Las celebraciones del Yaaral de 2016, comúnmente denominada como la Travesía del Ganado, planeadas para el 21 de noviembre de 2016, fueron canceladas debido a los riesgos de seguridad en la zona.
En enero de 2012, comenzaron en Mali conflictos armados que enfrentaron a las zonas norte y sur del país. A pesar de que el conflicto ha disminuido un poco desde entonces, la región sigue dañada por esporádicos conflictos locales.
Multitudes de personas llegan de todo el mundo para descubrir el talento cultural de los jóvenes del pueblo Diafarabé; sin embargo, el espectáculo no fue posible en 2016. Los amantes de la cultura maliense, turistas del área y los lugareños que participan en este gran festival anual lamentan su cancelación.
Según Wikipedia, el Yaaral y Degal son fiestas tradicionales celebradas en la tierra pastoral del pueblo peul del delta interior Níger. Estas celebraciones indican el cruce del río de las manadas de ganado en tiempo de trashumancia. Sus orígenes se remontan al siglo XIV, y las festividades han sido reguladas por un código que fue establecido por el emperador de Peul, Macina Sékou Amadou, en 1821. La ceremonia de Yaaral inicia las fiestas en Diafarabé. Las manadas se dirigen entonces hacia Dialloubé, donde la ceremonia Degal pone fin a las festividades.
Las celebraciones son una combinación de diferentes formas de expresión cultural, que incluyen danza y música, y competiciones para el rebaño más bellamente decorado.
Proclamada Obra maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en 2005, los sitios culturales de Yaaral y Degal fueron inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial por decreto del Consejo de Ministros el 3 de septiembre de 2008.
Más allá de sus beneficios económicos y el impulso que el espectáculo da al turismo, este festival tradicional es una valiosa oportunidad para la integración social entre las comunidades locales y sirve además como una plataforma de aprendizaje, para que los jóvenes conozcan las antiguas prácticas tradicionales y culturales.
Las celebraciones también representan una oportunidad anual para que las poblaciones de diferentes países se reúnan, se conozcan e intercambien y compartan sus conocimientos y experiencias.
El festival permite a los jóvenes peuls regresar a las praderas para demostrar su resistencia contra los peligros climáticos y su capacidad para alimentar y criar a sus animales, protegerlos de depredadores feroces que viven en el bosque y traer el ganado de regreso sano y salvo al pueblo. También es una ocasión feliz para que padres, esposas y amigos se encuentren con gente que quieren y de quienes han estado separados durante muchos meses peligrosos durante su estancia en el bosque.
La alegría de ver a sus seres queridos en buen estado, de ver a su ganado crecer y ser bien alimentado, de ver a su hijo o esposo completar con éxito una tarea confiada a ellos, son las emociones que la población siente a lo largo de este período. Es una gran responsabilidad para los jóvenes y existe tremenda vergüenza si uno de ellos falla en la tarea.
Este momento feliz y emotivo para las poblaciones locales, el paso del ganado en Diafarabé, desde sus inicios hasta hoy, contribuye con actividades tradicionales de siempre, como el trenzado de pelo, confección de garrotes por parte de las jóvenes peul, uso de instrumentos musicales tradicionales, en fin, contribuye a que las generaciones más jóvenes compartan un buen momento con canciones y bailes.
En definitiva, el Yaaral representa un pilar cultural para los jóvenes en términos de preservación, valorización y promoción de las prácticas tradicionales y culturales en las comunidades, reforzando la paz, la cohesión social y la estabilidad.
Prohibir a los grupos de jóvenes peuls que se reúnan significa privar a los jóvenes y las poblaciones de disfrutar de sus valores tradicionales, culturales y sociales, la única gran oportunidad para que exhiban sus talentos al mundo entero.
Esta cancelación ha puesto fin a la alegría, la emoción, el intercambio con el público en general de los conocimientos y las experiencias de esta práctica cultural única que ha existido durante muchos años. Ahora, todo joven pastor se ve obligado a cruzar solo y en secreto para salvar su vida y la vida de sus animales. Aunque cruza solo, reflexionará sobre años anteriores, los cruces y talentos que debe poder exhibir al público. Pensará en el temor por su seguridad que le impide hacerlo.
Debemos pasar este año custodiando el recuerdo de este venerable acontecimiento cultural. En ningún caso debemos renunciar. Iremos juntos y unidos, usaremos nuestras habilidades para mantener para siempre esta práctica cultural en nuestro país y devolver a los jóvenes de las zonas afectadas la oportunidad de expresar sus talentos.
Que Malí se estabilice y reine la paz en el país.