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Para la comunidad LGBT de Jordania, las leyes y la realidad mandan mensajes distintos

Categorías: Medio Oriente y Norte de África, Jordania, Derecho, Derechos humanos, LGBTQI+, Medios ciudadanos, The Bridge
SNOW by Ibrahim Owais (Creative Commons)

NIEVE de Ibrahim Owais (Creative Commons)

La postura de Jordania en temas LGBT está considerada como una de las más avanzadas de todo Medio Oriente, ya que la criminalización de las relaciones entre personas del mismo sexo se eliminó del código penal del país en 1951. Sin embargo, este hecho en sí mismo no ha asegurado la completa libertad de los miembros de la comunidad LGBT de Jordania. El artículo seis de la constitución jordana [1] protege a los ciudadanos de la discriminación en base a su raza, lenguaje o religión, pero esta protección no se extiende a las personas de distinta preferencia sexual.

Esta ‘zona gris’ es donde la discriminación todavía sigue presente en el día a día de las personas LGBT. A Nasser*, un chico de 23 años que se mudó a Jordania hará cosa de un año, y se identifica como homosexual, le han pedido que abandone un establecimiento por mostrar afecto en público. «El gerente del bar se nos acercó y nos dijo que lo que estábamos haciendo no estaba permitido. Le dije que conozco las leyes, y que esto no es ilegal en Jordania», le dijo a Global Voices. «Él nos respondio: ‘puede que esté permitido en Jordania, pero no aquí’, y entonces nos sentimos incómodos y nos fuimos».

Para los transgénero, la situación es aún más complicada y peligrosa. El artículo 307 del Código Penal Jordano [2] dice: “Cualquier varón que vista un vestido de mujer y entre en un lugar reservado solo para mujeres, o en el que no puedan entrar más que mujeres en el momento del acto; será castigado por un período de tiempo no superior a seis meses». Sin embargo, en la práctica, las personas transgénero han sufrido acoso incluso en espacios públicos.

Uno de esos casos es el de Farah*, una mujer trans que estaba caminando cerca de un mercado público cuando fue acosada por un grupo de hombres que iban en coche. Los ignoró y ellos se enfadaron, salieron del coche y se le acercaron.

«Me tiraron del pelo y me zarandearon, tratando de robarme el bolso», dijo a Global Voices. «Al final, uno de ellos metió la mano en mi bolso y robó un fajo de dinero antes de salir corriendo.» Una de las personas que vio el altercado llamó a la policía que, al llegar a la escena, pidió ver el DNI de Farah.

«Estaba vestida con ropa femenina, y sabía que eso levantaría sospechas», dijo. «Así que me inventé que tenía un problema hormonal y que por eso mi apariencia es más femenina que en mi DNI.»

Escéptica y confusa, la policía se la llevó a la estación, donde la situación pronto pasó a ser un interrogatorio sobre su apariencia y forma de vestir, en lugar de sobre el hecho de que le habían robado y atacado.

«Me preguntaron por qué estaba vestida como una mujer, y me llamaron términos peyorativos como mukhanath (un hombre que parece una mujer)», dijo Farah. «Me acusaron de escándalo público, y por falsear mi identidad –aunque les expliqué que la persona del DNI era yo–.»

Tras ser detenida dos días, fue sentenciada a seis meses de arresto domiciliario para «su propia protección». El arresto domiciliario implica tener que estar en casa antes de las cinco de la tarde cada día, e ir a la comisaría de forma diaria para demostrar que todavía se está en la ciudad.

«Cada día que voy es una lucha. Cada día me enfrento a insultos y humillaciones, y me cachean, agarrando mi cuerpo para hacerme sentir deliberadamente incómoda. Soy la única a la que cachean de todos los que tienen que pasarse por allí».

La experiencia le ha dado la determinación a Farah para irse de Jordania por razones de seguridad. Planea mudarse a Europa tras su arresto domiciliario para completar sus estudios, algo que no ha conseguido por ser expulsada del instituto cuando se descubrió que era transgénero. Según un informe del 2015 sobre los Derechos Humanos en Jordania [3] dirigido por el Departamento de Estado de los EE. UU., las personas trans se enfrentan a una creciente dificultad para acceder a la educación y los servicios públicos. Ser transgénero también puede afectar a las perspectivas de trabajo, a veces dejando el trabajo sexual como única opción viable para conseguir algún tipo de ingreso.

Se han hecho esfuerzos por aumentar la conciencia en asuntos LGBT, especialmente en los últimos años. En el 2015, activistas informales LGBT, y la revista inclusiva con los LGBT, con base en Jordania, My.Kali [4] organizaron un pequeño evento en el centro de Ammán por el Día Internacional Contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (IDAHOT), donde los miembros de varias embajadas europeas y los EE. UU. asistieron de forma no oficial para mostrar su apoyo, provocando la condena del embajador de los Estados Unidos por parte de las autoridades jordanas [5]. IDAHOT fue, de todas formas, observado en Ammán al año siguiente, aunque en una localización confidencial.

Hasan, uno de los poquísimos activistas francos sobre lo LGBT en Ammán, trabaja mejorando la conciencia y dando espacio y apoyo a la juventud LGBT en Jordania. Él y algunos compañeros activistas han organizado un grupo de apoyo mensual privado para discutir temas como la seguridad, el VIH, la salud mental, salir del armario, y asuntos religiosos.

«Empezamos con solo ocho miembros», dijo Hasan, «pero ahora tenemos una red de unos cien. Los miembros pueden invitar a otros si confían en y responden por ellos, y la seguridad es una prioridad. No muchos pueden hablar con tanta libertad como yo sobre estos temas, y es importante ver que yo trabajo en colaboración con personas que han contribuído muchísimo con esta comunidad».

No está claro qué depara el futuro para las personas LGBT en Jordania pero, como dijo Hasan, «el tema ya está sobre la mesa». Un desarrollo interesante es la aceptación del Príncipe Zeid Ra'ad Al Hussein del cargo de Alto Comisionado por los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en setiembre del 2014 [6]. El príncipe Zeid ha hecho más de 20 propuestas [7] para proteger a las personas LGBT, entre ellas defender que todos los países proporcionen protección legal para las parejas del mismo sexo y sus hijos, dándoles los mismos beneficios que disfrutan las parejas heterosexuales. El príncipe Zeid actúa en nombre de la comunidad internacional en vez del de Jordania, por supuesto, pero queda por ver qué efectos, si los hay, tienen sus recomendaciones y políticas en el final de la violencia contra la comunidad LGBT en su país natal.

*Los nombres han sido cambiados para proteger la privacidad de las personas que han contribuido a esta historia.