Este texto fue elaborado por Flavia Morales para AVC Noticias, republicado por CONNECTAS y Global Voices gracias a un acuerdo de difusión de contenidos.
Diez inmigrantes fallecieron y 29 fueron rescatados el pasado 23 de julio de 2017 de un tráiler que los trasladaba a través de la fronter en condiciones inhumanas, y que fue encontrado estacionado en un Walmart en San Antonio, Texas. Esta es la historia de dos hermanos que viajaban en este vehículo.
Mariano y Humberto López Cano ganaban 120 pesos el jornal de seis horas sembrando en los campos de su comunidad en José María Morelos a unos 40 minutos de Papantla al norte de Veracruz. Ahí, aunque las escuelas y carreteras fueron construidas por la paraestatal Petróleos Mexicanos y los caminos están invadidos por pozos petroleros, el único trabajo posible es en el campo, sembrando maíz y frijol en tierra propia o rentada.
Por eso cuando surgió la oportunidad de irse a Estados Unidos, Humberto no dudo. Podría salir por primera vez de su comunidad para buscar una mejor vida. A unos días de salir rumbo al país vecino, otra oportunidad surgió, había un lugar vacante, entonces invitó a Mariano López, su hermano mayor.
Los hermanos salieron un domingo 16 de julio de su comunidad, apenas siete días después, la tragedia enlutó al pueblo, la noticia corrió como pólvora: diez migrantes habían muerto asfixiados al ser abandonados al interior de un vagón de tráiler en San Antonio Texas, otros 29 sobrevivieron, la familia no lo podía creer, pero ahí iban los dos hermanos.
Mariano de 27 años padre de tres hijos murió asfixiado dentro del vagón del tráiler que iba de McAllen a Houston y alcanzó temperaturas de hasta 65 grados centígrados. Humberto, de 24 años, padre de dos hijos fue hospitalizado y es testigo de los hechos, aun se encuentra en Estados Unidos.
Mariano López, padre de los dos jóvenes, dice que la intención de irse a otro país era para tener una mejor vida: “Querían sobresalir, poner un negocio”.
Ellos quisieron irse, de la noche a la mañana, no tardaron ni dos días, hicieron planes, iban con la ilusión de hacer algo, no eran chicos maleados, y pues uno no sabe cuándo sale que destino llevamos, nunca pensé que iba a pasar esto.
Los hermanos hicieron cuentas imaginarias, cuánto ganarían en un mes, en un año, el sueño de Mariano era comprarse un carro. Su padre señaló:
A mí me pidieron prestado, me dijeron que consiguiera dinero, estaban seguros que les iba a ir bien e iban a pagar rápido, los planes era ganar en dólares, en dos o tres años conseguir una mejor vida, un mejor futuro para los niños.
“Le pedí que no se fuera, pero ya lo tenía decidido”
Un día después de que Mariano López Cano se fue rumbo a Estados Unidos, Beatriz, su esposa, dio a luz a su tercer hijo, pero él ya no lo pudo conocer.
Aunque la decisión de irse junto a su hermano Humberto, la había tomado hace tiempo, apenas dos días antes de partir, se despidió de su esposa, de sus hijos y el resto de la familia.
“Nada me va a pasar, todo va a estar bien”, fueron las últimas palabras que dio a su mujer, a quien la decisión también la tomó por sorpresa.
Beatriz López Paredes conoció a Mariano en la primaria de su localidad, se hicieron novios en el bachillerato y se casaron en mayo del 2012, tuvieron tres hijos. El tercero que tiene diez días de nacido, fue una sorpresa para el joven matrimonio.
Quizá por eso, Mariano decidió irse, fue algo no planeado:
Le pedí que no se fuera, pero dijo que era algo decidido, dijo que se iba por sus hijos para que no les faltara nada.
Beatriz tiene 24 años, entre sus manos toma y aprieta una camisa amarilla de uno de sus bebés, por la cocina donde da la entrevista están sus hijos de tres y un año:
El sábado en la noche me dijo, me voy mañana, se despidió de nosotros el domingo, no pude hacer nada más.
En el pueblo algunos jóvenes han emigrado a Estados Unidos, la mayor parte se va a buscar trabajo a Guadalajara o la Ciudad de México, pero Mariano nunca había salido de su comunidad, dice Beatriz.
Mariano fue despedido por su equipo de fútbol
Después de varios días de espera, el cuerpo de Mariano llegó el pasado 4 de agosto a su comunidad procedente de San Antonio Texas.
Sus amigos vistieron el uniforme deportivo de su equipo “Los Pericos”, y lo pasearon por la cancha para que se despidiera de su pasión: el fútbol.
Jugadores desde niños, Mariano era centro medio de contención, era el número 10, y los testimonios dicen que era muy bueno, uno de los mejores del equipo, su hermano Humberto era el número 9, centro delantero.
Mariano y Humberto no son la única tragedia en el pueblo, hace dos años otro joven murió cruzando el río Bravo, también buscando el “sueño americano”.
Uno de los jóvenes, nos cuenta que hace 17 años migró a Estados Unidos, se “endeudó” en ese entonces como 1,400 dólares para cruzar, lo hizo por el desierto y el río Bravo, tres días caminó hasta llegar a Houston, donde estuvo cuatro años hasta que lo deportaron.
Señaló que depende cuánto pagues es la seguridad que tienes con el coyote (encargado de trasladar migrantes indocumentados), que se puede contactar a través de familiares o por conocidos en las comunidades cercanas.
Ubicado justo frente al campo de fútbol, para él, ver a los hermanos era común después de los partidos de fútbol, sabe poco, pero cuenta que Humberto era quien tenia la intención de irse, al final parece que un lugar faltaba y animo a su hermano.
Otros cuentan que la decisión de Mariano estaba tomada hace tiempo.
Para la familia y los amigos sigue siendo un misterio el contacto y los recursos que utilizaron para viajar.