Tras años de matrimonio, mujeres indias se atreven a decir el nombre de sus esposos por primera vez

Mujeres de la aldea india de Gumla Jam Gayi en Jharkhand. Imagen en Flickr de Chris Freeman. CC BY-NC 2.0.

Este artículo es de Kayonaaz Kalyanwala y apareció orignialmente en Video Volunteers, galardonada organización internacional comuniaria de medios de India. Se pubica una versión editada como parte de un acuerdos para compartir contenido.

En muchas partes de India, una mujer hará todo lo posible para evitar decir el nombre de su esposo y hasta de los hombres mayores de su familia. En cambio, usará un pronombre o ‘padre de mis hijos’. De Chhattisgarh a Maharashtra a Uttar Pradesh, las mujeres afirman que la presión social para respetar al esposo, y un temor a las consecuencias por no seguir esta norma, mantiene viva la práctica. En 2016, un tribunal irregular sentenció a Malati Mahatoto del estado indio de Odisha a ser apartada de su familia y toda la aldea después de que llamó por su nombre a un pariente político.

Aunque muchos hombres son recíprocos y no llaman a sus esposas por su nombre, enfrentan menos censura, si es que la enfrentan, cuando no cumplen con esta práctica.

En una pequeña aldea llamada Walhe, en el distrito de Pune, Maharashtra, nueve mujeres, que incluyen trabajadoras de salud y amas de casa, se han hecho miembros de un club único del que habla todo el pueblo. Un espacio que es de ellas para analizar debatir los matices del patriarcado. El club es uno de los 56 que existen en los 13 estados en India y es parte de #KhelBadal, una campaña para desmantelar el patriarcado de Video Volunteers. Rohini Pawar, que en los últimos siete años ha usado su cámara para exponer prácticas de matrimonio infantil al ostracismo que enfrentan las personas con VIH/sida, es quien maneja estos clubs. Dice que así ha creado un espacio seguro para las mujeres y también las ha convertido en agentes de cambio.

El primer video que Rohini decidió exhibir en su club de discusión fue sobre la práctica de las mujeres de no dirigirse a sus esposos por su nombre. Lo eligió porque quería iniciar la conversación sobre patriarcado con un tema con el que las mujeres se identificarían rápidamente. No poder decir el nombre de sus esposos es una práctica que han cumplido obendientemente, sin cuestionarla. Según Rohini:

This custom indicates that a woman respects her esposo and wants him to live a long life. A woman who doesn’t follow it will be seen as cunning, a woman with no morals. The tradition is so deeply rooted that we hadn’t given it thought until this discussion club.

Este costumbre indica que una mujer respeta a su esposo y quiere que tenga una larga vida. A una mujer que no la siga la verán como engañosa, una mujer sin moral. La tradición está tan enraizada que no no habiamos pensado en esto hasta este club de discusión.

Para empezar, Rohini quería probar las aguas en su propia casa, donde nunca había llamado a su esposo por su nombre. Mostró el video de la discusión en el club a esposo y su suegra. Rohini cuenta:

My mother-in-law and husband were quiet for a long time after the video ended. Prakash, my husband, turned around and told me to call him by his name from then on.

Mi suegra y mi esposo se quedaron callados largo rato después de que el video teminó. Prakash, mi esposo, se volteó y me dijo que lo llamara por su nombre en adelante.

Armada con esta confianza, Rohini inció su primer club de discusión. Muchas mujeres no habían escuchado la palabra ‘patriarcado’ antes, algunas creían que era algo bueno porque ería decir que los miembros más de la familia, sobre toda niñas y mujeres, quedarían protegidas. La sesión empezaba con un video que puso Rohini sobre el asunto en Uttar Pradesh. Tras ver el video las mujeres trataron de iniciar una discusión. Rohini pidió a cada participante que dijera el nombre de su esposo con varias emociones –alegres, molestas, tristes, amorosas, entre otras. Le preguntó: “si no podemos decir el nombre de nuestros esposos, pero ellos nos pueden decir como quieran, ¿significa que no nos respetan? ¿No debería ser igual?”.

“Albgunas han estado casadas durante 30 años y era la primera vez que pronunciaban el nombre de su esposo”, dice Rohini Pawar, de la aldea Walhe Village, Maharashtra sobre romper una antigua costumbre donde las mujeres casadas nunca deben decir el nombre de su esposo. Rohini dice:

During the activity, one woman was so shy she just giggled for the duration of the exercise; another decided to vent all her cumulative frustration against him and his family by cursing him. The look on their faces was ecstatic. I don’t think I’ll ever forget it.

Durinte la actividad, una mujer estaba tan tímida que se rio a lo largo de todo el ejercicio, otra decidió mostrar toda su frustración acumulada contra él y su familia con insultos. Las miradas de todas era exultante. Creo que nunca lo olvidaré.

