Granada, Colombia: emblema de la guerra y de la paz

Granada (Antioquia). Marcha de los granadinos el 9 de diciembre de 2000. Movilización incentivada por el Comité Interinstitucional en contra de la incursión paramilitar el 3 de noviembre y la toma armada de las FARC el 6 y 7 de diciembre del mismo año. Fuente: Archivo local de ASOVIDA. Fotografía: © Jesús Abad Colorado.

Granada (Antioquia). Marcha de los granadinos el 9 de diciembre de 2000. Movilización incentivada por el Comité Interinstitucional en contra de la incursión paramilitar el 3 de noviembre y la toma armada de las FARC el 6 y 7 de diciembre del mismo año. Fuente: Archivo local de ASOVIDA. Fotografía: © Jesús Abad Colorado.

El municipio colombiano de Granada, distante 370 km de la capital y con 10,000 habitantes, durante 25 años no solo sufrió los horrores de la guerra. A la par, sus habitantes consiguieron construir espacios de paz y reconciliación, referidos en el libro «Granada, memorias de guerra, resistencia y destrucción», publicado por el Centro de Memoria Histórica – institución creada por el gobierno colombiano para documentar la guerra y sus víctimas en los últimos 50 años. En él se afirma:

La población civil echó mano de la fuerza de los argumentos y de la identidad colectiva, y con el firme propósito de hacer de Granada un ‘Territorio de paz’, desarrolló un repertorio de acciones colectivas e individuales que les permitió sobrevivir, resistir y reconstruir sobre las ruinas dejadas por la confrontación armada.

La guerra

Su privilegiada situación geográfica en un área montañosa, cerca de la autopista Medellín – Bogotá, consiguió que, desde mediados de la década de los ochenta se convirtiera en objetivo de los actores armados: guerrilla, paramilitares y ejército. Padeció hostigamientos, masacres, carros bomba, desplazamientos, ocupación militar, secuestros y ejecuciones extrajudiciales.

El siguiente video resume su tragedia y reconstrucción desde 1982. Como lo narra uno de sus habitantes: «El dolor nos unió y la solidaridad nos movió». Gracias a las movilizaciones populares, las juntas de acción comunal, las cooperativas, las asociaciones para impulsar proyectos sociales, las asambleas comunitarias, y la intervención de la iglesia católica, los efectos de la guerra no devastaron la comunidad y sus valores.

Para esos momentos de violencia, Granada estaba toda unida alrededor de un proyecto común. No habían diferencias de ningún tipo, ni de color, ni de partido, ni biológica, ni nada. Todos mirando para un mismo lado, unidos y junticos y cogiditos de la mano.

La supervivencia

Pese a la fractura de su tejido social, la creatividad y la persistencia consiguieron paliar sus efectos.

En el barrio donde vivíamos teníamos las llaves de una casa que era un sótano, aquí las casas se construyen en el subsuelo, suelo y arriba, por eso fue que se cayeron tantas casas…y nosotros sabíamos que se iban a entrar la guerrilla o los paramilitares y todos corríamos con colchonetas, termos con agua panela, paquetes con galletas Saltinas y todos nos metíamos por un solar… hágase de cuenta un gheto como en la Segunda Guerra Mundial. (CNMH, Grupo Focal Educadores, mujer, 26 de septiembre de 2014).

Durante la ocupación paramilitar (2002 – 2004) el toque de queda nocturno obligó a la población a crear espacios cerrados de encuentro:

Desde lo social se hicieron cosas que ahora es común verlas, en ese entonces no, las llamábamos las lunadas, era encontrarnos en una casa, en un espacio amplio muchas personas a hablar o a ver una película, lo que se conoce ahora como pijamadas, con los psicólogos hacíamos unos trabajos grupales, y hasta de amanecernos una noche todos juntos viendo una película o haciendo actividades” (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014)

Entre 2004 y 2010, los primeros viernes de cada mes los granadinos prendieron velas en las puertas o balcones de sus casas en memoria de las víctimas, “luego la iniciativa fue tomando fuerza y las personas empezaron a vencer el miedo y a transitar con esa luz hasta el atrio de la iglesia, convirtiéndose en un acto de resistencia.”

A la par, surgió la iniciativa “Abriendo trochas por la vida”, que consistía en que los pobladores recorrían los caminos que transitaron los asesinos con sus víctimas, para intentar darles un nuevo sentido de vida. También, con piedras coloreadas y pintadas con los nombres de los 128 desaparecidos de la región, se hizo un viacrucis y luego se construyó el “Parque de la vida” donde reposan permanentemente.

El Salón del Nunca Más

El Salón del Nunca Más es un espacio permanente en la Casa de la Cultura de Granada en el que se exhiben 254 fotografías, videos y textos de las víctimas de la guerra y sus familiares.

Salón del Nunca Más. Autor: Asociación de víctimas de Granada (Asovida), 2007.

Salón del Nunca Más. Autor: Asociación de víctimas de Granada (Asovida), 2007.

En este video, los habitantes de Granada explican la razón de ser del Salón: «Nosotros queremos sensibilizar a la comunidad, recopilar la historia del municipio y saber que hay memoria.»

Además, junto a las fotografías, se encuentran sus historias escritas por los familiares.

Delante de las víctimas reposan con mucho cuidado las bitácoras que las familias se encargan de llenar día a día. En sus páginas están descritas noches de dolor, de infinita pena por la ausencia del ser amado. Estos diarios son una prueba del poder que tiene la palabra junto con el recuerdo..

En el Salón se programan exposiciones como la de «Tradiciones y fantasmas de la verdad cotidiana», en la que mitos populares se asocian con la tragedia vivida. Así, fantasías como La Patasola, la Madre Monte, la Llorona, el Mohán, el Costalón que se relacionan con las minas terrestres, los desaparecidos, las viudas, el reclutamiento forzado, para recrear desde la imaginación, el terror de la guerra.

Así lo describe el sitio web del Salón:

“Este es un lugar que todo colombiano debería conocer para que lleve en su memoria las atrocidades que este país cometió con personas ajenas a esta guerra”.

Construir la paz en Colombia demorará mucho tiempo, pero lecciones de vida como la de Granada allanarán el camino.

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