Surge movimiento de protesta de Hirak en Marruecos

La juventud local hace la seña de la mano de Fátima en una sentada en Imzouren, a 14 km de la ciudad de Alhucemas, en la región del Rif. Foto de AlhoceimasOfficiel. Se reproduce con autorización.

Marruecos se ha enfrentado durante varios meses a oleadas de protestas.

Hacia finales de octubre de 2016, Mohcine Fikri, pescador de la ciudad Alhucemas, ubicada en el norte del país, vio cómo la policóa le confiscaba un pez espada de 500 kg.

Al ver que la mercadería era triturada por un camión, Fikri intentó recuperar lo que representa su único medio de subsistencia y, como resultado, murió aplastado. Los testigos manifestaron que la policía no reaccionó al verlo lanzarse al camión que lo mató.

La situación se agrava (y se sospecha que es lo que incitó las protestas) ante la sospecha de que la policía le ordenó al conductor del camión que aplastara al pescador.

De esta forma, se dio inicio a un conflicto abierto entre la sociedad civil, por un lado, y las autoridades locales y las fuerzas policiales, por el otro, por la secuencia de los acontecimientos. Las protestas han ido en aumento en el norte de la región del Rif de Marruecos desde ese momento.

A pesar de que la muerte de Fikri provocó una conmoción a nivel nacional y manifestaciones a lo largo del reino, las protestas semanales tuvieron lugar, en un primer momento, solo en la región del Rif y luego se expandieron al resto de Marruecos durante las siguientes semanas.

Las protestas retoman del descontento general de la población por la falta de oportunidades económicas, infraestructuras débiles o totalmente ausentes y una corrupción galopante, hechos que se hicieron evidentes en el tratamiento que el Gobierno le dio a este problema.

Ciertamente, después de las elecciones nacionales realizadas en noviembre de 2016, donde partidos políticos nuevos aparecieron en la escena política, Marruecos fue testigo de su primer bloqueo político, que duró meses.

Estos acontecimientos se dieron en un momento crucial cuando las autoridades ya estaban enfrentándose a la furia popular.

Después de cinco meses de intentos fallidos para acordar una coalición coherente, el rey Mohamed VI intervino y nombró al exministro de Asuntos Exteriores Saad Eddine Al Otman como jefe de estado.

Sin embargo, lo que realmente empeoró las cosas fue la falta de reacción por parte del Gobierno, que se percibe como el reflejo de la apatía general de las autoridades.

Las autoridades negaron las demandas de los manifestantes y los difamaron, los acusaron de agentes extranjeros pagados para desestabilizar a Marruecos.

Una larga tradición de protestas

La región del Rif, cuya población es principalmente la minoría nativa berebere, se considera desde hace tiempo como una región históricamente hostil al poder central o Majzen.

A comienzos del siglo XX, las tribus del Rif se unificaron bajo el mando del líder político y militar rifeño Abd el-Krim, que luchó en contra de la colonización francesa y española de Marruecos.

Se declaró la independencia de la República del Rif (1921-1926) después de que el sultán marroquí Yusef decidiera rendirse y firmar un tratado con Francia que convertía oficialmente a Marruecos en un protectorado francés.

Este hecho no forma parte hoy en día de los programas curriculares marroquíes y, en gran parte, no se interpreta correctamente.

En consecuencia, las personas que miran las protestas (o los «hirak», nombre que recibe el movimiento) con escepticismo no tardaron en cuestionar la presencia de varias banderas de la República del Rif en la manifestación y, en paralelo, la falta de banderas marroquíes. Por lo tanto, se señaló al movimiento Hirak como un «movimiento antipatria» en las redes sociales, aun cuando los hirak negaron tener intenciones separatistas, y que su lucha es sobre económicos y sociales.

Por ejemplo, uno de los reclamos más importantes de los hirak es la falta de hospitales especializados en el tratamiento del cáncer, a pesar de que las cifras de personas que padecen esta enfermedad en la región del Rif es la más alta del país, como consecuencia del uso del gas mostaza por parte de España en la región.

