Los restos de lo que alguna vez fue el mayor puerto de comercio de esclavos en las Américas salió a la superficie en 2011 después de casi 200 años de estar enterrado, cuando empezaron los trabajos de construcción en el área del puerto de Río de Janeiro como parte de las preparaciones de la ciudad antes de los Juegos Olímpicos de los que fue sede cinco años después.
En julio de 2017, UNESCO certificó el lugar como Patrimonio de la Humanidad, con el propósito de convertir las piedras largamente olvidadas de Cais do Valongo en un monumento.
El reconocimiento de la rama educativa, científica y cultural de Naciones Unidas obliga a Brasil a reconocer este periodo histórico que el país aún debe confrontar totalmente. Brasil fue el último país de América en abolir la esclavitud, en 1888. Sin embargo, el comercio de esclavos se volvió ilegal en 1843 y Valongo perdió su propósito. Según la base de datos histórica en línea Slave Voyages:
Brazil was the center of the slave trade carried on under the Portuguese flag, both before and after Brazilian independence, in 1822, and Portugal was by far the largest of the national carriers. Brazil dominated the slave trade in the sense that Rio de Janeiro and Bahia sent out more more slaving voyages than any port in Europe […] Over nearly three centuries between 1560 and 1850, Brazil was consistently the largest destination for slaves in the Americas.
Brasil fue el centro del comercio de esclavos que se realizó con bandera portuguesa, antes y después de la independencia de Brasil, en 1822, y Portugal fue de lejos el mayor de los portadores nacionales. Brasil dominó el comercio de esclavos en el sentido de que Río de Janeiro y Bahía envió más viajes de esclavos que cualquier otro puerto en Europa […]. Durante casi tres siglos, entre 1560 y 1850, Brasil constantemente el mayor destino para esclavos en las Américas.
Cais de Valongo fue creado en 1811 –tres años después de la llegada de la familia real de Portugal, que escapaba del ejército de Napoleón en Europa– y pronto fue el mayor destino para barcos que llevaban esclavos a las Américas. La historiadora Lilian Moritz Schwarcz, académica en la Universidad de São Paulo y participante del Programa de Académico Global en la Universidad de Princeton en Estados Unidos, explica que se ubicaba a unos pocos pasos del palacio real y durante sus caminatas, los monarcas a menudo observaban a los comerciantes preparar “sus productos” –separaban familias y frotaban los cuerpos de los esclavos africanos con aceite de ballena para cubrir heridas:
O Brasil recebeu mais de 4 milhões de africanos, durante os (quase) quatro séculos em que foi vigente o regime escravocrata no país. Tal número equivale a um pouco menos do que a metade da população que deixou seu continente de origem, forçadamente, e àqueles que lograram chegar vivos nas Américas, depois de uma viagem repleta de contrariedades. Desse número absoluto, aproximadamente 60% aportaram no Rio de Janeiro, e cerca de um milhão deles entraram no território pelo Cais do Valongo.
Brasil recibió más de 4 millones de africanos, durante los (casi) cuatro siglos que el país tuvo un régimen de esclavitud. Ese número equivale a poco menos de la mitad de la población que dejó su continente de origen, a la fuerza, y que logró llegar con vida a las Américas, después de un viaje lleno de adversidades. De ese número absoluto, cerca del 60% desembarcaron en Río de Janeiro y cerca de un millón entraron al territorio por Cais de Valongo.
Esto quiere decir que en 32 años de funcionamiento, Valongo no solamente se convirtió en el puerto con mayor tráfico de esclavos, sino que también recibió un cuarto de todos los africanos esclavizados que entraron a Brasil a los largo de los siglos que duró el sistema. Cuando el Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (IPHAN) presentó el lugar como candidata ante la UNESCO, la entonces presidenta Kátia Bogéa explicó que Valongo era “el único [sitio] que representa a millones de africanos que fueron esclavizados y trabajaron para construir Brasil como nación, lo que creó la mayor población de negros fuera de África”.
Como lo expresa Schwarcz en su reciente artículo sobre el título del patrimonio, en el caso de Brasil, que este sitio histórico haya sido reconocido es más que un asunto de memoria. Se trata de “cerrar la puerta al olvido”:
Não se trata de condenar essas populações a seu passado, até porque ninguém foi escravo de origem e nascença. Mas sim de lembrar e elevar essa África que vive em nós. Conforme define, lindamente, Alberto da Costa e Silva, nosso maior africanista: “O Brasil é um país extraordinariamente africanizado. E só a quem não conhece a África pode escapar o quanto há de africano nos gestos, nas maneiras de ser e de viver e no sentimento estético do brasileiro. (…) Com ou sem remorsos, a escravidão é o processo mais longo e mais importante de nossa história.
No se trata de condenar a estas poblaciones por su pasado, sobre todo poque ninguno fue esclavo de origen y nacimiento. Se trata de recodar y elevar esa África que vive en nosotros. Como define bellamente Alberto da Costa e Silva, nuestro mayor africanista: Brasil es un país extraordinariamente africanizado. Y solamente alguien que no conoce África puede no notar cuánto de africano hay en sus gestos, en las maneras de ser y vivir y en el sentir estético del brasileño. [….] Con o sin remordimientos, la esclavitud es el proceso más largo e importante de nuestra historia.