Para refugiados en Seattle, alza de la renta significa que deben seguir buscando casa

Floribert Mubalama llegó a Estados Unidos hace tres años, después de ocho años de vivir en un campo de refugiados Ahora vive en SeaTac, Washington con su familia —y dos refugiados más que ha alojado. Foto: Isabel Vázquez/NextGenRadio.

Esta historia de Isabel Vázquez apareció originalmente en PRI.org el 8 de mayo de 2017. Se reproduce aqui como parte de una sociedad entre PRI y Global Voices.

Hay una carta en el comedor de Yulina Bilombele que ella no puede leer.

“La demandada no pudo pagar la renta y no ha desocupado el lugar ni restituido el inmueble”.

Bilombele es refugiada de la República Democrática del Congo. Tiene 80 años y no habla inglés. Es muy frágil para trabajar y no recibe dinero para pagar la renta.

Entonces, recurre al hombre al que muchos refugiados congoleses en Seattle llaman: Floribert Mubalama.

“Quieren que los ayudemos”, dice. “Deben ir a una cita. Alguien tiene que llevarlos. Deben ir a su primer trabajo”. O, en este caso, deben leer un aviso de desalojo.

Mubalama, 36 años, ha hecho de ayudar a sus compatriotas congoleses su misión para integrar, sobre todo a lo más básico, vivienda asequible, que es una de las mayores barreras para empezar una nueva vida en la ciudad estadouindense de Seattle.

Los congoleses son el mayor grupo de refugiados que llegaron a Estados Unidos el año pasado, según información del Departamento de Estado recopilados por el Centro de Procesamiento de Refugiados, cerca de 16,000 en el año fiscal anterior. Los casi 300 congoleses que llegaron a la zona de Seattle en los últimos cinco año se han encontrado en medio de una crisis regional de vivienda.

Mubalama aun conserva en su sala de estar el libro verde que recibió durante su orientación de refugiado. Pasa a la página que establece la cronología para reubicarse en Estados Unidos.

“El periodo esperado y según este libro es de dos a cinco años”, lee. Esto es lo que le toma a los refugiados integrarse totalmente a su nueva vida, con trabajo y vivienda estable.

Pero es no es la realidad.

Los refugiados que llegan a Estados Unidos reciben financiación de agencias de reubicación que cubre su renta por 90 días. Después, quedan a su suerte para reunir el costo de su vivienda, pero Mubalama dice que no es suficiente tiempo para que los refugiados congoleses en su comunidad sean autosuficientes.

Mubalama llegó a Estados Unidos en 2014 después de vivir ocho años en un campo de refugiados en Malaui. Ahí conoció a su esposa, se casó e inició su familia.

Al comienzo, los ubicaron con su esposa embarazada, dos hijos y su hermano en un departamento de una sola habitación en Tukwila, a unos 16 kilómetros al sur del centro de Seattle. Con ayuda de una trabajadora social, Mubalama y su esposa lograron resolver su alquiler de un año y mudarse a un departamento de tres dormitorios cerca de SeaTac, donde ahora viven. Dice que este proceso no es fácil para los refugiados congoleses.

“Los propietarios no quieren arrendar a refugiados”, dice Mubalama. “No saben de dónde vienes”.

Otra dificultades como idioma, falta de historial crediticio y traumas anteriores hacen que sea difícil para los refugiados encontrar y conservar hogares estables.

Entonces, Mubalama inició la Red de Integración Congolesa, organización que conecta refugiados de la República Democrática del Congo con recursos y personas que los ayudan a reubicarse. Es un proyecto sin pago que le apasiona.

“No lo considero un trabajo”, dice. “Es devolver. Todo el tiempo que viví en el campo de refugiados, viví de la compasión de la gente”.

A diez minutos de la casa de Mubalama hay un gran complejo de departamentos donde muchos refugiados congoleses han encontrado un lugar donde vivir: departamentos Buena Casa en Kent.

Mubalama dice que estos departamentos han sido lugares que los nuevos refugiados pueden pagar, una opción má barata que en muchos otros departamentos de Seattle. Sin embargo, el 1 de junio la renta subió entre US$25 y US$200 dependiendo del tamaño. Es un aumento que muchos que ya están viendo difícil llegar fin de mes no podrán manejar.

Gurmeet Singh es copropietario de los departamentos Buena Casa. Dice que aumentaer la renta es la única manera que tiene de pagar las cuentas de impuesto a la propiedad, que aumentaron a US$390,000 este año. Cuando compró la propiedad en 2009, dice que los impuestos eran cerca de US$200,000. la renta en el complejo de departamentos será ahora de US$850 por un dormitorio y US$1,300 por dos.

“Mis padres inmigraron a Estados Unidos en 1981, así que entiendo las dificultades que atraviesan”, dice Singh. “Si nuestros costos no hubieran aumentado, no hubiéramos tenido que hacer esto”.

Los departamentos en Kent no son un caso único.

En el área metropolitana, el costo de arrendar aumenta en 6.7% anualmente, según un reciente informe de Zillow. En comparación, otras regiones donde la renta aumenta rápido como Los Ángeles y Sacramento están viendo aumentos de al menos 4.7% anualmente. Los arrendatarios en Seattle necesitarán un aumento mayor en su ingreso que en otras áreas metropolitanas de Estados Unidos solamente para mantenerse.

Para los refugiados, esto plantea una dificultad adicional a iniciar una nueva vida —que el Departamento del Estado de Servicios Sociales y de Salud de Washington abordó en la Cumbre de Vivienda para Refugados del Condado de King el 24 de mayo. La Red de Integración Congolesa fue una de las organizaciones de refugiados que participó en la discusión.

Pero por ahora, a Floribert Mubalama le preocupa el aviso de desalojo a Yulina Bilombele.

Yulina Bilombele, 80, reúne su aviso de desalojo y recibos de arrendamiento para que Floribert Mubalama los traduzca porque no habla inglés. Los dos son refugiados de la República Democrática del Congo que viven en el área metropolitana de Seattle. Foto: Isabel Vázquez/NextGenRadio.

Bilombele no puedo encontrar un hogar estable cuando llegó a Estados Unidos hace dos años. Se quedó con Mubalama unos días hasta que se encontró en un refugio para personas sin hogar. Luego se mudó con una familia a los departamentos de Buena Casa, pero se fueron en mayo. Sola en el pequeño inmueble, Bilombele debe pagar toda la renta o volver a enfrentar estar sin casa.

“Mi temor es no tener suficiente fuerza por mi edad”, Mubalama le traduce a Bilombele. “El dinero que piden, no lo tengo”.

Mubalama dice que la lucha para encontrar y conservar refugio básico en Estados Unidos desalienta a nuevos refugiados que tenían muchas esperanzas para su nueva vida en Estados Unidos.

“Cuando nos resintalan, lo primero que esperamos es un hogar donde quedarnos”, dice. “Es lo que no tenemos. Nuestra mayor expectativa no fue cumplida: un hogar”.

Esta vez, tal vez no haya lugar para Bilombele en la casa de Mubalama. La familia ya aloja a dos otros refugiados sin hogar, y no hay sitio para más.

Isabel Vázquez informó esta historia con un colega de NextGenRadio en Seattle. Ver más informes del programa.

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