«Con manos vacías pero profundas creencias», Jamal Hosseini perdió la vida luchando por los derechos humanos en Irán

Seyed Jamal Hosseini durante los primeros días de las actividades de HRAI en Van, Turquía. Imagen vía HRANA, publicada con autorización.

El activismo contra gobiernos represivos a menudo puede venir con riesgos que cambian la vida. Prisión, tortura, censura y exilio. Dejar atrás la familia y el país que llamas hogar, solamente para enfrentar el aislamiento y la soledad de la vida como refugiado político.

La decisión de hablar puede haberle costado la vida al activista iraní de derechos humanos Seyed Jamal Hosseini.

Jamal, editor en jefe de la Agencia de Noticias de Activistas en Derechos Humanos (HRANA) y cofundador de Activistas de Derechos Humanos en Irán (HRAI), pasó la mayor parte de tus vida en el exilio en su escritorio de un pequeño departamento en Turquía. Sus incansables esfuerzos le ganaron el respeto entre los iraníes dentro y fuera del país, y la vez lo convirtieron en el blanco de las autoridades iraníes

La noche del 4 de agosto de 2014, Jamal nunca se levantó de su escritorio. La policía encontró su cuerpo sin vida al día siguiente.

A la fecha, las circunstancias de su muerte permanecen envueltas en el misterio. Las autoridades turcas nunca encontraron la causa oficial de la muerte de Jamal, a pesar de una extensa investigación y autopsia.

En el tercer aniversario de su muerte, recordamos los sacrificios y peligros que enfrentan los activistas políticos en la región. Esos activistas que sostienen sus creencias y deciden continuar sus actividades y su lucha. La historia de Jamal es una de muchas. Su historia es un ejemplo de la soledad del exilio, y de los activistas que se niegan a quedarse en la oscuridad o silenciar su pasión para enfrentar la injusticia. Llevó una vida en el limbo como refugiado. Con su muerte llegó la injusticia que a menudo rodea las muchas muertes sin sentido asociadas con autoridades represivas.

Raíces de resistencia en Irán

La pasión de Jamal por el cambio político empezó de joven. Su tío fue uno de miles de activistas ejecutados por el régimen iraní en la masacre de prisioneros políticos en 1988. Esa fue su presentación a las duras realidades de la justicia en Irán.

Seyed Jamal Hosseini en su casa de Turquía. Foto cortesía de HRANA.

Como parte de la primera generación de iraníes que usó internet como herramienta política, Jamal escribió numerosos artículos para blogs muy críticos del régimen. De noche, repartía literatura disidente en la ciudad de Zanjan y era parte de los movimientos estudiantiles de protesta de Irán –que al final llevó brevemente a prisión. En 2005, el Ministerio de Inteligencia de Irán identificó los blogs de Jamal e incursionó en casa cuando él no estaba. A los 24 años, Jamal sabía que su tiempo en Irán había llegado a su fin y partió a Turquía.

En 2006, Jamal y Keyvan Rafiee cofundaron Activistas de Derechos Humanos en Irán (HRAI), qie incluía la Agencia de Noticias de Activistas de Derechos Humanos (HRANA). Jamal ejerció como importante puente entre activistas clandestinos en Irán y una amplia comunidad de activistas de derechos humanos de todo el mundo.

Jamal fue fundamental en el funcionamiento de HRAI. Sus obligaciones abarcaban desde trabajo técnico y administrativa, a escribir, informar y traducir. Jamal insistía en defender a todos los iraníes, independientemente de las diferencias en sus antecedentes o creencias ideológicas.

“El legado más notable de Jamal es ‘derechos humanos para  todos’, que se demostró a través de su trabajo para todos los sectores, religiones y grupos étnicos en Irán”, dijo Rafiee a Global Voices.

En las elecciones presidenciales de 2009, HRANA fue una de las principales organizaciones que ofreció noticias de derechos humanos a la comunidad internacional y detalló los arrestos de activistas políticos. El régimen iraní respondió en 2010 con un ataque sistemático y extenso contra HRAI y sus miembros. Las fuerzas estatales rodearon a los activistas de HRAI en Irán, acción que al final forzó a las incipientes operaciones de HRAI a trasladar su red e infraestructura de Irán

Exilio y muerte en Turquía

Jamal no buscaba promoverse o adquirir poder. No buscaba dinero ni elogios. Jamal sostuvo que con “manos vacías pero profundas creencias” continuaría la lucha por los derechos humanos junto con otros dentro y fuera del país.

Jamal recibió numerosas amenazas directas del Gobierno iraní. Empezó a recibir llamadas anónimas en 2007. En 2010, esto aumentó a advertencias del Ministerio de Inteligencia turco.

Rafiee recuerda que Jamal tomó una decisión consciente de continuar en el mismo camino, a pesar de las amenazas que enfrentaba:

Jamal viewed the difficult moments of his life as a natural consequence of the path he had chosen as an activist. Therefore, he never wanted his body to be returned to Iran if he died, as he wanted to remind others to accept and remain honest about the consequences of their activism.

Jamal veía los momentos difíciles de su vida como una consecuencia natural del camino que había elegido como activista. Por lo tanto, nunca quiso que su cuerpo regresara a Irán si moría, pues quería recordar a otros que aceptaran y fueran honestos con las consecuencias de su activismo.

A tres años de su muerte. su deceso sigue sin explicación. Un informe de 15 páginas de las autoridades turca sostiene que la causa de la muerte no fue concluyente, porque hubo una demora en la autopsia, a pesar del hecho de que se encontraron gotas de sangre encima de él y en el departamento. Amigos y familiares siguen sosteniendo que Jamal era una persona saludable y que no había evidencia de muerte ‘natural’.

El régimen iraní tiene una larga historia de atacar a disidentes políticos en el extranjero, sobre todo en Turquía. Esto incluía muchas muertes extrajudiciales en la década de 1990, e informes de que el personal de su embajada participaba en espionaje y secuestro dentro del país. Un prisionero político del que Jamal escribió fue Hojat Zamani, disidente que escapó a Turquía y a quien las autoridades turcas enviaron de vuelta a Irán, solamente para ser ejecutado por el régimen en 2003.

En homenaje al trabajo y misión de Jamal

Rafiee recuerda con orgullo las noches que pasó al lado de Jamal, sentados detrás del teclado, trabajando de noche. «No pasa un día en que no piense en Jamal y en su dedicación».

Mientras HRANA busca continuar sus actividades y Rafiee expresa que Jamal sirve como inspiración e ideal «detrás de todo informe que publicamos, toda dificultad que enfrentamos».

En un tiempo en que la política está dominada por agendas individuales para el poder y el control, Jamal se destaca como un testamento de callada resolución y dedicación. Demostró que en cualquier rincón del mundo, una persona, aunque aislada, puede usar las herramientas a su alrededor para hacer un cambio y desafiar la legitimidad de un régimen represivo.

El legado de Jamal es importante no solamente como símbolo de sacrificio, sino como recordatorio de que la lucha por los derechos humanos continúa en Irán, y los que están en la primera línea pagan el máximo precio para defender lo que creen.

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