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Panderetas en mano y liderados por sobrevivientes, surge poderoso movimiento contra violencia sexual en Jamaica

Categorías: Caribe, Jamaica, Activismo digital, Medios ciudadanos, Mujer y género, Protesta
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Pandereta sostenida en lo alto en la protesta de la Brigada Pandereta el 11 de marzo de 2017 contra la violencia sexual en Kingston, Jamaica. Foto de Storm Saulter, usada con autorización.

Una de las fundadoras de la Brigada Pandereta [2] (Tambourine Army) de Jamaica, un nuevo audaz movimiento liderado por mujeres y sobrevivientes de abuso y violencia sexual, fue arrestada y acusada de tres cargos por «el uso de computadoras para la comunicación maliciosa».

La acusación que recibió Latoya Nugent se encuadra en la legislación contra el cibercrimen [3] de ese país, luego de que varios hombres presentasen quejas formales [4] a la policía acusándola de identificar a algunos como depredadores sexuales en las redes sociales. Por el momento, Nugent está libre bajo fianza.

Su arresto coincide con la gran atención que generó el movimiento Brigada Pandereta, que estimuló el debate en el Caribe. En particular, algunos en Jamaica ponen duda el uso de la violencia por parte del grupo, y también la estrategia de nombrar y humillar a los hombres abusivos, aun cuando muchos de esos hombres están en posiciones de poder. Esta estrategia es la que llevó a Nugent a la cárcel.

Qué alimenta a la violencia

La legislación nacional vigente en Jamaica no logra abordar las complejidades y las circunstancias de la violencia sexual hacia mujeres y niños. Por ejemplo, la ley de ofensas sexuales [5] define en forma escueta a la violación como «la penetración del pene no consensuada en la vagina de una mujer por parte de un hombre». Además, muchas violaciones y abusos no se denuncian en ese país porque existe una cultura de culpabilizar a la victima y estigmatizarla.

Todas estas condiciones llevaron a la creación espontánea de la Brigada Pandereta a principios de este año. La Brigada se unió luego de que Nugent comenzara a usar la etiqueta #TambourineArmy, en respuesta a la atención que generó en las redes sociales por golpear con una pandereta a un pastor acusado de cometer ataques sexuales [6] en una protesta. Con la etiqueta, Nugent intentaba canalizar la atención del incidente en algo más grande:

What we are trying to do is to engage persons who do healing work, and counselling and support kind of work, to provide safe spaces, physical and virtual, for survivors of sexual violence. We are also trying to let people understand the concept of sexual grooming.

Estamos tratando de que se sumen personas que trabajan en sanación, y también a los que trabajan con terapia y apoyo, para generar espacios seguros, tanto físicos como virtuales, para los sobrevivientes de violencia sexual. También, estamos tratando de que la gente entienda el concepto de captación sexual.

Poco después, se acusó al pastor y doctor Paul Gardner de abuso sexual de menores.

Mientras Gardner encara el juicio y su iglesia enfrenta una reacción violenta, el movimiento en línea de Nugent hizo que 700 mujeres, hombres y niños salieran a las calles y marcharan en la capital, Kingston, el 11 de marzo de 2017. Llevaban panderetas para romper el silencio contra la estigmatización que sufren los sobrevivientes y para pedir justicia contra los abusos sexuales y las violaciones.

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Los sobrevivientes de abuso sexual y violencia de género en Jamaica no piensan seguir en silencio. Fotos de los participantes en la marcha de la Brigada Pandereta por Storm Saulter, usada con autorización.

Usar la pandereta o no, esa es la cuestión

La grieta que se generó por las estrategias de la Brigada se intensificaron cuando Emma Lewis, colaboradora de Global Voices que escribió sobre la formación y misión [2] del grupo, escribió a continuación una nota de opinión en su blog personal [8] que tocó una fibra sensible e hizo que la discusión llegara a un nivel más profundo y hasta amargo.

Lewis, ella misma una sobreviviente, señaló en su publicación que ella «también era una ‘radical'» y todavía lo es cuando se trata de sus opiniones sobre «el medio ambiente, la pena de muerte, los derechos humanos, los derechos al aborto, los derechos para el colectivo LGBT».  Sostiene, sin embargo, que no cree en la violencia porque «no soluciona nada».

La publicación de Lewis no fue bien recibida por algunos y desató una serie de comentarios crueles en línea.

