Escribiendo la historia de las trabajadoras sexuales en Uganda

Pies de una trabajadora del sexo en Bwaise, barriada en el norte de Kampala. Fotografía de Prudence Nyamishana.

Si me preguntasen qué me llevó a escribir un diario sobre trabajadoras del sexo en mi blog, diría que fue pura curiosidad. Había escuchado historias como que en Bwaise, barriada en el norte de Kampala, las mujeres vendían sus cuerpos por solo 500 chelines ugandeses (0,14 USD). Quería comprobar yo misma si aquello era cierto, y de ser así, tal vez, compartir la historia con los lectores de mi blog. De modo que me puse en contacto con mi amigo y asistente social Joseph, quien ha estado trabajando en la zona durante años.

La barriada de Bwaise se encuentra a cinco minutos del centro de Kampala. Cuando bajé del taxi aquella tarde, Joseph me estaba esperando. Después de las socorridas preguntas de cortesía, me condujo a través de un estrecho callejón. Cuando llegamos al final, el escenario cambió repentinamente: esa no era la Kampala a la que estaba acostumbrada. Era el mediodía y tenía ante mí un espacio de paredes mugrientas atestado de mujeres y hombres. Había basura por todas partes y sonaba música en lingala de fondo. Para poder avanzar tuvimos que sortear todo tipo de aguas residuales. Nos abrimos camino a través de callejones enmarcados por casuchas con fachadas de hierro y madera. Después descubrí que se trataba de burdeles, y que más de 300 mujeres se desplazan diariamente a esta zona para ofrecer sexo, tanto de día como de noche.

Una vez que llegamos a nuestro destino, nos recibió una mujer con alog más de 40 años. Nos dijo su nombre y a continuación, con cierto orgullo, nos comentó que es la «Mamá» de todas las trabajadoras sexuales. Nos invitó a pasar a una habitación de unos ocho metros cuadrados, con el suelo lleno de suciedad. En una esquina encontramos una estantería desvencijada con algunas botellas de ginebra de la región. En el otro extremo de la habitación, una litera y una cama individual. De repente, me llamó la atención un niño que dormía en la litera de abajo.

La Mamá nos comentó que alquila las camas por 500 chelines ugandeses a los que compren o vendan sexo.

Le aclaré a la Mamá que nuestro interés era hacer ver a las personas de las horribles condiciones en las que viven las trabajadoras del sexo en las barriadas de Kampala, de modo que las autoridades competentes pudieran estar al tanto y, con suerte, tomar medidas al respecto. Nos dio la bienvenida pues Joseph ha trabajado con ella antes y uno de sus hijos participó en uno de sus programas. Sin embargo, nos advierte que hemos de pagar por el tiempo que estemos hablando con las mujeres.

La Mamá nos presentó a una muchacha de 28 años que trabaja en su establecimiento. La joven hablaba inglés con fluidez y tenía deseos de que se contara su historia. Nos comentó que no quiere dinero —lo único que necesita es alguien con quien hablar. Le prometemos que no revelaremos su identidad, pero nos insistió en que no le importa porque no tiene nada que perder. Su historia me conmovió.

Cuando la historia se publicó, se desencadenaron todo tipo de reacciones en las redes sociales. Algunas personas me agradecían haber contado lo que estaba pasando, y pensaban que hacerlo público ayudaría a esas mujeres. Pero otros ponían en tela de juicio mi motivo para escribir sobre el tema.

¡Un día! ¡Quizás algún día! ? Pru, gracias por compartir la historia de estas mujeres.

Tengo un plan
«Nunca he ganado cien dólares. ¿Sabes cómo? Alguien me juntó con un hombre blanco en el Sheraton que qería mis servicios
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«Tengo un plan». Diarios de las trabajadores sexuales. Esta me desgarró. ?

Algunos lectores se comprometieron a ayudar en un principio, pero muchas de esas promesas aún no se han cumplido. Una persona se ofreció a comprarle un teléfono a una de las mujeres, otros enviaron dinero. Algunos incluso me aconsejaron fundar una organización que permitiese la creación de un centro de rehabilitacion que cubriese las necesidades básicas de estas trabajadoras sexuales. Sin embargo, insistí que mi profesión era el periodismo, y que los lectores tenían también la responsabilidad de hacer algo al respecto si asi lo sentían.

Si bien lo que me motivó en un principio a escribir esta historia fue la curiosidad, pasar tiempo con estas mujeres en Bwaise me permitió destapar problemas profundamente arraigados en esta sociedad que Uganda aún no ha abordado. Asuntos como el tráfico de niños, la esclavitud sexual, el abandono infantil, la pobreza extrema, la violencia de género y la delincuencia. Cuanto más hablaba con estas mujeres, más me daba cuenta de la magnitud de sus problemas. Fue sobrecogedor. Estuve a punto de abandonar cuando escuché la segunda historia.

Fue el apoyo recibido por las organizaciones que trabajan con estos asuntos lo que me impulsó a seguir escribiendo. Not For Sale Uganda, una empresa social que codesarrolla proyectos empresariales y sociales, y lucha por poner fin a la trata de personas, escribió en respuesta a mi historia sobre Kemirembe, una trabajadora sexual:

“We must work together on giving hope to the most vulnerable. Kemirembe’s story is very touching. Not For Sale is now incorporated in Uganda and mainly our work will target people in Kemirembe’s situation or a quite similar one, provide social intervention and other sustainable social enterprises that can provide them with alternative dignified work.”

Debemos trabajar conjuntamente para dar esperanza a los más vulnerables. La historia de Kemirembe es realmente conmovedora. Not For Sale acaba de incursionar en Uganda y nuestro trabajo irá encaminado principalmente a ayudar a personas en la misma situación que Kemirembe, o en otra situación similar, brindar intervención social y otros proyectos sociales sostenibles que les faciliten un trabajo digno.

Un lector que publicó una de las historias en su página de Facebook, recibió un mensaje de un amigo estadounidense que comentó:

“I’m coming to Uganda in August. I’m looking to help women involved in prostitution,” they wrote. “If you know of anyone or are willing to help me find people or ministries that are wanting to help women please let me know.”

Voy a Uganda en agosto. Quiero ayudar a las mujeres que se encuentren en la prostitución. Si conoces a alguien, o estás dispuesto a ayudarme a encontrar gente, o algún ministerio que quiera ayudar a estas mujeres, por favor dímelo.

Benjamin Musaasizi, cofundador de la organización cristiana Divine Hearts, hizo un comentario en esta entrada.

“We at Divine Hearts Foundation do appreciate your efforts in bringing such realities to the rest of the world and we are committed to working with you so as to find ways of helping these sisters of ours.”

En la fundación Divine Hearts, le mostramos nuestro agradecimiento por hacernos partícipes de esta realidad, y nos comprometemos a trabajar con usted para ayudar a nuestras hermanas.

Conocí a Benjamin en persona y nos prometió, en nombre de su organización, que cubriría los gastos de matrícula escolar de dos de los hijos de estas trabajadoras. Una promesa, que de cumplirse, supondría un giro radical en la vida de estos niños.

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