Kirguistán, país ubicado por donde alguna vez pasaron las antiguas rutas de la seda en el corazón de Eurasia, celebra festividadades cristianas, musulmanas, soviéticas y paganas. Sus supersticiones son igualmente numerosas y variadas.
En realidad, no es exagerado decir que la cultura kirguisa es el origen de muchas supersticiones. Las personas las pasan de generación en generación para explicar cosas que casi siempre son difíciles de explicar.
A continuación, algunas que destacan.
1. La regla de los 40 días y otras supersticiones relacionadas con bebés
Cuando los padres reciben a sus hijos recién nacidos, tratan de mantenerlos alejados de extraños durante 40 días. Se cree que si un extraño –o incluso alguien que no es parte de la familia– mira al bebé, el pequeño puede enfermar gravemente. Esto explica por qué las mujeres en Kirguistán a menudo cubren sus cochecitos con tela cuando llevan a pasear a los recién nacidos, por si ojos extraños atisban por encima de sus hombros.
O tal vez sea solamente excusa para un fiesta. Después de 40 días, parientes, vecinos y amigos llegan para ver a la familia darle al bebé un baño cailente usando 40 cucharadas de agua y disfrutar de 40 cículos de (mai tokoch) horneado especialmente para la reunión. Es ahí cuando se coloca al bebé por primera vez en un beshik, cuna con tallado tradicional, que por lo general da la abuela materna.
Otras supersticiones relacionadas con bebés son más extrañas. Si un bebé duerme durante el día pero no por la noche, por ejemplo, la madre puede golpear su cabeza con un tandyr (horno tradicional cavado en la tierra para hacer pan) tres veces con la esperanza de que el bebé se acostumbre al nuevo ciclo día-noche. Por supuesto, esto ocurre cuando el horno no está caliente para hornear pan.
Una opción alterna al horno es poner hollín en la frente del bebé. Las madres tienden a hacerlo cuando llegan invitados a ver al bebé, para que se concentren en la mancha negra y no miren al recién nacido directamente a los ojos, lo que algunos creen que contribuye a que el niño no duerma bien.
2. Quema agujas de pino, ¡de todas maneras huelen bien!
Si una familia enfrenta dificultades financieras o personales como enfermedad, desempleo o depresión, las familias kirguisas a menudo queman un árbol de pino (ysyryk) en un plato y lo mueven alrededor de cada miembro de la familia, mientras gritan palabras como “¡Que la prosperidad y el éxito nos asistan a lo largo del año!”.
Un rito similar se realiza sobre el beshik del recién nacido (ver video abajo) para ahuyentar a los espíritus negativos. Desde un punto de vista científico, el pino, que es nativo de Kirguistán, puede brindar beneficios en términos de salud respiratoria en el sistema inmunológico. No queda claro si ese es el caso cuando se quema.
3. No silbes en casa, ¡O te quedarás en la quiebra!
Para muchos, los silbidos son una molestia, incluso a quienes les gusta silbar. Pero en Kirguistán, como en muchas otras partes de la ex Unión Soviética, va más allá. En muchas casas, existe la férrea creencia de que silbar atrae bancarrota.
Las raíces de esta superstitción son desconocidas, pero un sitio web ruso ofrece dos explicaciones. Una es que silbar es como «se comunican los espíritus impuros» y que al repetir ese lenguaje los traemos a casa. La otra es que antiguamente se usaban silbidos como manera para llamar una ráfaga de viento cuando la necesitaban. Pero incluso ahí tenían que tener mucho cuidado con los vientos y los silbidos, pues una tormenta fuerte podia arrancar el techo de sus casas…
4. Agita dinero en luna llena. ¡Hazlo nomás!
Bueno, ¿por qué no? Esta es otra superstición bastante extendida en la ex Unión Soviética. Algunos astrólogos asocian la luna llena con abundancia, así que no hace ningún daño agitarle un billete. No hay garantía de que tus finanzas mejorarán y no declinarán, pero parece que vale la pena intentar.
5. ¡Herraduras en la tierra de los caballos!
Como en los países occidentales, las casas kirguisas ven las herraduras como símbolo de buena suerte, y han empezado a colgarlas fuera de la puerta en años recientes. Esto tiene sentido, pues los kirguisos deben gran parte de su identidad a los caballos.
6. Cuida tu ganado, porque te cuida a ti
Esto es menos superstición y más necesidad práctica en un país donde gran parte de la población de seis millones de personas depende de la crianza de animales como modo de vida. No obstante, más allá del muy repetido mantra de sentido común madli tebbe, bashka, sappa (no patees el ganado, no golpees su cabeza), hay muchos presagios negativos –demasiados para mencionar aquí– inherentes a caballos y vacas enfermas como pulgas no deseadas.
7. Elimina tus pesadillas
Si alguien tiene pesadillas o insomnio, los kirguisos ponen a veces pan, trigo o cuchillos de mesa debajo de una almohada para alejar los malos sueños. Los ancianos recomiendan contar tu pesadilla a agua que corre: esto ahuyentará los recuerdos de la pesadilla.
8. Perros versus hadas de los dientes
Cuando a los niños kirguisos se les caen sus dientes de leche, no esperan que el hada de los dientes les deje una moneda a cambio del diente caído. El niño llena el diente con pan, se acerca a un perro del barrio y se lo arroja gritando “¡Llévate un mal diente y dame uno bueno!”
9. Es mejor servir el té gota por gota
Como en muchas otras culturas, a veces las personas en Kirgiustán ven burbuja en un tazón de té como muestra de buena suerte o prosperidad futura.
Donde las tradiciones de té de Asia Central son diferentes es al servir té. Al visitar un hogar kirguiso, puedes ver que constantemente te servirán media taza de té. No te preocupes. El anfitrión te muestra que no quiere que te vayas. Cuando es hora de irte, ¡te lo harán saber sirviéndote una taza llena de té!
10. Y muchas supersticiones relacionadas con novias…
Una nuera o kelin tiene la posición más baja en un hogar en Asia Central, y está llena de supersticiones incluso antes de que empiece su vida de casada.
Típicamente, cuando una nueva kelin llega a la casa de su esposo por primera vez, debe inclinarse tres veces ante los invitados y sus suegros en señal de respeto y reverencia. En el norte de Kirguistán, el rito es más estricto: una kelin debe inclinarse cada vez que se cruza sus suegros para no traer mala fortuna ni pesar a su nuevo hogar.
Otra superstición amenaza que si la joven siente aunque sea una mínima antipatía por algún pariente de su esposo o su suegra, su próximo hijo se parecerá a ese pariente.
En otra antigua historia de esposas, las personas evitan darle lengua de cordero a las muchachas en las fiestas. Se cree que si una muchacha come lengua puede ser una kelin de lengua afilada en su nueva familia, en vez de la sumisa que todos prefieren. A la inversa, cuando se divide un pollo entre parientes, a las hijas les dan las alas, ¡como un estímulo para dejar el nido familiar!
Por último, para cuando la kelin conoce a los padres de su esposo. no debería tener excusas para dejar los platos sin lavar hasta la mañana siguiente, pues esto se lo hizo entender su mamá desde chiquita.
Supuestamente, está prohibido dejar los platos sin lavar hasta la mañana siguiente porque atraerá a los malos espíritus. Pero ¿es una superstición o solamente una manera creativa de animar a las chicas a ser limpias y ordenadas? ¿Quién sabe?