Si bien el nuevo rey marcó una diferencia con su padre al liberar a los opositores políticos, establecer nuevas instituciones que promuevan la reconciliación nacional y realizar visitas frecuentes a la región del Rif, no resultó suficiente para que las personas puedan olvidar la violencia y la represión que el pueblo sufrió durante el siglo pasado.

Después de seis años de la Primavera Árabe de Marruecos, que se conoce también con el nombre de movimiento «20 de febrero» , las autoridades no lograron aún hacer frente a los nuevos reclamos populares.

En aquel momento, las autoridades implementaron algunas reformas para «apaciguar» a los manifestantes. Se realizaron reformas en la Constitución, se crearon nuevas instituciones y se hicieron muchas promesas a la sociedad civil en relación al desarrollo económico y social.

Sin embargo, en la actualidad, esta estrategia está agotada, han pasado varios años de estancamiento, y los partidos políticos no pueden idear estrategias nuevas en respuesta al enojo popular.

Justamente, por la falta de visión a largo o corto plazo por parte de la clase política en el poder, las protestas se fortalecieron, y una figura en particular logró sobresalir entre la multitud: el autoproclamado líder del movimiento, Hirak Nasser Zefzafi.

Nasser tiene 39 años, nació en Alhucemas y se crió en el Rif. Se ganó la reputación de ser activista acérrimo y vehemente, con la capacidad de reunir en algunas ocasiones a miles de personas, que se acercaban para escuchar sus discursos, emitidos también en vivo a través de las redes sociales.

El activista reunió a un grupo central de protestantes que lo rodea y pudo mantener al movimiento vivo y activo, procurando en todo momento que la protesta no deje de ser pacífica.

Tanto las autoridades como los protestantes se manejaron con mucho cuidado en este aspecto e instaron a sus bandos a mantenerse al margen. Las autoridades no querían ser comparadas con los regímenes vecinos que recurren a la represión y a la violencia como políticas de Estado, y así buscaban no incitar la furia del pueblo marroquí. Por su parte, los manifestantes no querían ser comparados con los grupos violentos que buscan poner en peligro la seguridad y estabilidad nacional.

Sin embargo, todo cambió el 26 de mayo de 2017, cuando Nasser Zefzafi interrumpió el sermón del último viernes anterior al Ramadán en una mezquita local.

El imán estaba predicando en contra del «fitna», nombre religioso que se usa para señalar a cualquier movimiento que genera la desunión y promueve la enemistad entre las personas en un grupo unido, sin lugar a dudas haciendo referencia a Zefzafi y al movimiento Hirak.

Bajo las leyes que buscan proteger a todos los credos, todo acto que interrumpe o infringe el normal proceder de cualquier práctica religiosa en Marruecos es un delito, por lo que las fuerzas policiales fueron tras Zefzafi para ponerlo bajo arresto.

Zafzafi contó con la complicidad de las personas del lugar para esconderse durante unos días, pero terminó entregándose a la policía, en contra del deseo popular.

Después, las fuerzas policiales y las autoridades dieron inicio a una campaña masiva para arrestar y poner en custodia a más de 130 activistas hasta el día de hoy. Más de una docena, incluido Zefzafi, se «enfrentarán a la justicia» por cargos que activistas y defensores de los derechos humanos consideran escandalosos, casi todos guardan relación con la amenaza de la seguridad nacional.

Luego de este cambio completo de estrategia y el nuevo nuevo enfoque represivo por parte de las autoridades, se generaron marchas masivas a lo largo de todo el reino, principalmente en la capital de Rabat el 11 de junio de 2017, en la que alrededor de 52 000 personas coparon la calle para dar su apoyo al Hirak y para manifestarse en contra del arresto masivo de activistas.

Las autoridades declararon que la asistencia había sido de tan solo unas 15 000 personas, mientras que el Hirak  contabilizó más de 100 000 manifestantes, lo que hubiera hecho de la protesta la más grande en Marruecos desde el movimiento 20 de febrero durante la Primavera Árabe.

Muchos temen que la ausencia de líderes Hirak, todos bajo arresto, empeore las cosas, ya que son ellos los que pudieron contener al movimiento durante meses.

El 22 de junio, Zefzati fue «golpeado gravemente» junto con otros dos activistas cuando fueron arrestados, por lo que no parece que esta historia vaya a terminar en el futuro próximo.

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