¿Podría México ver entre sus candidatos a la presidencia una versión de Nicolás Maduro?

Andrés Manuel López Obrador. Fotografía publicada bajo liencia Creative Commons: Attribution 2.0 Generic (CC BY 2.0)

Entre la República Bolivariana de Venezuela y los Estados Unidos Mexicanos hay 4,178 kilómetros (2,602 millas) de separación geográfica. No obstante, dicha distancia es acortada no sólo por las herramientas de la globalización sino por las similitudes entre sus principales actores políticos. Mas allá de la retórica gubernamental y los estériles llamados al diálogo por el encargado de las relaciones exteriores mexicanas, ciudadanos mexicanos miran hacia Venezuela y analizan la figura del presidente de aquel país, al cual encuentran con perfil similar al de quien aspira –después de haber sido derrotado en dos elecciones consecutivas− a la candidatura para dirigir a México: Andrés Manuel López Obrador.

Global Voices ha dedicado una puntual cobertura al descontento social de las últimas semanas, producto de acciones gubernamentales percibidas como golpistas y contragolpistas por una ciudadanía dividida entre quienes apoyan al régimen y aquellos que se oponen a él y buscan un cambio; un cambio que presupone, entre muchas otras cosas, la salida de Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores – sede del gobierno venezolano.

En Twitter se encuentran varias de las expresiones de comparación entre Maduro y AMLO (como se le conoce también a Andrés Manuel López Obrador por las letras iniciales de su nombre), como la del usuario «Lovato»:

López, dueño y fundador del partido político denominado Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) se dice afín a los ideales políticos de izquierda, aunque sus posturas conservadoras en temas como el aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo y el reconocimiento del derecho de dichas parejas a formar una familia, entre otros, contrastan con su discurso y la imagen de libertador progresista que busca proyectar.

Los personajes cercanos a López, como el Dr. John Ackerman, lanzan de vez en cuando guiños al gobierno venezolano, como lo reportó a finales de marzo de 2017 el periodista de origen chileno Pablo Hiriart:

El asesor de AMLO, que lo acompañó en Washington a denostar a las Fuerzas Armadas de México, ahora nos ofrece al gobierno de Venezuela como un modelo.

Dice Ackerman que “Venezuela es mucho más democrático y respetuoso de los derechos humanos que México”. Para el asesor de López “en Venezuela los medios privados de comunicación electrónica se lanzan día y noche, y de la manera más frontal y directa, en contra de su gobierno, mientras en México estamos sujetos a un régimen de control mediático sin parangón”.

El aspirante a la Presidencia es descrito así por el también ex-candidato, el abogado Diego Fernández de Cevallos:

Es un viejo político, criado y educado en la más pedestre tradición oficialista; sin ideas, con mucha ambición y mantenido con dineros públicos y otros desconocidos, va por un atajo sinuoso pero eficaz: se deslindó de su pasado, dice luchar por los pobres (entre más haya mejor para él), hace alarde de pobreza material envuelto en “honestidad valiente” (como si hubiera honestidad cobarde), transfigurado en cómico involuntario con su dedito distingue a los puros de los impuros (…)

Y sobre las percepciones de corrupción que acompañan a López, dice:

Es limpio e incorruptible, jamás toca dinero bien o mal habido, carece de todo pero explota el malestar social y se hace acompañar por un número indeterminado de pillos que escondidas recogen dinero ilegal “para la causa”. Cuando son sorprendidos (en flagrancia), él responde que lo esculquen, que es pobre y ama a los pobres, que “no miente, no roba y no engaña”, que son trampas de “la mafia del poder”.

Ha sido precisamente ese tipo de conductas lo que ha llevado a muchos mexicanos en las redes a advertir semejanzas entre Maduro y López Obrador:

El que calla ¿otorga?

A mediados de 2017 México tendrá elecciones locales en las que los partidos políticos luchan de manera agreste para terminar mejor posicionados de cara a la sucesión presidencial de 2018; y en tiempos electorales, las declaraciones públicas y los silencios de los personajes políticos cobran mayor relevancia. Por ello, el hecho de que López no haya hecho comentario alguno sobre la represión a la libertad de expresión en Venezuela, se ha entendido como validación a las tácticas del régimen madurista:

No obstante las semejanzas que algunos encuentran entre el aspirante a la presidencia de México y el actual presidente de Venezuela, muchos mexicanos siguen demostrando su apoyo a López Obrador:

Ante lo que ha sido identificado internacionalmente como «El peligroso avance del populismo«, en particular por el Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch,  no resulta extraño que en Latinoamérica se replique esta tendencia. En julio de 2018 sabremos si México se suma al furor por los líderes que, de acuerdo con Roth, «privilegian los intereses declarados de la mayoría y alientan a la población a adoptar la peligrosa creencia de que ellos mismos nunca necesitarán hacer valer sus derechos frente a un gobierno avasallante que afirma estar actuando en su nombre.»

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