En Kirguistán, cultura popular impulsa discriminación y violencia de género

Captura de pantalla de un episodio de «Kelin», retransmitido por la cadena pública de Kirguistán, KTR.

Para alguien que nunca ha sufrido un «rapto de novia» y no sabe que la práctica con frecuencia conlleva violación y otras formas de violencia contra la «novia», que no da su consentimiento, un reciente anuncio que promueve los servicios de un servicio de construcción en el exsoviético Kirguistán puede parecer divertido.

En el anuncio, a Eldana Satybaldieva, más conocida como Eldana Foureyes, la usuaria de Instagram más popular del país, le vendan los ojos unos hombres y se la llevan en coche en dirección desconocida.

Al principio, Eldana se resiste al intento de secuestro y amenaza con encarcelar a sus asaltantes. Pero cuando llega al apartamento de la familia de los secuestradores, una «elitka», o bloques de edificios de élite construidos por la firma Cap Stroy KG, llega a la conclusión de que es un buen matrimonio, a fin de cuentas.

El chocante anuncio ha demostrado ser un éxito para mucha gente en un país donde los estudios más recientes sugieren que un tercio de los matrimonios empiezan sin el consentimiento de la novia.

Pero también ha decepcionado a muchos de los seguidores tradicionales de Eldana, que se deleitan con sus peculiares escenas cortas de uno o dos minutos, que se centran en la vida diaria de una persona joven que vive en Kirguistán.

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La feminista Nurgul Asylbekova repitió su decepción cuando escribió en Facebook:

Уже написала под роликом на стене заказчиков, что возможно у них не было умысла пропагандировать наше позорное явление ала-качуу, благодаря которому мы прославились как страна, в которой нет верховенства закона и у женщин нет базового права выбора брачного партнёра. Но это лишний раз показывает, что насилие над женщиной является культурной нормой и ни автор, ни актеры, ни заказчики, ни аудитория даже не замечает унизительного и дискриминационного сообщения, которое несёт ролик.

Como apunté en el muro [de Facebook] de la compañía que autorizó el anuncio, es posible que no pretendiesen propagar la deshonrosa moda del ala-kachuu (rapto de novia) por el que el Kirguistán se ha hecho famoso por ser un país donde no impera la ley, y donde las mujeres no tienen el derecho básico de escoger a su cónyuge. Demuestra, una vez más, que la violencia contra la mujer es una norma cultural aquí, y ni el productor, ni los actores, ni los que lo encargaron, ni los espectadores han tenido en cuenta la humillante y discriminatoria naturaleza que envía el anuncio.

Suegras y nueras

Quizá el anuncio no hubiese provocado tanto escándalo de no haber visto la luz un mes después de que el programa de televisión Kelin, empezase a emitirse en el canal público más importante del país, lo que provocó una furia similar.

Kelin, que se traduce como «novia» del kirguiso, es un reality show donde chicas de diferentes procedencias compiten por ganarse el favor de la actriz que hace de suegra tradicional, haciendo desde tareas domésticas corrientes hasta otras más serviles, como masajes de pies.

Bektour Iskender, fundador del medio juvenil Kloop.kg escribió del programa:

Kelin is yet another masterpiece from Kyrgyzstan’s public broadcaster.

For those that do not speak Kyrgyz, the word refers to the bride, the son’s wife. That is the official translation of the word.

The unofficial translation is, basically, slave — the lowest rung in the family hierarchy — workhorse, servant, a person often regarded as barely human and that can be readily ignored.

The Kelin reality show is really quite revolting. I know what I am talking about as I watched the first episode attentively (as much as was possible anyway), and I even compiled a blow-by-blow account that you can read here (in Russian).

This show is nothing more than a bunch of offensive clichés. The women featured in the show compete in a series of tasks that have been performed by unpaid servants (AKA kelinki) over the centuries in Central Asian households.

And this all unfolds to the accompaniment of psychological intimidation from the actress playing the role of the “capricious mother-in-law.” (ugh!)

I do not have the words to tell you how objectionable I find this show, which is paid for out of my taxes, and how unsuitable it is for airing in the prime-time slot.

One contestant apologized to the mother-in-law for serving cold tea and offered to pour her a fresh cup, (which the in-law later complained had something floating in it.)

Kelin es una obra maestra más de la emisora pública de Kirguistán.

Para los que no hablen kirguios, la palabra se refiere a la novia, la esposa del hijo. Esa es la traducción oficial de la palabra.

La traducción no oficial básicamente es esclava –el último peldaño de la jerarquía familiar– caballo de trabajo, sirvienta, una persona apenas considerada humana que puede ser fácilmente ignorada.

Kelin es realmente repugnante, y sé de lo que estoy hablando porque he visto atentamente el primer episodio (tanto como me fue posible, al menos), e incluso hice un reporte muy detallado que puedes leer aquí (en ruso).

El programa no es más que un puñado de clichés ofensivos. Las mujeres que lo protagonizan compiten en una serie de tareas que durante siglos han llevado a cabo sirvientes no remunerados (también conocidos como kelinki) en los hogares de Asia Central.

Y todo esto se desarrolla acompañado de la intimidación psicológica de la actriz que desempeña el papel de «suegra caprichosa» (¡ugh!).

No tengo palabras para decir cuán censurable encuentro este programa, que se paga con mis impuestos, y cuán inadecuado es emitirlo en una franja de máxima audiencia.

Una concursante se disculpó con la suegra por servirle té frío y se ofreció a darle una nueva taza (donde, se quejaba la suegra, había algo flotando).

Ciertamente, las feministas sostuvieron que la dinámica entre la falsa suegra y las concursantes que se representa en Kelin no es más que una superficial caricatura de una realidad aun más dura.

Muchas mujeres kirguisas, y particularmente las que han sido raptadas, sufren abusos físicos y psicológicos a manos de sus suegros que son muchos peores que todo lo que se ve en el programa.

El rapto de novias, a su vez, es un crimen que en Kirguistán pocas veces se castiga, ya sea con multas o pena de cárcel. Aunque defensores del delito y comentaristas extranjeros lo citan con frecuencia como una «tradición» nacional, los entendidos que han estudiado su historia dicen que no es el caso.

Con anterioridad, apuntan, sí ocurrían incidentes de raptos en la sociedad kirguisa nómada, pero con menor regularidad, y eran tratados como actos tabú que podían empezar sangrientas enemistades entre familias.

Las feministas creen que tal violencia contra las mujeres en el actual Kirguistán –aparentemente con un claro respaldo de la cultura popular– se ha vuelto normal.

Debajo, un video que muestra un episodio de Kelin, publicado por el canal oficial de la emisora pública del estado en YouTube:

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