En Venezuela el teatro forma también parte de la resistencia

Ana Gabriela Melo (centro) con el elenco de su obra «Sopa de tortuga», en la que se reflexiona sobre la identidad venezolana, los movimientos de la diáspora y los vaivenes de la vida cotidiana que no se detienen ni con crisis nacionales ni con exilios. Fotografía usada con permiso.

El teatro, como cualquier otra actividad artística y creativa que se desarrolla en Venezuela, enfrenta y refleja la crisis nacional actual. Las dificultades que se viven en las calles permean todos los ámbitos de la vida de los venezolanos y muchas veces se usan y justifican un clima de incertidumbre dentro de los escenarios que reúnen a las compañías y grupos teatrales del país.

La propia planificación, preparación y montaje de las obras, así como las expectativas que los actores, directores e instituciones vinculadas al teatro hacen que llevar a la realidad la presentación del trabajo sea una gran hazaña. Por esta razón, muchas de las compañías teatrales que continúan activas en el país reúnen sus esfuerzos bajo el hashtag #TeatroDeLaResistencia.

Global Voices conversó con Ana Melo, una de las representantes más activas de las tablas caraqueñas, para entender los movimientos que se dan detrás del hashtag y de la actividad teatral dentro del contexto de la crisis en Venezuela. El teatro de la resistencia, tal como lo dice la actriz y escritora, es un teatro que se niega a morir, que tiene todo en contra y que lucha con serios problemas éticos y humanos. Para Melo, el teatro en Venezuela es un oficio que a la simple vista de muchos parece inútil:

Hay gente que piensa que lo que se hace no tiene sentido. (…) Se piensa que la resistencia que realmente hace eco en la sociedad se hace en la calle y no en el escenario. Por lo tanto, los actores sufren de algo parecido a una baja autoestima en relación a su oficio. Preguntas como para qué hacer esto o es el teatro útil al país en medio de la mayor crisis de su historia invaden la mente de los artistas y el espacio actoral con fuerza».

Y sin embargo,

Yo siento que en parte hay también un comportamiento obsesivo. Es más fuerte la idea, lo que quieremos comunicar. Es una necesidad de comunicar que es más fuerte que tú, que el desgano e incluso que la crisis. Mi lucha ha sido, a pesar de marchas y crisis, seguir motivando al grupo de actores, alimentar nuestra vocación.

Para Ana Melo, el “teatro tiene que ver con la venezolanidad más que con una posición política”, y por tal razón se alimenta de cada una de las cosas que suceden a su alrededor, de todas las historias que, a fin de cuentas, son la suya propia

Son como dos fuerzas opuestas que están conviviendo y que son complicadas de llevar: por un lado hay como un desengaño, una sensación de para qué estoy haciendo esto. Por otro lado, hay una especie de terquedad, que es como una cosa casi autómata: yo toda mi vida he hecho esto. Si hay una función, voy a ir y punto.

La recompensa

¿Pero, en toda esta crisis acerca del valor de la actividad artística en el contexto nacional, cuál es la motivación que reciben esos valientes que deciden seguir mostrando un trabajo teatral en Venezuela?

Ana Melo asegura que la recompensa está en ese corto momento después de la presentación de una obra, donde alguien te dice que esa historia que le ha sido contada y representada lo ha dejado pensando. Así, el premio es saber que el mensaje ha llegado, que quedará dando vueltas en una o varias cabezas, y que de alguna manera una inquietud, que por un tiempo fue guardada por un individuo, sale, ocupa y se modifica en esos otros que la han visto materializarse, la han vivido y se la han apropiado.

[En la creación] hay dolor de por medio. Algo que te duele fuertemente. Cosas que se engendran a partir del dolor. En ese sentido es un proceso un poco tortuoso, pero sabroso también. Y de ahí que alguien diga que ha visto la obra y se quedó pensando, significa que hay eco de algún modo. Eso para mi es todo un pago.

El del teatro puede llegar a ser un trabajo titánico y es doloroso una vez que termina. Una vez que una obra llega a las tablas duele dejarla a ir. Sin embargo, siempre quedan cosas por decir, así que todo vuelve a empezar… Casi como un castigo griego. El teatro es la forma en la que puedes tomar todo lo que está pasando, pasarlo por un filtro, digerirlo desde otro punto de vista. Te conecta con algo emocional, te ayuda a entender desde la emoción, te hace preguntas.

Para Melo la recompensa viene también en la resistencia misma de un arte que desde sus inicios ha estado vinculado a las realidades políticas y que existirá y resistirá siempre que haya grupos y dinámicas sociales desarrollándose. En pocas palabras, mientras tengamos vida, habrá un teatro que tratará de traducir la experiencia humana en un acto estético, necesario para el desahogo y para el despertar de la conciencia.

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