertos y denegándole un permiso de pesca.

«De pronto, el Premier se encontró rodeado de países que le negaban todas sus solicitudes», recuerda el keniata Benedict Kiilu, un oficial mayor de pesca que integró el equipo que seguía la pista del velero por aquel entonces. En el 2013, tras intentar sin éxito desembarcar su captura, el desacreditado barco se vio forzado a abandonar la zona. Finalmente, fue obligado a pagar dos millones de dólares estadounidenses a Liberia por el expolio de sus recursos ictícolas.

Detrás de estos esfuerzos para conservar los recursos y combatir el delito se encuentra FISH-i Africa [5], una red de países comprometidos en el intercambio de inteligencia en materia de pesca establecida en el 2013 por la ONG Stop Illegal Fishing [6]. La organización, que integran los seis países que expulsaron al Premier junto con Madagascar y Somalia, busca constituir un frente común contra la pesca «pirata» o ilegal.

«Somos ocho países con los mismos objetivos trabajando juntos para intercambiar información y combatir la pesca ilegal», dice Tony Long, director del Proyecto para terminar con la pesca ilegal [7] de Pew Charitable Trusts, que proporciona soporte técnico a las acciones de FISH-i.

Debido a que la pesca ilegal no está reglamentada — lo que significa que la captura permanece oculta y es casi imposible de rastrear — se ha convertido en una de las principales causas de sobrepesca [8]. Al incumplir las normas diseñadas para proteger determinados hábitats y especies, también puede dañar ecosistemas vulnerables y constituir una amenaza para la fauna marina. Pero, mientras en el pasado los esfuerzos para combatir la pesca ilegal se veían obstaculizados por la burocracia y el lento intercambio de información entre países, ahora suceden en tiempo real en la plataforma de comunicaciones digitales de FISH-i. Aquí, los estados miembros intercambian listas con las licencias de los buques, noticias acerca de actividades sospechosas y detalles obtenidos durante inspecciones portuarias para elaborar un registro de las embarcaciones que ingresan a sus aguas.

FISH-i también rastrea cuidadosamente mediante datos vía satélite las actividades de los buques en alta mar y comparte esa información en la plataforma. Esto ayuda a las autoridades a identificar aquellos barcos que puedan estar pescando en áreas prohibidas, o a los que utilizan rutas inusuales que sugieren que están transfiriendo pescado de un barco a otro de manera ilegal.

En teoría, estas investigaciones podrían revelar si los buques cuentan con las debidas licencias, dónde han estado pescando y tal vez si registran antecedentes penales. Desde que los países toman conocimiento de las infracciones de los pescadores ilegales «tienen motivos para cerrar sus puertos a estos buques e impedirles vender sus capturas e incluso obligarlos a pagar multas, como en el caso del Premier

«Esto constituye una verdadera pérdida financiera para el propietario [del buque], lo que significa que la pesca ilegal deja de ser rentable. Ese es realmente nuestro objetivo», dice Per Erik Bergh, director general de NFDS Africa [9], una consultora que trabaja para combatir la pesca ilegal en África y proporciona apoyo a FISH-i.

Frente Unido

La plataforma fue creada para recuperar un monto estimado de $200 millones de dólares de ingresos que los países integrantes de FISH-i pierden anualmente como consecuencia de la pesca ilegal en el este de África. Esta región, que es la segunda productora mundial de atún, atrae buques pesqueros comerciales de todo el mundo, incluso pescadores ilegales — cuyas actividades van desde el uso de pabellones falsos, licencias de pesca falsificadas y nombres ficticios, hasta la pesca de especies prohibidas y en aguas protegidas.

“Ellos se aprovechan de la ausencia de colaboración internacional y sacan ventaja de un sistema precario”, señala Long. “En el pasado, un buque podía estar pescando ilegalmente y un país podía decir, ‘Usted no puede entrar a mi puerto’, mientras el siguiente país podía decir, ‘Venga al mío’”. Este vacío legal es exactamente lo que FISH-i busca eliminar.

Hasta el momento, el frente unido está funcionando. Desde su fundación, FISH-i ha participado en más de 30 investigaciones de barcos sospechosos. Ha identificado redes criminales que distribuyen licencias de pesca falsificadas en Tanzania, ha descubierto a barcos que operan con múltiples identidades falsas y rastreado buques fugitivos. Su relación con INTERPOL, la agencia internacional de investigación penal, también le permite a FISH-i compartir y recibir gran cantidad de información acerca de la pesca ilegal.

