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Gobierno de Afganistán se mantuvo al margen cuando militantes desataron infierno en aldea hazara

Categorías: Afganistán, Derechos humanos, Etnicidad y raza, Gobernabilidad, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Política

Mapa que indica la provincia de Sar-e-Pol, Afganistán.

La municipalidad provincial de la aldea de Mirzaolang en la provincia afgana de Sar-e Pul se reunió varias veces para pedir ayuda al Gobierno central antes de que su aldea fuera invadido por militantes alineados con el Talibán. La ayuda nunca llegó.

Para cuando cientos de talibanes de las provincias afganas de Ghor, Faryab, Badghis y Jawzjan, se estaban reuniendo bajo el mando del cacique locla Sher Mohammad Ghazanfar, ya era demasiado tarde. Después de cerrar todos los caminos que llevaban a la aldea, los militantes empezaron a matar y secuestrar a los habitantes del lugar. La oficina del gobernador dice que al menos 60 personas murieron, hasta 150 familias [1] fueron secuestradas, y cerca de 47 niñas están desaparecidas.

La violencia [2] que presenció la aldea poblada mayormente por ciudadanos de la etnia hazara el 5 de agosto fue impactante, pero tristemente predecible. Las aldeas vecinas ya estaban bajo control del Talibán y las personas sabían que era cuestión de tiempo antes de que el grupo se trasladara a Mirzaolang.

Varios medios han afirmado [3] que el ataque contra Mirzaolang es una «operación conjunta» que incluyó combatientes del Talibán y de ISIS, pero muchos observadores son escépticas sobre el alcance de la presencia de ISIS en el país.

Entre los detractores está el exjefe de inteligencia de Afganistán, Amrullah Saleh, y el general estadounidense John Campbell, que afirmó que [4] probablemente los combatientes talibanes solamente están «reinventando» como ISIS en un «intento de atraer la atención de los medios, pedir mayores recursos y aumentar el reclutamiento».

De cualquier modo, los intentos de las fuerzas de seguridad locales de repeler a los militantes fueron inútiles. Después de 48 horas de intenso combate, los soldados sobrevivientes no tuvieron más opción de dejar la aldea al Talibán. Cuando la batalla arreció, pidieron refuerzos al Gobierno, pero sus pedidos quedaron sin respuesta.

En una declaración oficial, el embajador de OTAN Cornelius Zimmerman expresó su preocupacón por la muerte y el destino de los rehenes.

Representante de la OTAN muy preocupado por informes de civiles mataron en Sar-e Pul. La violencia y la destrucción se interpone en el camino del futuro de Afganistán.

Mohammad Zaher Wahdat, gobernador de Sar-e Pul, declaró [8] al periodista Mukhtar Wafayee que hubiera hecho todo lo que hubiera podido para salvar la vida de los civiles y que había rogado reiteradamente el Gobierno que enviara refuerzos antes, durante y después de la masacre.

Wahdat agregó que los cadáveres siguen en las calles pues el Talibán ha prohibido a la gente que entierre a sus seres queridos.

Rivales del Talibán, con pocos amigos en el Gobierno

La militancia ha tenido un repunte en Afganistán en los años recientes, en medio de una reducida presencia militar estadounidense y el fracaso del gobierno del presidente Ashraf Ghani para consolidar la autoridad en el país. En este sentido, no es de sorprender que el Talibán esté ganando terreno en varias partes de Afganistán, a pesar de que el propio movimiento militante ha recibido un golpe con las luchas internas y el surgimiento de grupos rivales.

Pero la crueldad del ataque en Sar-e Pul, que va más allá de todo lo que el Talibán he hecho en incursiones recientes, puede entenderse solamente a lade muy preocupantes prejuicios étnicos hacia el grupo de los hazara que pueblan las aldeas como Mirzaolang.

Desde el momento que el Talibán surgió como movimiento, y sobre todo después de llegar al poder a mediados de la década de 1990, reservó una crueldad especial para el pueblo hazara [9]. El grupo militante suní considera a los hazaras –en su mayoría musulmanes shiítas– como herejes. La violencia de los talibanes contra el grupo llegó a su punto máximo en 1998, durante una masacre en la ciudad norteña de Mazar-i-Sharif [10].

Pero a pesar de la larga oposición de los hazara al Talibán, el grupo no siempre ha podido contar con apoyo de los corredores del poder en Kabul, donde además está débilmente representado.

Un ejemplo de la lucha emprendida por los hazara de mayor reconicimiento del Gobierno fue el Movimiento Iluminación [11] que surgió en 2016 cuando los legisladores de Kabul planearon cambiar la ruta de una línea de energía estratégica fijada para recorrer una región de población hazara. Las protestas terminaron en tragedia [12] cuando un ataque suicida contra manifestantes resultó en casi cien muertes el 23 de julio de 2016.

Para evitar el riesgo de que Mirzaolang quede enterrada bajo otros titulares negativos que salen de Afganistán, periodistas y ciudadanos preocupados lanzaron una campañaen Twitter con la etiqueta #MirzaOlangMassacre [13] [masacre en Mirza Olang]. Su objetivo es dar a conocer lo que está ocurriendo en Afganistán, y presionar al Gobierno para que intervenga para ayudar a las familias afectadas por la violencia.

Al momento de escribir este artículo, el periodista de investigación Wafayee, cuyo blog ha sido una importante fuente de novedades sobre este noticia, informó [14] que algunas de las familias tomadas en rehenes en el ataque a Mirzaolang habían regresado a la seguridad, pero que las 47 niñas seguían retenidas. Esta información debe ser verificada por las autoridades afganas.