Cervecería regentada por mujeres lleva cerveza de barril a Kirguistán

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Escondido en un lugar improbable, protegido entre un club de dominó popular entre los turcos y un bloque de departamentos construido en tiempos soviétvcos, hay algo muy especial para los amantes de la cerveza en Biskek, capital de Kirguistán.

Save the Ales [N. del T. Salven la cerveza, que juega con la forma en que se pronuncia la frase Save the whales, Salven a las ballenas, en inglés], cervecería artesanal fundada por dos socias, una kirguisa y una kazaja, Aida Musulmankulova y Arzu Kurbanova, tal vez sea pequeña y espartana. Pero lo que está haciéndole a la cultura de la bebida de Biskek es casi revolucionario. Aunque durante mucho tiempo la norma han sido insípidas cervezas lager y aguadas preparaciones locales, Save the Ales está produciendo sus propias preparaciones artesanales, tomando prestada una tendencia que ha establecido profundas raíces en Estados Unidos y otros lugares.

“A donde fuera que viajáramos, siempre probábamos buena cerveza”, dijo Musulmankulova.

Hace cerca de tres años, ella y su socia Kurbanova decidieron aventurarse.

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“Decidimos prepararla [nosotras]. Aprendimos todo en internet. No fue tan difícil como pensamos”.

Las cervezas artesanales tienden a ser más experimentales que las clásicas lager y pilsen de estilo europeo, y se elaboran en barriles y no en toneles, como ocurre con la tradicional ale real británica. Y tampoco son baratas. Save the Ales cobra exorbitantes US$2.80 por vaso, monto fuera del alcance para la mayoría de personas fuera del público objetivo del tipo urbano de Biskek y extranjeros.

Musulmankulova y Kurbanova dicen que están gastando sus ganancias en desarrollar su flamante negocio y reinvertir.

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El bar ha tenido vaivenes. Save the Ales abrió en mayo de 2016, y rápidamente tuvo muchos seguidores, pero tuvo que cerrar cerca de un mes a fines de septiembre por una falla eléctrica. Los dedicados aficionados a la fuerte India Pale Ale de las socias y a sus cervezas negras y frutadas vieron volver su bar finalmente en octubre.

Dan un notorio énfasis a ofrecer lo mejor en Save the Ales. En Biskek ya no faltan los pubs novedosos sin carácter que a menudo centran sus esfuerzos para atraer a los clientes en grandes pantallas de televisión y música fuerte.

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En mercados establecidos, la cerveza artesanal es un gran negocio. Según la Asociación de Cerveceros de Estados Unidos, el valor del sector minorista en dólares en Estados Unidos se estimó en $22,300 millones en 2015, lo que representa poco más de la quinta parte del mercado cervecero.

La cerveza es cada vez más popular en Kirguistán, pero los bebedores son propensos a citar el antiguo dicho ruso “cerveza sin vodka es dinero [arrojado] al viento”. La cuota de mercado para las cervezas artesanales es estadísticamente insignificante, pero la misión de Save the Ales, donde la cerveza se elabora en el lugar, por ahora es cultivar lentamente sabores y hábitos más refinados. A diferencia de casi todos los bares cerveceros de Biskek, Save the Ales no servía comida hasta hace poco, aunque finalmente cedieron y ahora ofrecen algo para picar.

Kurbanova y Musulmankulova dicen que más de la mitad de sus ventas son para extranjeros, aunque la cuota de parroquianos jóvenes, urbanos de clase media está creciendo. Y el contingente de baikes —término para “hermano mayor” en kirguiso, pero también significa hombre corpulento de mediana edad— también está aumentando gradualmente.

“Recuerdo a un hombre que entró una vez al pub”, cuenta Sumsarbek Mamyraliev, dueño de un estudio de producción y amigo de las dueñas. “Dijo: ‘Sírvame una cerveza. ¿Dónde está el shashlik? ¿Dónde está el chechel [queso ahumado]? ¿Dónde están las dueñas? ¿Cómo las dejan sus esposos elaborar cerveza? ¡Esto nunca funcionará!'”.

Sin embargo, cuando el nuevo cliente probó la cerveza, “su actitud cambió completamente”, recuerda Mamyraliev.

“Era un patriarca con una cadena de oro. Dijo: ‘Ustedes han hecho avergonzar a todos los hombres de Kirguistán. Si alguna vez tienen problema con alguien, llámenme’”.

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Por su parte, Musulmankulova y Kurbanova no tienen inconveniente en contratar personal masculino, sobre todo porque elaborar cerveza a veces físicamente agotador.

“Pero algunos amigos nos dijeron que deberíamos seguir como cuando empezamos”, dijo Kurbanova a EurasiaNet.org. “Así que cuando solicitamos un ayudante en Facebook, pedimos una ‘pomoshnitsa’ (asistenta), lo que causó revuelo”.

Mamyraliev sostiene que el éxito del pequeño pub cervecero apunta a una emergente cultura de empresas nuevas en Kirguistán, que tiene la sociedad más vibrante de Asia Central. Según el índice Haciendo Negocios del Banco Mundial, Kirguistán sigue siendo el país de la región donde es más fácil registrar una nueva empresa.

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Alan Laing, cliente británico que trabaja en desarrollo internacional, coincide en que el pub es una “joya escondida”.

“Es como ningún otro bar en Biskek”, dijo, refiriéndose a varios pubs temáticos en la ciudad. “[Save the Ales] podría ser un bar en Brooklyn o Shoreditch (en Londres) antes de estar a la última moda. Es simple, nada exigente y todo es sobre cerveza”.

Kurbanova atribuye la popularidad de su cerveza a un enfoque maximalista de la elaboración. No ahorran en traer ingredientes de Alemania o Estados Unidos, a diferencia de la actitud de recortar costos típica de otras cervecerías.

Esto ha motivado invitaciones a servir cerveza en festivales de arte y noches musicales, que ambas han aceptado, así como ofertas de competidores que las admiran para adquirir su cerveza o hasta comprarles el negocio. Hasta ahora, se han resistido a esas propuestas.

“Vienen y nos dicen: ‘Queremos ver su cerveza en nuestro restaurante’,dijo Kurbanova a EurasiaNet.org. Les decimos: pónganse en fila”.

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