“Algunas de las investigaciones que estamos realizando se centran en redes del crimen organizado bastante importantes», dice Bergh.

Trygg Mat Tracking analyst Duncan Copeland is building a system to help FISH-i more precisely pinpoint suspect boats. Photo courtesy of FISH-i Africa.

El analista de Trygg Mat Tracking, Duncan Copeland, está trabajando en el diseño de un sistema que le permita a FISH-i identificar con mayor precisión los barcos sospechosos. Fotografía cortesía de FISH-i Africa.

FISH-i está desarrollando un sistema de detección satelital que también contribuye a superar el obstáculo de los barcos ilegales que intentan no ser descubiertos.

“Los pescadores ilegales están usando sofisticadas estructuras ilegales para ocultar sus operaciones y su ubicación, y eso es lo que intentamos deconstruir”, dice Duncan Copeland, analista en jefe de Trygg Mat Tracking [10], un recurso de inteligencia sin fines de lucro para pesca que brinda apoyo técnico a FISH-i. Algunos buques, por ejemplo, apagan sus sistemas automáticos de identificación, lo que los vuelve inmunes al rastreo satelital. Copeland colabora en la construcción de un sistema que combina múltiples niveles de información para ayudar a FISH-i a identificar los barcos infractores con mayor precisión.

Programa modelo

Pero ¿puede el equipo africano de FISH-i tener impacto en un problema decididamente mundial como la pesca ilegal? John Amos, presidente de la organización sin fines de lucro SkyTruth, cree que sí. Recientemente, SkyTruth, Google y la organización por la defensa del mar Oceana lanzaron Global Fishing Watch [11], una plataforma satelital de acceso abierto que revela la localización en cualquier lugar del mundo de todo buque rastreable. 

«Trabajar en conjunto con sus vecinos para tener una mejor idea de funcionamiento de quién está haciendo qué, dónde, simplemente tiene sentido», dice. «Esta es una oportunidad para que los países se reúnan y compartan sus recursos de inteligencia, y lo deberíamos estar haciendo a escala global». (The Pew Charitable Trusts tiene un proyecto similar global de seguimiento de buques, llamado Eyes on the Seas [12], que planea comenzar a colaborar con FISH-i en la primavera del 2017.)

Además de identificar criminales, existe evidencia de que las actividades de FISH-i sirven también para combatir el delito. Aunque los barcos utilizados para pescar sin licencia enfrentan escasas consecuencias, ahora saben que están siendo observados. De acuerdo con Kiilu, algunos de los países que integran FISH-i han sido testigos de un aumento del 33 % en los ingresos de la pesca como consecuencia de que los buques adquieren más licencias.

After FISH-i helped Somalia home in on the Greko 1, inspectors found banned trawl nets on board. Photo courtesy of FISH-i Africa.

Mientras colaboraban con Somalia para detener al buque Greko 1, los inspectores de FISH-i encontraron a bordo redes de arrastre prohibidas. Foto cortesía de FISH-i Africa.

Otros países están tomando nota de este éxito. «El impacto es tan grande que otras zonas de África están copiando lo que hacemos», dice Kiilu. «Somos un espécimen de estudio». En África occidental, donde la pesca ilegal se lleva varios cientos de millones de dólares al año [13], en el 2015 nació West Africa Task Force [14], un grupo de trabajo que reúne a seis naciones cuyo propósito es combatir la pesca ilegal – y basado enteramente en el modelo FISH-i. «Sin duda el objetivo es ver finalmente más de este tipo de grupos de trabajo en otras regiones», dice Copeland. 

Recientemente, el nuevo miembro de FISH-i, Somalia, consiguió su mayor triunfo cuando en octubre del 2016 acorraló al pesquero Greko 1 — un buque que navegaba con un pabellón falso, que no solo estaba pescando sin licencia usando redes de arrastre prohibidas, sino también había invadido un área restringida reservada a los pescadores somalíes. “Al tomar medidas contra Greko 1, [los somalíes] están enviando una señal contundente de que van a combatir la pesca ilegal”, señala Bergh.

Para FISH-i, es otra señal de éxito — prueba de que su enfoque único y colaborativo realmente funciona para proteger toda la gama de recursos océanicos naturales.

Emma Bryce [2] es periodista independiente y radica en Londres, donde escribe sobre medio ambiente, tecnología y alimentos. Su trabajo ha sido publicado en Wired Magazine, TED Education, The New York Times, y The Guardian.