Todavía con el desborde de adrenalina de haber roto con una costumbre antigua, las mujeres decideron que debían tratar de decir el nombre de sus esposos al llegar a casa. Y lo cumplieron. En los siguientes días, Rohini recibió varias novedades.

El esposo de una mujer llamó a Rohini a preguntar qué ideas estaba metiendo en la cabeza de las mujeres: su esposa no dejaba de llamarlo por su nombre. Otra integrante del club decidió hacerlo en la cena delante de toda la familia. Cuando su suegra la miró, ella se asustó y djo que era un error. Otra mujer dijo: “Rohini me dijo que lo hiciera”. El esposo de una participante fue menos comprensivo y la situación terminó en violencia.

Rohini cuenta cómo las mujeres han tratado de dejar de lado otras prácticas, como usar rojo en la frente:

Why do only women have to show that we’re married? I told my husband that if he’d wear vermillion, I’d do it too. He just laughed, and I’ve stopped wearing it.

¿Por qué solamente las mujeres debemos mostrar que estamos casadas? Le dije a mi esposo que si él usaba el mismo rojo, yo también lo usaría. Se rio y yo dejé de usarlo.

Las otras mujeres no se han detenido completamente, pero sienten que están en mejor posición de elegir no usarlo algunos días.

Para muchas de las mujeres, este club de discusión es un lugar seguro donde pueden expresar sus opiniones y aspiraciones. “Hacemos una excursión con cada reunión. Por lo general, empacamos almuerzo y agua y vamos al campo. No quiero que la mujeres se preocupen de pensar quién puede escuchar qué”, dice. En los últimos meses, han celebrado cumpleaños con pastel por primera vez en su vida; bailaron y cantaron y hablaron de cosas de las que nunca habían pensado.

Rohini dice:

Why do only women have to show that we’re married? I told my husband that if he’d wear vermillion, I’d do it too. He just laughed, and I’ve stopped wearing it.

He trabajado en esto muchos años y había cosas de las que ni yo había hablado, como que nuestra identitidad está amarrada a la de nuestros esposos, honestamente. Se siente bien poder decir algunas cosas en voz alta, no importa que parezcan pequeñas.

En una de las sesiones, hablábamos del concepto de honor y cómo se relaciona con la ropa. Muchas mujeres en el grupo solamente han usado saris desde que se casaron. A la mayoría no le importaba, pero otras querían usar un salwar-kurta; no se atrevían.

Tras mucho debate y discusión de los méritos de elegir tu propia ropa, la moral relacionada con los saris y demás, Rohini metió a escondidas sus propias kurtas (camisa suelta) a una reunión del club para que las mujeres pudieran usarlas. Las mujeres decidieron planear un viaje a Goa para poder usar jeans, y Rohini está seguras de que lo conseguirá.

Cuando se le pregunta si las cosas han cambiado en los cinco meses desde que inició el club de discussión, Rohini explica que una rueda está empezando a girar:

Our steps have been small. Many women tried it a few times but then they stopped saying their husband’s name. Some, including myself, do it but only when they are alone and no other family member is around. Only one or two continue to say their husbands’ names; now only one or two women wear vermilion on their forehead all the time.

Nuestros pasos han sido pequeños. Muchas lo intentaron varias veces, pero dejaron de decir el nombre de sus esposos. Algunas, yo incluida, lo hacen pero solamente si estamos solos y nadie de la familia está cerca. Solamente una o dos siguen llamando a sus esposos por su nombre; ahora solamente una o dos usan el rojo en la frente todo el tiempo.

Las mujeres del club saben que los cambios que quieren traer a sus vidas, conseguir más voluntad para su movilidad o la ropa que se quieren poner son un río complejo de navegar. Cuando se animan unas a otras, reocnocen que están juntas en esto. Como Rohini explica:

Each one of us is a victim of patriarchy. I am too. But this club gives each one of us the confidence that change will come. And I know that it won’t be limited to just 30 families, there will be a chain reaction when every woman at the club goes home and shares what we talk about and do. We’re all in it together.

Cada una es una víctima del patriarcado. Yo también. Pero este club nos da la confianza de que vendrá un cambio. Y sé que no se limitará a apenas 30 familias, habrá reacción en cadena cuando todas las mujeres del club vayan a casa y cuente lo que hacemos y lo haga. Estamos en esto juntas.

La comunidad de corresponsales de Video Volunteers viene de comunidades marginadas en India y produce videos sobre noticias de las que no se informa. Estas historias son “noticias de quienes las viven”, y ofrecen contexto local a las dificultades de informar sobre derechos humanos globales y dificultades de desarrollo.

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