Según el escritor jamaiquino Kei Miller, es probable que Lewis no comprenda que la violencia de la Brigada Pandereta es necesaria; y que, tal vez, la posición de «supuesto privilegio blanco no reconocido» de Lewis no le deja ver lo importante del problema. En su blog [9], Miller agregó:

Many who read Emma’s blog – many women in fact – felt that she had bravely expressed their own misgivings […] there was something too militant, too aggressive and ultimately something too divisive about the Tambourine Army. The Tambourine Army was not impressed by this critique. To them it was just more respectability politics – an attempt to police their tone, to muffle their rage, an unfair demand to take all that pent up hurt, that lifetime of suppressed pain, and make it all more polite, more reasonable, more acceptable for brown people’s consumption, for male consumption, for good-decent-middle-class-people-who-faint-at-the-word-bomboclawt consumption.

Mucho lectores del blog de Emma (muchas mujeres, en realidad) sintieron que logró expresar con valentía sus propios recelos (…). Había algo demasiado belicoso, demasiado agresivo y, en última instancia, demasiado conflictivo en la Brigada Pandereta. Y a la Brigada Pandereta esta crítica no la sorprendió. Para ellos, era tan solo un caso más de las políticas de respetabilidad: un intento de controlarles el tono, amortiguar su violencia, un pedido injusto de tomar todo ese daño reprimido, toda esa vida de dolor suprimido, y convertirlas en algo más amable, más moderado, más aceptable para consumo de las personas morenas, para consumo masculino, para consumo de las personas buenas y decentes de clase media que se desmayan al escuchar insultos.

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Los hombres marcharon a la par de las mujeres en la lucha para poner fin a la cultura de la violación en Jamaica. Foto de Storm Saulter, usada con autorización.

A continuación, destacó [9]que existe un momento para la furia:

I have not agreed with every utterance from the Tambourine Warriors. […] The binaries they sometimes insist on seem overly strict to me – ‘you either hold to this particular position, or you’re not with us!’ Still, I haven’t felt the need to voice any of these objections. This is not a critical/academic discourse. This is rage. Let it be. Let it do what only it can do. Let it offend and disrupt and dismantle what only it can. If I had been in Jamaica I would have marched and shaken a tambourine in solidarity.

To everything there is a season – a time for the silence of men, and a time for the tambourines of women.

No estuve de acuerdo con ninguna declaración de las Guerreras Pandereta (…). Las posiciones binarias en las que a veces insisten me parecen sumamente estrictas desde mi punto de vista: «¡o te atienes a esta posición en particular o no estás con nosotros!». Así y todo, no sentí la necesidad de hacer oír ninguna de estas objeciones. No se trata de un discurso crítico/académico. Se trata de rabia. Hay que dejarla salir. Hay que dejarla hacer lo que solo esa rabia puede hacer. Hay que dejar que ofenda y que altere y que desmantele lo que solo esa rabia puede ofender, alterar y desmantelar. Si hubiese estado en Jamaica, habría marchado y tocado la pandereta en solidaridad con ellas.

Existe un momento para todas las cosas: un momento para el silencio de los hombres y un momento para las panderetas de las mujeres.

Germaine Bryan, estudiante de la Universidad de las Indias Occidentales, también escribió sobre la «revolución ferviente» en su blog [11]:

If the women behind this Tambourine Army believe they have exhausted all avenues of ‘proper’ ways to advocate that they taught us in their schools, then I say do what you must to maintain the fight. If you must shout, then shout; if you must march, then march; if you are attacked with force, fight back with force; but please don’t give up the fight.

Si las mujeres detrás de esta Brigada Pandereta creen que han agotado todas las vías «apropiadas» para defenderse que nos enseñaron en sus escuelas, yo digo que tienen que hacer lo que sea necesario para que la lucha continúe. Si tienen que gritar, griten; si tienen que marchar, marchen; si se las ataca con la fuerza, respondan con la fuerza; pero, por favor, no dejen de luchar.

En una actualización de Facebook, el también escritor Marlon James resumió [12] la situación de la siguiente manera:

First came the privileged uptown lady indifference. Then came the media black out. Then came the media hatchet jobs. And now the police intimidation has begun. All because Jamaican women would like to no longer be raped and murdered. #TambourineArmy [13].

Primero vino la indiferencia de la mujer de clase privilegiada en la parte alta de la ciudad. Luego vinieron las críticas demoledoras de los medios de comunicación. Y ahora, comenzó la intimidación policial. Todo eso porque a las mujeres jamaiquinas les gustaría que ya no sigan violándolas y asesinándolas.

Luego de quedar libre bajo fianza, Nugent recurrió a las redes sociales a expresar su gratitud [14] por las grandes muestras de apoyo:

Yesterday they broke my spirit. Today, because of all of you I am stronger than the concrete that was my resting place last night. The #TambourineArmy [15] has risen.

Ayer, me destruyeron la moral. Hoy, gracias a todos ustedes, soy más fuerte que el concreto en el que descansé anoche. La Brigada Pandereta se levantó. #TambourineArmy [15]